CAPITULO 32

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Son las tres de la mañana y yo todavía no me he ido a dormir. Técnicamente ya es mi cumpleaños y Byron me ha llamado desde Corea en cuanto han dado las doce. No podía esperarse más.
Acabo de cerrar el Skype y me dispongo a subir las escaleras para ir al baño.
Cuando estoy a un par de escalones de llegar a la segunda planta un grito ahogado de Mark me sobresalta.
-¿Por qué gritas?-le pregunto con la mano apoyada en el pecho.-Que susto me has dado.
-¿Eso no era un Kappa?-señala hacia la ventana del final del pasillo.
-Ahí no hay nada.-puntualizo mientras paso por su lado.-Te lo habrás imaginado.
-Que no.-insiste agarrándome del brazo.-Adri, te juro que lo he visto.
-Mark, son las tres de la mañana, estás medio dormido y el pasillo muy oscuro.-le digo con lógica.-lo único peligroso que hay aquí mismo voy a ser yo como no me sueltes el brazo.
-Pero…
-A la cama.-le señalo su cuarto.
(…)
Entro a la cocina en pijama. Al parecer soy la primera en levantarme, algo extraño ya que siempre soy de las últimas en aparecer por aquí a las mañanas.
Es raro pero lo dejo pasar ya que tengo tanto sueño que sólo puedo pensar en un café recién hecho.
Me lo sirvo y lo tomo en absoluto silencio mientras comienzo a pensar que esta situación no es normal.
Aunque no estén en la cocina, siempre se les escucha danzar por el piso de arriba. Hay mucho trasiego para ir al baño a hora punta.
Me asomo por la venta para observar el campo. Vacío.
-¿Pero estos dónde están?-me pregunto a mi misma.
Subo hasta el piso superior aún con la taza entre mis dedos. Desértico.
-Chicos, esto no tiene ninguna gracia no…-la puerta de al lado se abre de par en par chocándose contra mí.-¡Joder!
El café salta por los aires cayendo de lleno encima de mi camiseta de pijama dejando una gran marca de color marrón claro.
-Adrianne, vaya, no te he visto.-se disculpa Thor rascándose la nuca.-¿Qué hacías pegada a la pared?
-¿No me digas?-le pregunto siendo sarcástica.-¿A ti no te han dicho que las puertas se deben abrir despacio? Es igual que el que corre con tijeras…
Hace caso omiso a mis palabras y atrapa la tela manchada entre sus manos arrastrándome con ella hacia él.
-Anda, te has manchado.-exclama.-Ven, ha sido mi culpa así que es mi deber limpiar este desastre.
-Thor, sólo es una mancha en una camiseta vieja de pijama. Da igual.-sigo con la mente en los demás.-¿Tú sabes dónde está el resto?
-Ni idea. Igual les han secuestrado.-dice como si nada mientras me lleva del brazo hacia la cocina de nuevo.
Me quedo blanca como el mármol. Un sudor frío me recorre la nuca y me pongo en lo peor.
-¿Tú crees?-cuestiono preocupada.
-¿Qué?-me mira raro.-Chica, era una broma no te pongas de ese modo.
-Una broma, sí.-intento darle la razón.-Entonces, ¿dónde están?
-Ahora les buscamos.-añade.-Pero primero vamos a limpiar eso.
Accedo porque no me veo capaz de hacerle cambiar de opinión. Thor es un cabezota de cuidado y siempre me trata como si fuese una de sus hermanitos pequeños.
Pasamos la cocina de largo y vamos en la dirección contraria.
-La cocina está…
Antes de que pueda acabar la frase me pega un empujón y me mete de cabeza al salón.
-¡Felicidades!
Me quedo sin saber como reaccionar. Los chicos me han tirado confeti encima y me han plantado una tarta gigante en la que pone “Felices diecisiete”.
-Ay…Gracias.-soplo las velas después de coger una gran bocanada de aire.
Mi deseo es simple. Sólo quiero que todos estemos felices y nada malo nos pase en este mundial. Ya está.
-Que conste que la tarta la hemos hecho entre todos los gerentes. Y la idea de añadirle las fresas es mía, claramente.-la voz resabiada de Willy no tarda en sobresalir entre la del resto.
Las chicas le miran con los ojos entrecerrados mientras le fusilan.
-Tienes suerte de que me haya alegrado la mañana que no estéis secuestrados y de que valore el esfuerzo de hacer semejante pastel.-le digo.-sino ya tendrías la cabeza hundida en él.
-¿Secuestrados?¿Por qué?-me pregunta Kevin riéndose.-Anda que no te montas películas.
Yo también me río pero un poco forzada. Con el tema de Zoolan Rice yo ya no me fío de absolutamente nada.
Mark no tarda en comentar su encuentro de anoche con un Kappa. No se lo ha quitado de la cabeza ni aún durmiendo.
-¿Un Kappa?-le pregunta Silvia sin creerle.
-Sí, lo vi anoche cuando iba al cuarto de baño.
-¿Otra vez con eso?-le pongo el brazo sobre los hombros.-Ya te dije que lo más probable es que te lo imaginaras todo.
-Que no.-me suelta convencido de él mismo.-Oí una especie de ruido, me di la vuelta y, ¡tachan!, ahí estaba. No os imagináis que susto me llevé.
-Yo sí. Pensé que te había pasado algo.-añado mientras veo como los demás le miran aguantándose la risa.
-Pero capitán, ¿estás totalmente seguro de que era un kappa?
-¡Qué es verdad!-sigue insistiendo.-Chicos, os digo que estaba allí. El kappa tenía la boca así.-se aplasta la boca con sus dedos haciendo una forma de pico de pato.-Y en la cabeza tenía algo como esto.
Se despeina y se pone una taza en la cabeza. Todos le miramos sin saber cómo decirle que sólo son imaginaciones suyas.
-Quítate eso de la cabeza.-le pido bajando la taza de nuevo a la mesa.-No la vayas a romper y tengamos que limpiar los demás.
-Nathan, ¿tú me crees, verdad?-mira a uno de sus mejores amigos esperanzado.
-Eh… Claro.-asiente con la cabeza sin saber muy bien que hacer.
-¿Y vosotros?¿Jude, Axel, Darren?
Jude niega sin impórtale mucho lo que sea que piense Evans sobre los kappas. Axel se encoje de hombros y sigue jugueteando con el trozo de tarta. Darren, en cambio, le sonríe y se ríe de manera nerviosa.
Siente cierta devoción por nuestro capitán desde siempre.
-Que no miento. Tenéis que creerme.
-Oye Mark.-le llama Xavier con cariño.-¿No comprendes que no has podido ver a un kappa? Porque esos duendes acuáticos son criaturas imaginarias. No existen de verdad.
-No, si ya lo sé pero…
-Seguro que en realidad te confundiste con otra cosa.
-Sí, con Adrianne. Se parece mucho a uno de ellos cuando se levanta.-bromea Scotty.
-¿A qué te dejo fuera de la fiesta?-le amenazo.-Te quedas exiliado con Opal y ya verás tú quien se ríe más de los dos.
-Vale, vale, ya me callo.
(…)
Los chicos están entrenando mientras yo me encargo de preparar mi fiesta de cumpleaños.
Tras una charla con Travis me ha permitido hacerla aquí. Hay un terreno que apenas se usa y es lo suficientemente amplio cómo para que quepamos todos. Además, no vamos a ser demasiados. Sólo los chicos, Paolo, algunos de la selección de Inglaterra, Krueger, Dylan y Bobby y Thiago.
Bobby y sus dos compañeros rubios de la selección han sido los primeros en llegar para echarme una mano.
Los tres han venido cargados con grandes cajas de plástico llenas de cervezas hasta arriba.
La mirada recriminatoria del señor Hilman nos frena a los cuatro.
-Sin alcohol.-le indico sacando una y exponiendo la etiqueta.-No voy a dejar que hagan un desmadre. No os preocupéis.
-Pero si de la que me preocupo es de ti.-me corrige entre risas.-Y a mí no me la cuelas. Tal vez a Travis sí pero yo aún recuerdo mi juventud.
-¿Seguro?-me burlo.-Eso pasó hace mucho tiempo.
-Más sabe el diablo por viejo que por diablo.-nos sonríe.-Con que no os paséis suficiente. Ya sabes que mantendré a Percival alejado de todo esto hasta la madrugada.
-Muchas gracias, en serio.
Lo que menos nos apetecía era tener que hacer una fiesta con el entrenador supervisando. Nos cortaba el rollo completamente.
-De nada.-parece avanzar pero se frena de golpe.-Ah, Bobby, recuérdale a Paolo que le estaré vigilando.
Me pongo roja como un tomate y suspiro mientras decido seguir el camino sola mientras ellos se ríen. Están muy pesados con el tema últimamente.
-Por cierto, te hemos traído esto.-Mark saca de una de las cajas una botella de Jagger.-Regalo de Erick. Dale las gracias a él.
-O a mí.-deja caer Dylan.-Que lo he traído hasta aquí.
-Bastante que te he dejado venir.-me río.-Aún tengo tiempo de decirte que te marches.
Para la hora de comer ya está todo montado y preparado para el final de la tarde. Edgar se ha pasado a media mañana para ayudarnos a colgar unas cuantas cosas más y, ya de paso, a darme un pequeño obsequio por parte de todos los ingleses.
Las chicas han preparado bolas de arroz con atún, las cuales les pirran a todos. Podrían estar comiendo todos los días eso y no se cansarían.
Entro en la cocina seguida de Bobby, que ha sido el único que se ha quedado a comer con nosotros ya que así podía pasar más tiempo con los demás.
Hago recuento de cabezas según entro y veo que me falta una cabellera pelirroja, una rosada y un niño pequeño.
-¿Por qué falta gente?-pregunto mientras me siento junto a Shawn.
-Xavier ha decidido quedarse entrenando durante un rato más y Kevin está persiguiendo a Scotty.-me responde este.
-Más les vale llegar antes de que mi fiesta empiece. Sino los mataré.
-Por cierto, ¿Axel te ha felicitado?
-Pues cómo todos.-me encojo de hombros.-Me habéis preparado una pequeña sorpresa a la mañana. Yo ya me doy por felicitada.
-Ya, pero quiero decir más íntimamente.-alzo una ceja.-Está claro que no.
-¿A qué te refieres? Ya sabéis que no quiero regalos. Lo dejé bien claro hace unos días.
-No, no, eso no.-frunzo el ceño.-da igual. Está claro que no lo va a hacer.
-¿Hacer el qué?
-Disculparse.-refunfuña.-Nathan y yo llevamos días detrás de él intentando que entre en razón. Está muy celoso.
-¿Celoso?-cuestiono indignada.-No tiene ni derecho a estarlo. Además, que es Axel. Él nunca se baja del burro. Es un orgulloso.
-Bueno, de todas formas cuidado con la fiesta. No quiero ver como alguien acaba con un ojo morado.
-De verdad, Shawn, eres don peliculitas.-me quejo.-vamos a divertirnos y a pasarlo bien. No quiero malos rollos ni caras largas.
-Está bien. Pero échale un ojo.
-Sí, sí, lo mantendré vigilado.
La puerta de la cocina se abre de manera brusca captando la atención de todos los presentes. Xavier y Scotty nos miran fijamente antes de agacharse mientras nos piden perdón.
-Lo sentimos.
-¿Eh?-todos les miramos con el ceño fruncido.
¿Por qué se disculpan?
-Pero…sino están enfadados.-afirma el pequeño.
-Venga, vamos, sentaos ya a la mesa.-les aprisa Celia.-Que os vais a quedar sin nada.
Los dos siguen parados con la boca medio abierta y observándonos como si los locos fuésemos nosotros.
-¿No estáis enfadados?
-¿Tenemos pinta de estarlos?-pregunto yo haciendo un gesto con las manos.-¿Por qué íbamos a estarlo?
-Bueno, pues porque ayer no volvimos a dormir. Nos perdimos tu fiesta, Adri.-comienza a explicar Scotty.-Debíamos haber regresado cuando el sol se estaba poniendo pero nos pusimos a jugar en pleno bosque con unos chicos muy raros así que…
Mientras nos relata la historia no para de mover las manos arriba y abajo.
-¿En el bosque?¿Pero de qué hablas?
-Genial.-exclamo.-Otros dos perturbados. No teníamos suficientes con el que ve kappas…
-habéis estado en el entrenamiento hace nada.
-¿Hace nada?
-Sí. Y mi fiesta es dentro de un rato.-indico.-Ayer vimos una película todos juntos, ¿recuerdas?
-Mirar que sois raros.-les dice mi hermano mientras mastica.
Decidimos seguir con lo nuestro porque no entendemos que les ocurre. Parece que el sol de por aquí no sienta muy bien.
-¡Scotty por fin te he pillado!-Kevin aparece derrapando y totalmente enfadado.
-Uy, este sí que sigue cabreado.
Los dos se marchan. Uno corriendo detrás del otro.
Xavier se acerca a nosotros con una sonrisa y aún un poco ido por alguna razón.
-Oye, Mark.-el capitán le mira con la bola de arroz en la mano.-Tenías razón tú con lo de los kappas. Sí, los kappas existen de verdad.
-¡Pero qué no le sigas el juego!-le grito.-Dios, que pandilla de desequilibrados… Yo, de verdad, que no puedo con vosotros.
(…)
En la fiesta todo el mundo se reía y bailaba al son de la música que Kevin ponía con la mesa de mezclas. La mayoría llevaban un par de copas de más y no prestaban atención a nada más que la conversación que mantenían con otros o a no pisarse a ellos mismos mientras botaban.
En cambio Paolo, se entretenía mirando como Adrianne movía las caderas y reía a carcajada limpia con cada chorrada que le soltaba alguno de sus amigos.
Claramente había bebido más de lo habitual, se le notaba en los coloretes rosáceos que le enmarcaban la cara, pero seguía tan guapa como siempre.
Enfundada en un vestido y con el pelo resbalándose por su espalda le dejaban bien claro al italiano que ella era una obra de arte en movimiento. Y que daría sus dos piernas con total de verla así de feliz siempre.
-No pasará nunca.-le recordó Edgar mientras seguía la trayectoria de la vista de su amigo moreno.
-¿Qué?-le miró confundido bajo la atenta mirada de los demás jugadores internacionales.
-Tú y Adrianne.-dio un pequeño sorbo a su gintonic.
Paolo curvó sus labios en una sonrisa un tanto tensa. No le había dicho nada a nadie sobre sus sentimientos. Sólo a Gigi.
-¿De qué hablas?-se hizo el lerdo.-¿Y por qué no?
-Has tardado tanto tiempo en atacar que ahora estás en la zona de los amigos.
-Friend zone.-dijo Dylan en inglés.-Eso duele.
-No estoy en esa zona.-aclaró el de ojos azules negando con la cabeza.-Para nada.
-Eres el rey de esa zona.-señaló riéndose.
-Muchas gracias Edgar. Me encanta que me ayudes tanto.
Shawn, que ya había dejado bien claro que iba a estar pendiente de los invitados, no lo había dejado pasar por alto. Ni él ni Axel, que llevaba toda la fiesta apalancado en una esquina semioscura.
Incluso Archer llevaba más marcha que él.
El príncipe de las nieves dejó de lado su conversación con Caleb para acercarse a la mesa de bebidas para coger un par de cubatas y acercarse al italiano de manera nada sospechosa.
No le conocía pero la mirada latente del de pelo blanco hizo que se diera la vuelta y los demás se esfumaran con absurdas excusas.
-¿Pasa algo?
-Sí, que como no te lances ya Axel acabará volviéndola a liar.-le endiñó la copa en una mano.-Así que dale. Bébete eso y ve a por ella.
-¿Y tú por qué me ayudas?
Bianchi no entendía por qué Shawn le estaba echando una mano en la conquista de su amiga. Pero esa razón él la tenía bastante clara. Adrianne le había salvado de la oscuridad y ahora le tocaba devolverle el favor.
No pensaba permitir que Blaze la volviera a partir el corazón. Le daban igual los motivos que le empujasen a estar con Opal, y que todo fuese una pantomima. Al final acabaría muy mal por su culpa.
-No preguntes tanto.-le sonrió.-Aprovecha el momento. Y cuida de ella, lo necesita más que nunca.
Conforme había llegado se dispersó entre los grupos de gente dejando a Paolo a cuadros. Tal vez tuviera razón o tal vez no, pero ese chico le acababa de dar el último empujón necesario para saber que era ahora o nunca.
Adrianne, ajena a todo esto, disfrutaba de sus decimo séptimo cumpleaños. Se había propuesto olvidarse del mundo por un rato y lo estaba consiguiendo. No tener a la rubia merodeando por ahí y ver como sus amigos se divertían le ayudaba.
-¿Me la puedo llevar un momento?-le preguntó a Jude.
-Toda tuya.-este le sonrió.
El italiano no dudó en atrapar la mano de la muchacha y llevarla hasta un sitio apartado del resto.
-¿Dónde vamos?-le preguntó esta mientras le seguía.-¿No pretenderás raptarme?
-Va a ser que no.-negó este divertido por las palabras de su amiga.-Sólo quiero darte tu regalo.
-¿Y no podías dármelo delante de Jude? Estaba a punto de reírme de él.
Era gracioso verla con un poco de alcohol recorriéndole las venas. Soltaba absolutamente todo lo que se le pasara por la cabeza sin darle importancia.
La llevó hasta la entrada principal de la concentración japonesa y se sentaron en el escalón de cemento que permitía llegar a la puerta.
-¿Y mi regalo?-cuestionó impaciente por ver que era.
-Ten.
Había estado todo el rato guardando una pequeña caja en el bolsillo derecho de su pantalón. En ella estaba guardado un colgante con una lágrima hecha de brillantes.
Le había costado un riñón pero no le importaba lo más mínimo.
-Para que no olvides lo mucho que brillas.-le recordó mientras se lo ataba al cuello.
-Es precioso, Paolo. Gracias.-dijo sincera la chica.-Ojalá pudiese tener alguien así al lado. Una persona que sea mi mejor amigo pero que a la vez haga que me estremezca.
-Sí.-afirmó mientras reunía fuerzas en su interior.-De hecho muy a menudo quien menos crees que sería capaz de hacer que te estremecieras podría ser precisamente al que…
La frase se quedó a medias. La puerta se abrió de par en par llevándose a Paolo por delante tirándole incluso del escalón.
-¿Qué hacéis vosotros aquí?-cuestionó un Hurley borracho.-Hay que divertirse no contarse historias para no dormir.
-Precisamente al que interrumpan.-acabó la frase el italiano sin que nadie le prestara atención.
-Madre mía, Hurley.-Adrianne se levantó.-Estás como una cuba…
-¿Y qué más da?-alzó los hombros.-Venga, vamos a bailar.
-Espera, espera.-rio ella.-¿Vienes, Paolo?
-Ahora iré.-le dedicó una sonrisa.-Vete yendo tú.
-Ya has oído al guapetón de ojazos azules.-comentó entre risas el surfero.-Vamos a pasarlo debuten.
Una vez la entrada volvió a quedarse en silencio, Bianchi resopló y se frotó la cara con ambas manos.
Le acababan de volver a interrumpir y, encima, se había llevado a Adrianne.
-¿Y esa cara?-Axel apareció por la misma puerta que los otros dos acababan de desaparecer.-¿Adrianne te ha dado calabazas?
-No.-le respondió escuetamente.
-Vaya, es una pena.-chistó con la lengua.-Entonces sigues en el juego.
-¿Qué juego?
-El de conquistar a Adrianne.
-Eso no es ningún juego. Y ella tampoco es ningún premio.-no le hacía gracia que hablaran así de cualquier mujer. No eran objetos de consumo.-Y mejor que no te escuche decir eso si no quieres acabar teniendo una puerta con tu silueta en esta casa.
Blaze se rio forzosamente. El italiano le sacaba de sus nervios. Era demasiado correcto con todo lo referente a Adrianne.
-No quería ser machista.-se encogió de hombros.-Pero una cosa te digo: Adrianne está enamorada de mu y ni tú ni nadie puede cambiar eso. Lo siento pero nos queremos.
-Para quererla tanto la estás haciendo sufrir mucho, ¿no?
-No es mi intención.
-pues lo parece.-añadió.-Si supiera que contigo iba a estar bien siempre no me importaría dejarla ir, pero visto lo visto no soy capaz de abandonarla en los brazos de alguien como tú.
-¿Alguien como yo?-la vena del cuello le latía con más fuerza.-tienes suerte de que aún no te haya reventado la cabeza. He visto como la miras.
-Ahí está el problema.-le señaló con el dedo.-No deberías preocuparte de quien la mira con amor o deseo, sino en hacerla feliz y estar agradecido porque ella también te ame como tú a ella.
-¿Eres don consejitos también?
Paolo suspiró y negó con la cabeza. Estaba claro que nada de lo que le dijera iba a cambiar su punto de vista respecto al amor pero, por lo menos, lo había intentado por Adrianne.
-Cuando la pierdas del todo no llores por ello.-le aconsejó.
(…)
Axel subió al piso de arriba tan cabreado que se podría jurar que le salía humillo por las orejas. Si Adrianne hubiese estado cerca le habría dicho que era una olla exprés pero lo único que tenía de ella en esos momentos era el silencio.
No le hablaba desde ese incidente en la entrada. Sabía que lo que le dijo no estaba bien pero era demasiado orgulloso para reconocerlo. Sólo habían sido cuatro palabras mal afortunadas.
Últimamente los celos le invadían cada tres por dos y, por mucho que sus colegas le avisasen, no era consciente de que debía redirigir su rumbo con la chica si no quería perderla para siempre.
-¿Subes muy pronto, no?-Opal estaba apoyada en su cama mientras jugueteaba con el cordón de su sudadera rosa.-Pensaba que tardarías más.
-La fiesta comienza a desfasar.-dio por finalizado el tema.-no quiero estar rodeado de gente borracha.
-Ya…-murmuró la rubia sin creerle.-¿No será que no soportas que Paolo se esté ganando el amor de Adrianne?
-No.-negó en rotundo.-Me da igual.
-¿Te da igual?-arqueó una ceja.-No te creo.
-Te lo pienso demostrar.
Sin dejarla ni abrir la boca se abalanzó sobre ella dejando que sus labios chocaran contra los de la rubia en un casto y frío beso.
Si Adrianne pensaba pasárselo bien, él también lo haría.

Lucha (Inazuma Eleven)Where stories live. Discover now