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Los días van pasando en acompañar a Lydia a sus terapias, ir yo a las mías, jugar en su celular o dibujar cosas sin sentido con ella, hablar de múltiples cosa o solo estar en silencio el uno junto al otro.

Ella es tan... opuesta a mí, positiva, con ganas de seguir, sonriente.

Con vida.

Me hace sentir bien, estos días me he sentido tan cómodo como no me he sentido con nadie más, ni con Holly.

—¿Cómo van tus terapias? —pregunta interrumpiendo el silencio y mis pensamientos.

El silencio, el silencio con ella no resulta tan frustrante.

—No ayudan. —respondo de forma simple.

—No van a ayudar si no pones de tu parte Calum.

—Entonces nunca ayudarán.

Silencio, ella bufa.

—¿Por qué?

—Ya he ido con psicólogos, hace mucho que voy, las pastillas y el hablarlo con ellos no me ayuda, ellos no entienden, solo hacen como si entendieran pero no es así. —respondo sin quitar la mirada del techo.

—¿Qué es lo que no entienden? —pregunta tímidamente.

—Lo que es sentirse sin vida, no tener un sueño, no tener personas que te ayuden y quieran, estar solo, el sentirse inútil e insuficiente en todo y que nada te salga bien, que no sos capaz de nada, que te juzguen, te critiquen, te digan cosas malas, te deseen la muerte, se burlen, el abandono, el rechazo, los malos pensamientos; el no tener fuerzas ni para salir de la cama pero tener que hacerlo, las ganas de llorar, la presión, el vacío.

Callo para tomar aire e intentar no llorar aún cuando ya una lágrima está rodando por mi cara.

—Ellos no me entienden. —concluyo.

Silencio.

Siento un apretón en mi mano y cuando volteo la veo mirar al techo con algunas lagrimas.

—Tienes a Holly, aunque no lo notes, de verdad le importas y te quiere, quizás tu mente no te deja verlo pero es así. —susurra. —Y ahora también me tienes a mí, no te dejaré solo.

La miro sorprendido.

Ella no aparta su mano de la mía ni yo de la suya y así nos quedamos.

Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora