CAPÍTULO 4

48 11 18
                                    

Misma noche del viernes 15 de septiembre, diferentes protagonistas, como cada décimo quinto día del mes se juntan en su pueblo natal los tres mosqueteros para una salida, no importará qué, también para el Oktoberfest en Alemania, a platicar lo que les ha pasado, pedir ayuda, aconsejarse, jugar, relajarse o hasta hacer bromas que uno pensaría que son demasiado inmaduras para ellos. Pero como es su lema: Soy un adulto con el alma de un niño.

Así que se encontraban en la casa de Tommy Park, en el lado contrario de la residencia Adams, sentados en la mesa del comedor, al centro con un tazón lleno de frituras y dinero en efectivo.

-Miren y lloren. -dice Matthieu Fitzgerald, el primo de Kenna, mostrando una escalera en sus cartas, listo para llevarse el dinero a su lado.

-Estoy fuera. -se rinde Tommy mostrando cinco cartas que no lo ayudan ni siquiera a competir para el empate con Matthieu, así que va por su segunda cerveza. - ¿Quieren otra? -les ofrece mientras va en camino.

-Cariño, desde hace dos años que estás fuera. -le dice burlón Matthieu, mientras se estira en su asiento. -Y cielo tráeme otra oscura. -y se lanzan a reír los tres. – ¿Y ya la viste? -pregunta serio, algo muy raro de él.

-Sí, hace un mes que...-empieza su relato encaminándose al comedor ya con las dos cervezas cuando lo interrumpe Leonard Abbot.

- ¡Gané! -festeja cuando pone a la vista sus cartas y se ve que es una escalera real, que es la mano más famosa del póquer e invencible; arrastra el dinero hacía él a la vista de un confundido Matthieu al no a ver notado que su mayor adversario sería el primo de la alegre Delfina.

-Te deje ganar. -dice enojado, lo que se debe saber con esta familia tanto Adams como Fitzgerald son calculadores y jamás admitirán una derrota.

-Claro, como digas y lo siento Tommy, pero ¿qué decías? -contesta Leonard mientras va contando el dinero y lo va guardando en su billetera, finalizando la partida de póquer.

-Ah, que hablé con ella hace un mes, pero no fue mucho, estuve más tiempo con sus malvadas primitas que me hicieron limpiar todo el jardín sin darme cuenta. -relata y cuando finaliza le da un largo trago a su cerveza. -Matthieu, algo que me quieras decir que haya pasado en mi ausencia, digo de los tres tu eres el que pasa más tiempo en el pueblo y has estado más cerca de los negocios de los Buganvilla, he oído que desean construir un edificio, pero desconozco lo que habrá ahí. – ya sentado Tommy, deja su cerveza a un lado y empieza a recoger las cartas con las que segundos atrás estaban jugando.

-Bueno, sí, es cierto que quieren construir, pero no un edificio, quieren restaurar el viejo quiosco y devolverle sus años de gloria, pero ya no he hablado tanto con Fresia desde que intentamos salir y bueno las cosas no salieron. – menciona haciendo que Leonard escupa su cerveza en la cara de Matthieu para soltarse a carcajadas y Tommy en estado de shock para reírse, pensando en un comentario para dejar al rey de las bromas noqueado.

-Ya quisieras que ella te hiciera caso, digo en secundaria fue..., ¿quién, Tommy? -pregunta Leonard intentando recordar las falsas conquistas de su amigo, el mayor engreído e impetuoso que conozca.

-Déjame pensar, ah ya, la Maestra Rizzo, mi hermana, creó que Corinne Doskas, ¿te acuerdas del gancho que le dio en el estómago por siquiera pensar que ella le daría un beso y más su primer beso? -expone Tommy haciendo que los dos se rían de tal desgracia más el susodicho ponga cara de pocos amigos y parezca que no tiene fin con su cerveza.

-Aunque claro, nunca me he podido responder el por qué no ha bromeado con Delfina, digo entiendo que con Kenna no, es su prima, pero Delfina. -suelta Tommy con una sonrisa de guasón mientras ve cómo se atraganta Matthieu con su bebida.

El Secreto de La BuganvillaWhere stories live. Discover now