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—Estoy asustado, tanto así que mi corazón se agita, ¿Por qué el destino está celoso de nosotros?
Susurro sentado sobre una de las mesas del jardín de la preparatoria, los audífonos pegados en mis orejas impiden que escuchen la voz melosa de Sofía. Me gustan los ratos libres entre clase porque son mi manera de escapar de las absurdas conversaciones del equipo de rugby, ser el hermano menor del capitán no es tarea fácil. Dejo de oír la música de uno de mis oídos, rasco la punta de mi nariz y con mis ojos recorro el cable hasta topar con unos dedos que lo sostienen.
“—Un día de estos quedarás sordo –sonríe de media luna marcando uno de sus hoyuelos. —¿Hiciste la tarea del Señor, Rosales?”
Se a dónde quiere llegar con esa pregunta, necesita copia. Esto sucede cada vez que conoce al supuesto amor de su vida. Pongo pausa a la canción, tomó mi mochila deslizando uno de sus cierres y sacó mi carpeta de apuntes dándoselo.
—Son las últimas dos semanas, Sof, debes concentrarte. –aprieto mis labios formando una delgada linea mientras la observo.
Hoy tiene puesta una playera color mostaza ceñida bajo el pantalón azul de tiro alto que combina con sus zapatillas deportivas blancas, su cabello esta atado y algunos mechones rebeldes caen por su frente. Es tan hermosa.
“—Creo que lograré copiarla si le quito algunas cosas. –muerde la goma de su lápiz leyendo lo que está escrito con tinta negra en las hojas”.
—Tal vez. –exhalo profundamente, enredo con mis dedos el par de audífonos y los meto adentro de un bolsillo de mi chaqueta marrón.
“—Wow, ese fue un gran suspiro. –dice, despega sus orbes mieles de la carpeta y toma asiento a un lado de mí. —¿Acaso estás enamorado?”
De ti, pienso y niego.
—Estoy cansado. –miento —Es semana de exámenes, y tengo aun dos proyectos por entregar. -me pongo de pie y coloco la correa de la mochila sobre mi hombro.
“—Por dios, eres el mejor alumno de nuestra generación. –me imita y se coloca frente a mí tratando de dar con mis ojos. —¿Qué sucede, Shawnie? –coloca su dedo anular en mi mentón y me obliga a verla. —Las tareas no te traen así”.
—Tengo sueño, solo quiero llegar a casa y dormir. –una comisura se sube y formo una sonrisa de media luna. —Nos vemos en la clase de trigonometría.
Paso a un lado de su cuerpo y cruzo el jardín. Ella nunca me verá mas allá de su mejor amigo. Camino por el corredor que da a la biblioteca y entro enseñando mi credencial a la señora Martha quién me obsequia un: “Buenos días” antes de pasar. Ubico mi lugar de siempre frente al gran ventanal y tomo asiento, observó el pintoresco paisaje de nubes naranjas y me pierdo por unos minutos. Varias frases comienzan a emerger en mi mente, abro los ojos y las plasmo a garabatos sobre una hoja de papel celeste que encuentro dentro de mi chaqueta. Cada diez segundos mis ojos viajan al frente degustando la vista, sin embargo, en una de las tantas idas mis iris se topan con una escena dolorosa; Sofía con el intento de caballero debajo de la sombra del árbol dónde hace unos minutos yo estaba. Dorian la abraza por la cintura dejando besos por todo su rostro, ella sonríe feliz acunando el rostro de su amado entre sus manos. ¿Parecen la pareja perfecta, no es así? Lo fuera si yo estuviera en su lugar.
