Capítulo 26

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Oslo, 2019.

Theo.

Alexander nos llevó al hotel en donde se estaba quedando, para así poder conversar más a gusto de lo que había sucedido en todo este tiempo de mi extravío. Sophia estuvo con el ceño fruncido durante todo el trayecto, le pregunté en repetidas ocasiones que era lo que le sucedía entre susurros y ella respondía "Nada...", creo que el tiempo en la tierra le está afectando un poco.

Encontrarme con Alex en esta isla, fue tan increíble, y debo confesar que, en mi lista de posibles regresos a casa, en ninguna posición estaba encontrarme con mi mejor amigo.

— Te das un baño y luego hablamos, o ¿cómo hacemos? — pregunto Alexander.

— Que se bañe ella primero y luego yo, mientras tanto vayamos conversando de lo acontecido — él asintió como forma de respuesta. Miré a Sophia y le dije—. Soph, anda date una ducha.

— Okey.

Voltee a ver a Alex, para seguir conversando, pero sus ojos estaban fijos a atrás mío.

Sophia dime que no te estás desnudado aquí.

Rápidamente dirigí la mirada a mi estúpida compañera. Ella estaba sentada a regañadientes intentando quitarse el polerón que la cubría.

Me levanté de golpe, caminé lo más rápido hacía ella. La tomé de la muñeca para detenerla.

—¿Qué demonios tienes?

— Cuando vas a aprender cuáles son las diferencias entre un hombre y una mujer — mi mentón estaba tenso.

Su mirada de cólera se agudizó y estaba a punto de responder lo podía predecir.

— Alex, ¿puedes ir a comprar ropa decente para Sophia? — le pregunté a mi mejor amigo.

A los pocos minutos, él salió de la habitación dejándonos completamente solos.

— ¿Quién demonios te crees Theo para decirme que hacer?

— Tu protector, y escúchame bien Sophia. No puedes mostrar tu cuerpo a ningún otro hombre que no sea yo. ¿A caso no lo entiendes?

— ¿Qué cosa debería entender? ¿QUÉ? Por una maldita vez sé claro Theo; todo este tiempo me he esforzado por entenderte, si ya de por sí es difícil entender tu dialecto, imagínate lo demás.

— Aquí todo es diferente Sophia. No puedes andar desnudándote en frente de cualquier tipo. Un hombre, hombre es. Y ver a una mujer desnuda no sabes lo que puede despertar.

— ¿Qué carajos despierta? — me preguntaba decidida y molesta.

Me acerqué a ella lentamente, ella como acto reflejo retrocedió, mientras más me acercaba a ella, más cerca estábamos del muro.

Baje mi cabeza a su altura para decirle al oído.

— Que quiera que seas solo mía. Solo mía. Eso es lo que ocasionas.

Al estar así de cerca, su olor entró a mis fosas nasales. Nuestros cuerpos estaban tan cerca, que podía sentir su cuerpo. Esto llevó a mi inconsciente a reaccionar antes que mi razón. Mis labios se apoderaron de su piel desnuda de su cuello, ella se puso completa tiesa y eso me encendió aún más. Su piel era el cielo, tan tersa como el terciopelo, era una tentación casi inevitable.

Mi brazo derecho se apoderó de su cintura para apegarla más a mí, y que sintiera lo que ella ocasionaba en mí.

Un jadeo escapó de ella. Y ahí reaccioné.

Ella era mucho más que eso, era mucho más. No podía robarme su inocencia de este modo tan ruin en un hotel de un pueblucho, ella ni siquiera sabía las diferencias entre un hombre y una mujer, mucho menos sabría que es el sexo o buen orgasmo, algo que yo le podría hacer llegar tantas veces, que de tan solo pensarlo mi entrepierna duele.

Me alejé de ella. Sus ojos estaban perplejos.

— Tú eres más que esto, Soph.

La dejé ahí contra la pared con mil dudas en su cabeza que seguramente tarde o temprano soltaría. Yo me senté al borde de la cama, lo más alejado posible de Sophia.

Ahora tenía una montaña gigante en mis pantalones que no tengo ni idea de cómo iba bajarla con Sophia y Alex tan cerca.

Mire nuevamente a Sophia y ella ya se había metido al cuarto de baño, al menos hice que entendiera que no debe desnudarse en público, ¿no?

Qué bonita manera de enseñar, Theo. Casi follándola. ¡Qué bonito!

Cállate conciencia.

La puerta sonó. Me acerque a ella y pregunte.

— ¿Quién es?

— Tu tía Inés — el único imbécil que me respondería eso, lo conozco más que bien.

Abrí la puerta.

— Alexander, ¿por qué no abriste con tu llave? — pregunté con obviedad.

— No quería interrumpir, y la verdad que tampoco quería ver una escena porno en vivo. No es sano ver a tu mejor amigo follar — soltó, causando mi carcajada.

Negué con la cabeza.

— No me la folle, y no lo haría.

— Si no es nada tuyo, ¿me la dejas a mí? Es muy herm... —lo interrumpí.

— Ni lo sueñes, ella está fuera de tus ligas. Ella es mía — mis palabras salieron sin ni quiera pensarlas.

Demonios, Sophia. Me estás poniendo mal.

— Tranquilo viejo — alzó ambas manos en muestra de rendición —, sabía que entre ustedes había algo más. Quién lo diría, el heredero del grupo Kim, encontró a su primer amor en un naufragio. Que romántico.

— Cállate — hice una seña con mi dedo índice para que se callara. No quería que Sophia escuche eso.

—Mi ropa, mono. ¿Dónde está?

Le quité la bolsa a mi mejor amigo y corrí hacía la puerta del baño para entregarle su ropa. Ni siquiera tuve la delicadeza de mirar que es lo que había dentro de la bolsa.

— Vaya, vaya... El arrogante Kim fue domado — replicó Alexander.

Sophia me había recibido la bolsa de ropa por la rendija de la puerta entreabierta.

Mi cabeza era un auténtico lío. Había quedado expuesto ante mi mejor amigo, ahora no parara de joderme con eso y había estado a punto de follarme a Sophia.

¿Qué carajos pasa conmigo? No puedo caer en la tentación, ella no se merece esto. Ella es tan dulce, estúpida a veces, ingenua, divertida, curiosa por el mundo, es tan Sophia Scarlett.

 Ella es tan dulce, estúpida a veces, ingenua, divertida, curiosa por el mundo, es tan Sophia Scarlett

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AMAR FUERA DEL AGUA [01]Where stories live. Discover now