Capítulo II : Sesiones de fotos

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Sarada le había confesado que no le agrada y, además que no quería ir a la sesión de fotos porque estaba empapada, ¿y ahora cómo debía actuar? El rubio estaba cansado de toparse con niños malcriados que solo sabían sacarlo de sus casillas. Para eso sí que eran buenos. Dejó escapar un leve suspiro y apoyó ambas manos sobre el volante, salió del campus universitario y tomó la ruta que iba directo a la ciudad. No iban a cancelar la sesión de fotos solo porque ella no quería ir y aunque podía, tranquilamente obedecerla, no lo haría. Sarada miraba al frente con una expresión de hartazgo, cruzada de brazos y con la toalla sobre su falda. Su hermosa blusa traslucía su corpiño sin que ella se percatara. Boruto solo se concentró en la carretera con las cejas fruncidas.

—¿Me llevarás a casa?

—No. Debemos hacer esa sesión de fotos, Sarada—espetó—. Si no lo haces...

—¡Tu no eres mi padre!—le gritó molesta—. Y ya te dije que no iré con estas pintas.

—Ah—suspiró con rabia.

Tenía un punto. No podía negar que no podría asistir a la sesión toda empapada, hasta su cabello se veía desalineado, tenía razón. Rodó los ojos una vez más, tratando de calmarse, quería encender un cigarrillo y no lo haría si estaba la calefacción encendida. Carraspeó. Miró al frente buscando una solución. ¿Qué era mejor? ¿Cancelarlo? Posiblemente. Inclinó la mirada hacia ella, notó sus párpados caídos, le daba la sensación de que no era un buen momento. ¿Qué había sucedido? Al entrar a la ciudad imaginó que sería mejor llevarla de regreso a su hogar. Así que dobló en la primera esquina que iba hacia la zona donde vivía.

Sarada no se sentía con humor para ir a la sesión, pero tampoco quería faltar. Solo que se sentía pésima por las vestimentas que llevaba puesta. No iba a presentarse a trabajar con ese aspecto deplorable. Bajó la mirada. Boruto no tenía la culpa de lo que pasó en la parada. Sabía que estaba enojada por lo que habló con él. Se sentía frustrada y sin ganas de nada. Se aferró a sus brazos intentando esconder un sollozo. El rubio se percató del sonido extraño y volteó para comprobar que estaba llorando. No la entendía.

—Está bien, te llevaré a casa—apresuró a decir preocupado.

Ahora se sentía mal por haberla obligado a asistir a una sesión de fotos toda empapada. Decidió marcar el número de teléfono de la editorial y dejó el alta voz encendido. Al pasar unos segundos contestaron. Boruto habló.

—Lo siento, no podremos ir a la sesión de fotos. ¿Podemos arreglar para mañana bien temprano? Sarada está empapada por la lluvia y...

>>De acuerdo. Sin falta mañana—dijo la mujer.

—Gracias, vieja Tsunade.

La mujer emitió un graznido y colgó el llamado. Al colgar el llamado, la chica seguía ensimismada en sus pensamientos, ¿qué le había pasado? Sentí curiosidad y no sabía si era buena idea preguntarle. No quería que se metiera en su vida privada, no era lo correcto, pero la preocupación era importante. Tragó con fuerza y detuvo el vehículo en el semáforo. Bajó la mirada hacia la pelinegra.

—¿Acaso pasó algo?

Ella no respondió. Solo mantuvo la cabeza gacha, sujetándose de los hombros, parecía que estuviera pensando en algo. El rubio masculló. No tenía sentido seguir intentando si no le diría nada sobre lo que había ocurrido. Tampoco tenía que saberlo, ¿verdad? El teléfono de Sarada sonó y pareció recibir una notificación, lo abrió, la pantalla iluminó su rostro empapado. Ahí comprendió que sí había sucedido algo malo solo que no entendía qué. Apagó la pantalla y guardó el teléfono en su bolsillo. Boruto siguió el trayecto en un silencio que los incomodó. Cuando se detuvo frente al edificio, la lluvia todavía no cesaba del todo, así que le prestó el paraguas:

Indomable Encanto (Borusara)Where stories live. Discover now