Día 6 | Recharge

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Pareja: ShinKami

Canción: Here comes the sun - The Beatles 


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Kaminari conocía muy bien los estados de ánimo de su novio. Lo había aprendido después de dos años de relación y sobre todo porque uno de sus pasatiempos favoritos era analizar las reacciones del chico pelimorado.

Por ejemplo, sabía que cuando su novio estaba enojado con él, lo que solía hacer era arrugar la nariz de una forma curiosa, formando tres líneas en el puente de esta. Y ante todo, evitaba mirar directamente a Kaminari. Nunca alzaba la voz ni dejaba de hablarle, como hacían muchos. Pero no lo miraba en ningún momento.

Así que Kaminari se esforzaba en hacerle mimos a su novio huraño hasta lograr que lo mirara a los ojos. Cuando Shinsou se lo proponía, podía ser bastante caprichoso.

También sabía identificar cuando estaba preocupado. Sus manos no dejaban de moverse inquietas y solía pasarse la mano derecha por el cabello, desordenándolo más. Cuando estaba en época de exámenes, aquello era algo común en Hitoshi, por lo que Kaminari comprendió de inmediato lo que sucedía.

Y lo hacía para solucionarlo era solo darle unos cuantos besos en la boca y las mejillas para lograr que su novio se relajara. Kaminari sabía que Shinsou era débil a sus besos.

Pero también había una situación donde Kaminari podía leer al instante a Shinsou. No era muy difícil de captarlo, al fin y al cabo su pareja era algo obvia.

O quizás el rubio se había acostumbrado a verlo con atención.

En aquel momento, sentado en el sofá frente al televisor, lo que Shinsou hacía era pasarse las manos por el cuello y soltar de tanto en tanto suspiros entrecortados. Cerraba los ojos y movía la cabeza de un lado a otro estirando los músculos.

Kaminari, quien estaba sentado en la mesa terminando una de sus tareas de la Universidad, miraba cada movimiento de Shinsou. Ni siquiera su novio veía la televisión, al parecer el malestar era mayor que cualquier otra cosa.

Shinsou estaba estresado. Lo adivinó de inmediato.

Su novio últimamente había tenido días difíciles. Ya llevaban un año y medio viviendo juntos, lo decidieron después de haber iniciado la universidad ya que sería más fácil compartir los gastos y era un apartamento que quedaba cerca de su universidad. Pero para poder pagar todo a fin de mes, ambos chicos habían tomado empleos de medio tiempo.

A Kaminari le resultaba fácil porque trabajaba con su amiga Jirou en el bar donde ella tocaba. La chica lo recomendó al dueño y este no tuvo reparos en aceptarlo. La paga era justa y los horarios no eran muy exigentes.

Sin embargo, a Shinsou le tocaba un poco difícil. Los turnos eran rotativos, por lo que a veces debía trabajar en la noche y al siguiente día tenía que ir directo a la Universidad. Trabajaba en una tienda de comestibles que mantenía abierta las veinticuatro horas.

Por tal motivo, su novio no tenía un buen sueño y eso le estaba afectando. Cuando llegaba a casa, lo primero que hacía era darse una ducha y luego irse a dormir.

Kaminari se mordió el labio, pensando en una forma de ayudar a su pareja. No le gustaba verlo así de estresado, era algo que también lo preocupaba.

Fue ahí que el bombillo en su cabeza se encendió y se levantó de la silla con rapidez, provocando un fuerte sonido, aunque Shinsou no volteó en su dirección.

El pelimorado estaba semi acostado en el sofá, apoyando la cabeza en el respaldar.

Segundos después, Kaminari se sentó con fuerza al lado de Shinsou, logrando que se sobresaltara y lo mirara con duda. El rubio lo contempló con una enorme sonrisa y señaló su regazo con ambas manos, sin añadir nada.

—¿Qué pasa? —masculló Shinsou, alzando una ceja.

Kaminari agarró la mano de su novio, jalándolo hacia él.

—Que seré tu almohada por un rato. Puedes apoyarte en mí todo lo que quieras —explicó Kaminari, volviendo a señalar su regazo como si estuviera ofreciendo en venta algún electrodoméstico.

—¿Ah? —preguntó Shinsou, entrecerrando la mirada con duda.

—Lo que oíste, bebé —dijo Kaminari, sin importarle en lo absoluto la mirada confundida de Shinsou y terminándolo de jalar hasta que se recostó en parte sobre él—. Sé que has estado muy cansado últimamente, tus ojeras se hacen más grandes cada día y me preocupas.

Shinsou emitió una risita sardónica, negando con la cabeza.

—Lamento decirte que nací con estas —replicó, refiriéndose a sus ojeras.

Kaminari lo ignoró, siendo persistente en su labor de que Shinsou se recostara por completo en su regazo. El pelimorado no entendía nada de lo que sucedía, pero después de unos segundos en resistirse, desistió y con un suspiro se apoyó en las piernas de su intenso novio.

—No me gusta verte así, por lo que quiero que descanses —comentó Kaminari, dirigiéndole una enorme sonrisa a Shinsou—. Y yo tengo suficiente energía para los dos, así que intentaré darte un poco. Será como si te estuviera recargando.

—¿Recargando? —repitió Shinsou, observando el sonriente rostro del rubio. Este parecía convencido de que su idea era la mejor de todas y Shinsou no tenía la fuerza suficiente como para decirle que no—. Aunque tus rodillas no son muy cómodas que digamos.

Kaminari amplió la sonrisa, sabiendo que había ganado en aquella ocasión.

—Yo sé que te gustan —contestó Kaminari en voz baja, empezando a acariciar el suave cabello de su novio—. Ahora calla y descansa.

Shinsou emitió una risita lenta, semejante a un silbido. Cerró los ojos, sintiéndose bastante relajado con las caricias del rubio. Las manos de Kaminari eran cálidas y tiernas, como si estuviera tratando con algún tesoro preciado.

La sola idea hizo sonreír más a Shinsou y se acomodó mejor en el regazo de su novio, dejándose llevar.

—Lo que digas, mamá —bromeó, dando por terminada la conversación.

La expresión "recargando" quedó resonando en la mente de ambos chicos. Y analizándolo, era algo que aplicaba bastante para ellos. Cuando estaban juntos, los dos sentían como si sus energías se vieran renovadas. Kaminari era un chico enérgico y juguetón, mas cuando estaba con Shinsou, todo su interior se sentía en calma. Y lo mismo sucedía con Shinsou.

Estar juntos era la definición perfecta de lo que era la armonía. Un estado de paz completo que no podía ser interrumpido por nada.

Tal y como se hallaban sus corazones en ese instante. En absoluta paz.

Espirales de luz |Denki Kaminari Week 2019|Where stories live. Discover now