CAPITULO 28

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A pesar de haber tenido un día agotador, soy incapaz de que me entre sueño. La cantidad de emociones que he tenido hoy me obligan a mantenerme despierta.
Son las tres de la madrugada y estoy inversa en buscar información sobre el Programa de Refuerzo Humano. Es un filón muy fuerte, y si consigo relacionarlo con Zoolan Rice podría ser su fin.
Diablo me ha escrito hace un rato accediendo a darme la información que sea necesaria. Hemos quedado por la mañana en una cafetería de la zona inglesa. Es la que más seguridad tiene.
Por las noches hay una tranquilidad increíble. No se escucha ni un alma, sólo el murmullo de las olas y la suave brisa que se cuela por las ventanas.
De repente, un golpe en el piso inferior hace que me sobresalte. Alarmada cojo lo primero que encuentro que sirva para golpear.
Salgo con cuidado de la habitación empuñando el paraguas con ambas manos. El pasillo está oscuro y completamente vacío, así que bajo las escaleras en sumo silencio. Apenas respiro y noto cómo el corazón me late con fuerza en el pecho.
Consigo llegar a la entrada sin altercados y me quedo quieta para escuchar si hay alguien en la cocina.
El sonido de pasos me deja bien claro la situación del intruso. Me acerco con lentitud a la puerta y al ir a entrar me choco contra una sombra que pensaba salir.
Ambas pegamos un grito por el susto y yo procedo a usar el paraguas contra ella.
No sé de quien se trata pero si se ha colado en la concentración no creo que sea buena gente.
-¡Quita, quita, quita!
Su voz se me hace conocida pero a pesar de ello sigo asestándole golpes sin pararme a buscar el interruptor de la luz.
Debido al escándalo que estamos montando, los chicos no tardan en venir a ver que sucede. Ellos sí que prenden la luz y por fin consigo divisar a quien estoy pegando con un paraguas.
Una mata rubia está agazapada en el suelo mientras chilla que me detenga.
-¿Por qué un gato habla?-pregunto alucinando mientras me pellizco para saber si es un sueño o no.
Nadie me contesta, sólo veo a Blaze pasar por mi lado corriendo para ayudar a quien está tirada a mis pies.
-¡Está loca!¡Ha intentado matarme!-Opal se levanta con ayuda del rubio y me mira con odio mientras se intenta colocar bien el pelo.
-Opal, ¿qué haces aquí?-hasta su propio novio está extrañado por su presencia.
-Habéis perdido. He visto el partido. Pensé que eso significaba que las gerentes necesitaban una ayuda mucho mejor que la que tienen con esa.-me señala despectivamente.
Levanto el paraguas con el deseo de estampárselo en la cabeza pero Xavier me baja el brazo haciendo presión con su mano.
-Pues no, estamos bien así.-David la mira con los ojos entrecerrados.-No necesitamos más ayuda.
-Exacto, Adri es la mejor.-Kevin tampoco parece muy contento con ella.
-No puedes aparecer así de repente, Opal.-le recalca Blaze aún con sus manos en su cintura.-Tienes que avisar. Podrías habernos matado de un infarto.
-Pero cariño...¡Me necesitáis!
-Ya está haciendo pucheros.-protesto mirando a los demás.-Ni tres minutos ha tardado, por el amor de Dios.
Pongo los ojos en blanco mientras la veo espachurrarse contra el torso del pelo pincho para luego besarle como si los demás no estuviéramos delante.
Las miradas recaen en mí mientras me hago paso entre ellos dispuesta a irme a mi habitación. No quiero ver otra vez el mismo espectáculo.
Hurley me para los pies y me pide con la mirada que no deje que esto me afecte.
-Hurley, tu cara de cordero degollado no va a funcionar.-le digo con voz triste.-Esto es peor que una pesadilla.
-Y que lo digas.-se une Nathan.-¿No tenéis la sensación de vivir en el día de la marmota?
-Sí, se llama suplicio.-añade Caleb entrando también el la conversación.
Aprovecho su llegada para desaparecer e irme a mi cuarto. Era lo que quería hacer desde un principio.
Me meto entre las sábanas y cierro los ojos con fuerza. Aún tengo la esperanza en que esto sea un sueño y me despierte con la cabeza pegada al teclado del portátil.
(...)
Axel estaba de un humor de perros y totalmente devastado. Opal había vuelto de improvisto con ganas de arruinarle lo que quedaba de mundial.
Se preguntaba si su metedura de pata con Adrianne el día de la fiesta de la selección inglesa tendría algo que ver con la llegada de la única hija de los Hell.
Ambos se habían quedados solos en la cocina con la excusa de que ella necesitaba tranquilizarse por culpa de la chica que volvía loco a su novio ficticio.
-Estoy cumpliendo el trato.-argumentó mientras la veía tomarse un té.-No he hecho nada.
-No te lo crees ni tú, Axelito.-habló la rubia lanzándole una mirada llena de malicia.-Te pensabas que porque estuviera lejos no me iba a enterar...Lo sé todo. Y déjame decirte que intentar besarla fue una cagada muy gorda.
-Dime algo que no sepa.-resopló.-Lo estoy pagando cada día. Cada puñetero día.
-Y más que lo vas a pagar.-se relamió los labios.-Aunque tal vez lo haga Adrianne por ti.
-Déjala en paz.-le pidió desafiante.-A mí hazme lo que quieras pero ella no tiene la culpa de nada. Es más, me rechazó.

-Normal, sabe lo que le conviene.-se miró las uñas por un segundo.-Parece más tonta de lo que en realidad es.
Opal se contoneó alrededor de su perfecto y delicioso novio con una sensualidad que a Axel le daba repulsión.
-¿Qué te parece si celebramos mi vuelta a tus brazos?-cuestionó pegada a su oreja para luego depositar un beso en su cuello.
-Ni de coña.-la apartó de un movimiento brusco.-Antes prefiero cortármela con un cuchillo.
-No decías eso la última vez.-se rio.
-Pensé que...-se mordió el labio inferior con rabia.-Da igual. Pero no le pienso hacer eso a Adrianne.
-¿Hacerle qué? Te recuerdo que no sois nada, y por su bien debería seguir así.-recalcó.-Además, ella te está olvidando. No le importas. Te ha sustituido.
-Eso no es verdad.-negó sin querer creerse ni una palabra de Opal.-Nuestro amor es más poderoso que cualquier cosa.
-¿Estás seguro?-dejó unas fotos encima de una de las mesas.-Y eso no es todo. Paolo Bianchi avanza a pasos agigantados.
Blaze echó un vistazo a las fotos y su corazón se congeló cuando vio a quien había sido su novia en los brazos del dios.
Tragó en seco mientras las lágrimas le recorrían las mejillas. El dolor que estaba sintiendo era el mismo que Adrianne notaba fluir por su cuerpo cada vez que él estaba con la rubia.
Era plenamente consciente de que no podía culparla. Ella se merecía ser feliz en os brazos del que le diera la gana pero no podía dejar de sentir rabia y celos.
Jamás debió aceptar ese maldito trato.
-No llores, cariño.-la joven le secó las lágrimas con sus dedos congelados y huesudos.-Me tienes a mí. Y siempre vas a tenerme.
Axel no dijo nada más. Se dio media vuelta y subió a su cuarto sumido en un llanto que apaciguaba tapándose la boca con ambas manos.
Cuando cerró la puerta tras él se percató que Caleb estaba tumbado encima de su cama mirando su teléfono móvil.
-¿Podrías darme eso y dejar de cotillear mis cosas?-le preguntó a trompicones y sin ningún tipo de autoridad.
-La chica es lista pero no lo suficiente como para no mandarte mensajes amenazantes.-bloqueó el móvil y lo dejó donde lo había encontrado.-Vaya, ¿te pasa algo?
El pelo pincho intentó explicarle al moreno que ocurría pero sólo pudo soltar un amargo suspiro antes de que, de nuevo, gotas saladas le inundaran los ojos.
Stonewall se acercó y le puso una mano en el hombro con intenciones de que se relajara pero lo único que consiguió fue que el rubio se colgara de su cuello.
-Voy a coger complejo de pañuelo.-puso los ojos en blanco.
-¿Qué?-preguntó el otro aún aferrado al hermano de Adrianne.
-Que si quieres un pañuelo.-añadió el otro.
-No, no gracias.-murmuró.-Soy idiota, ¡sabes?
-Sí, claro que lo sé.-afirmó.-Podrías haber solucionado el problema de muchas formas desde un inicio, pero ahora no tiene una solución tan fácil. Hay que darle un poco al cerebro.
-Gracias por animarme, eh.-ironizó.
-De nada.-lo apartó un poco de él con ambas manos.-Y deja de moquearme la camiseta. Es nueva.
Sin ninguna delicadeza sentó a Blaze en la cama y le miró con su sonrisa picara. El de la cresta sabía perfectamente que ni su  hermana ni Axel lo estaban pasando bien con la situación pero no podía juntarles y decirles que toda la culpa residía en Zoolan Rice y que Opal sólo era un inconveniente.
-¿Me vas a contar qué ha pasado o vas a seguir lloriqueando?-le preguntó con los brazos cruzados.
-Tú hermana se ha liado con Byron. Y Opal me ha dicho que Paolo está acechando.-hablaba con la voz nasal.-No puedo culparla pero me duele.
-Esa chica llega tarde.-resopló.-Lo sé desde hace unas dos semanas...Y sí, Paolo está esperando su oportunidad. Yo me daría prisa si fueras tú en resolver este asunto. El tiempo pasa y el italiano es mucho italiano.
-Caleb, en serio, si no vas a ayudar mejor vete.
-Te estoy ayudando.-afirmó.-Te digo la verdad para que espabiles. No voy a estar diciéndote que todo saldrá bien porque sería mentira. No sé que va a pasar mañana ni que sucios trucos tiene Opal, pero si no colaboras y te quedas esperando a que el tiempo pase y las cosas se arreglen por arte de magia no puedo hacer nada.
-Tienes razón...
-Ya, casi siempre la tengo. Aunque todos penséis que no.
-¿Y tienes un plan?
-Por supuesto que tengo un plan.
(...)
La luz cegadora de la única lámpara que hay en la habitación me obliga a abrir los ojos y asesinar con la mirada a quien sea que se le ha ocurrido la gran idea.
La plasticosa de Opal me mira con superioridad sin ningún miedo mientras va metiendo un par de maletas rosas palo en mi cuarto.
-¿Qué esté yo dentro no te hace una idea de que este cuarto esté ocupado?-le digo de mala gana.-Vete a dormir con Axel y déjame en paz.
-Ah, no, no, lo siento pero ahora esta es mi habitación.-me contesta con su voz de delfín.-Vas a tener que marcharte.
Me pongo de pie preparada para patearle el trasero y echarla por la ventana si se tercia.
Intento empujarla hasta el pasillo pero la tía se me escurre y soy yo quien acaba fuera. Me cierra la puerta en las narices con un golpe seco.
Comienzo a aporrear la puerta con los puños sin cesar mientras grito que me abra.
-Te recuerdo que las zorras dormís en el bosque.-me suelta con una risita.
-¡Ábreme!-le exijo.-¡Ábreme la puerta o te juro por Dios que la tiro abajo!
-mañana puedes venir a por tus trastos asquerosos. No los quiero.-añade.
Dejo de ver la luz a través de la rendija que hay entre la puerta y el suelo mientras yo sigo dándole golpes dejándome las manos y la poca fuerza que tengo mientras me pongo roja de rabia.
Cuando he cogido carrerilla para lanzarme contra esta en un intento de abrirla por mi cuenta, Caleb me atrapa por la cintura deteniendo mi plan.
Tira de mí para apartarme de la que era mi habitación mientras yo pataleo sin consciencia de que puedo hacerle daño.
-¡Qué me sueltes!-grito.-¡Voy a entrar ahí y voy a arrancarle los pelos fritos esos que tiene!
Me tapa la boca con la mano para que permanezca en silencio y nos encierra a ambos en su habitación. Incluso echa el pestillo.
No me suelta hasta que no ve que he dejado de moverme como una culebra con claras intenciones de escapar.
-¿Ya?-cuestiona con la ceja levantada.-Eres una bruta. Me van a salir unos moratones del tamaño de China por tu culpa.
-Lo siento...-no era mi intención darle una paliza.
-Tienes que dejar de ponerte así cada vez que aparece. Principalmente porque pareces tú la psicópata y no ella.-me dejo caer en su cama.-¿Crees qué podrás aguantar que se quede?
-No lo sé. Puedo aguantar que esté con Axel pero no que me trate como me trata sólo porque su padre pone pasta en este equipo. Joder, no sabe ni freír ni un huevo y encima va pensando que es ama y señora del universo.
-¿No te molesta más que esté con Blaze?-pregunta alucinando.-¿Qué ha cambiado?
-Muchas cosas.-afirmo.-He aceptado que Axel y yo jamás volveremos a estar juntos y he decidido abrir mi corazón a otras personas.
-Ah...-me sonríe de manera poco convincente.-¿Y esas otras personas son Paolo?
-Tal vez.-murmuro.-¿Me vas a contar ya qué pasa con Axel? Sé que sabes algo que yo no sé.
-Ya te lo he dicho muchas veces. No tengo ni idea de nada.-se encoge de hombros queriendo aparentar que no sabe de que le hablo.
-Entonces explícame por qué defiendes a Axel.-le pido.-Hasta hace unos días te caía fatal y de golpe y porrazo te parece un pobre que no le ha quedado otra opción que esta.
-Adrianne, deja el temita. Es mejor que no sepas nada.
-¡Ajá!-le señalo victoriosa.-Así que hay algo...¿Qué le ha pasado a Blaze para que haga esto?
-No puedo hablar.-se niega en rotundo.-Y cómo no dejes de preguntar seré yo quien te eche a dormir al pasillo esta vez.
-Vale, no preguntaré más. Pero pienso averiguarlo.
-No lo dudaba.-asegura resoplando.-Pero primero resuelve el tema de Zoolan Rice. Ah, y decide si prefieres al italiano o al idiota ese que no sabe resolver sus problemas solo.
-¿Te pido opinión?
-Paolo siempre me va a caer mejor.-se ríe.-Lo siento por Blaze pero en esta familia está claro que Italia nos tira. Aunque bueno, la opción de Xavier o Byron siempre queda abierta.
Le miro mientras niego con la cabeza un tanto divertida.
-Tienes muchos pretendientes hermanita...Por favor elige bien.
Suspira y me da un beso en la cabeza. Sé de sobra que no le hace ninguna gracia que tenga chicos detrás de mí, ni mucho menos que me hagan sufrir.
Deja su barbilla apoyada en uno de mis hombros mientras noto como se relaja. Caleb pocas veces es él mismo, es mucho más cariñoso de lo que en verdad demuestra y no es tan brusco como todo el mundo piensa.
Cuando está conmigo es cómo si se quitase la capa de indiferencia hacia la vida con la que sale todos los días para pasar a ser solo Caleb, el chico al que le arrebataron todo cuando era pequeño. Incluso a sus padres.
-Cuando volvamos podríamos volver a tocar juntos.-comenta con cierto aire de añoranza.-Llevamos años sin hacerlo...
-Ya...Mi guitarra debe de estar cogiendo polvo en casa.
Hace meses que ni la toco, no he podido con todo este embrollo.
-Pues mi piano ni te cuento. desde que mi madre murió no he podido volver a pulsar ni una sola tecla.
Hace casi dos años.
A mi hermano le encantaba la música, algo normal conociendo a su madre. Y dedicaba todo su tiempo a tocar el gran piano de cola que tenían en casa.
Siempre pensé que sería un gran pianista pero la vida dio demasiadas vueltas y rompió sus esquemas.
-Lo volveremos a hacer juntos, no te preocupes.-le sobo la cabeza.
-Me recuerdas mucho a ella. Pasase lo que pasase siempre sabía que decir y que sonrisa poner, nunca dejaba que los demás la viesen mal incluso cuando nada iba bien. Nunca la vi llorar.
-Tu madre era genial.
-Y tanto que lo era...En serio, habría dado lo que fuera por volver a teneros a las dos juntas una vez más aquí conmigo.
-Caleb...
-El imbécil de tu ex novio me ha hecho ponerme melancólico.-asegura con tremenda rotundidad.
Me quedo callada mirándole con una sonrisa que no pensaba que iba a tener esta noche después del follón con Opal.
-¿En qué piensas?
-En que eres el mejor hermano del mundo.
Una sonrisilla tonta surca su cara y no tarda ni dos segundos en lanzarse hacia mí para comerme a besos.
-Y ahora a dormir, señorita, que es tarde y mañana hay entrenamiento. Esos lerdos necesitan a la mejor gerente que tienen en plena forma.
-¿Yo soy la mejor gerente?-pegunto una vez nos tumbamos en su cama.-¿Y Cammy?
-Ella es la segunda mejor gerente.
(...)
Espero a Diablo sentada en una terraza a la sombra. Hoy especialmente hace mucho calor, Caleb y yo lo hemos comprobado intentando dormir los dos en una cama de ochenta centímetros.
A primera hora de la mañana he ido a hablar con Travis y la única solución que me ha dado ha sido un encogimiento de hombros y una mueca de disculpa.
Luego me ha tendido la llave del sótano, que dentro de lo malo no me puedo quejar. Está bastante bien acondicionado y tiene pequeñas ventanas por las que puede entrar el aire.
Eso sí, me he sentido como Harry Potter.
-La puntualidad veo que no es lo tuyo.-recalco sin levantar la vista de unas hojas cuando el chaval se acerca.-Al parecer sí que te diferencias de Sharp.
-Perdona, hay mucho tráfico.
-No importa.-por fin clavo mis ojos en los suyos. Va sin las gafas y lleva el pelo suelto.-¿Quieres algo?
-No, acabo de desayunar.-niega mi propuesta con una sonrisa.-También quiero acabar esto cuanto antes.
-No me metas prisa.-bufo.-Sólo explícame en qué consiste el PRH.
-¿Cómo sabes...?
-Sé muchas cosas, Demonio. Pero necesito que me ayudes a parar esto.
Resulta que el programa se activa a través de un pitido y que depende mucho del cuerpo en el que se implante. Algunos lo toleran perfectamente y otros no tanto, como en el caso de Strada, pero siempre se acaba sufriendo efectos secundarios. Todos los que lo han llevado han acabado con lesiones permanentes que les han arrebatado lo que más amaban: el fútbol.
Strada me ha dicho que hay más información en la concentración de Os Reis pero que entrar sería una tarea complicada. Hay que prepararlo bien si no quiero que me pillen, Zoolan Rice tiene un buen equipo de seguridad.
De camino a la concentración voy pensando en cómo poder entrar sin que nadie me vea cuando puedo observar la mata de pelo azul de Edgar salir por la puerta de la cocnentración de Los Caballeros de la Reina.
-¡Partinus!-le llamo recordando la conversación de ayer a la noche con mi hermano.
El chico se acerca con su característica sonrisa y su porte de caballero.
-Un poquito de educación, señorita Dark.-me pide en broma.-¿Qué van a pensar los demás si la ven gritar de ese modo?
-Tan gracioso como siempre.-hago la contemplación mientras me río.-Pero encontrarte ahora es una señal del destino.
-¿Ah, sí?¿Y puedo saber por qué?
-Necesito que me eches un cable con un asunto...

Lucha (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora