Epílogo

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Hasta el momento seguía sin sentirse cien porciento confiada de su decisión, pero tenía la certeza de que vendrían cosas mejores. En caso contrario, siempre podría hacerle una visita a Freya para recriminarle haberla enviado allí; nunca era mal momento para despotricar en contra de su madre. De todas maneras, no era como si fuese a admitir su inseguridad en voz alta, menos cuando Tony había pasado los últimos diez minutos dándole indicaciones por teléfono de cómo mantener un perfil bajo.

—Estaré bien, Tony —dijo por quinta vez, en lo que balanceaba dos cajas llenas de cosas por el umbral de la puerta de su nueva habitación—. Bucarest es realmente hermoso. Más temprano pasé por la puerta de la Universidad Nacional de Música y se veía prometedora —dejó caer las cajas en el piso con un leve estruendo.

—Prométeme que te cuidarás —habló el hombre del otro lado de la línea, fallando en su intento de esconder el temor en sus palabras.

—Lo prometo.

—Tengo que irme. Estoy tarde para una cita —la muchacha rió mientras tomaba un sorbo de su botella de agua.

—Saluda a Pepper de mi parte.

Una vez que Tony le hiciera prometer -de nuevo- que se cuidaría, finalizó la llamada. Liv sonrió para sí misma, en cierto punto le agradaba saber que no estaba sola luego de haber perdido a la única familia que tenía, a pesar de que se hubiese ido de allí.

Observó a su alrededor y se hizo paso entre el laberinto de cajas. La sala había quedado terminada el día anterior y hoy, aprovechando que su nuevo colchón había llegado en el correo, se encargaría de su cuarto. Puede que Tony se hubiera extralimitado con la compra de muebles para el apartamento, sobre todo luego de las incansables insistencias de la chica respecto a tener el capital suficiente para hacerlo por su cuenta, pero debía admitir que se veía hermoso. Hizo una nota mental de llamar a Pepper para agradecerle el buen gusto y se metió de lleno a desempacar las cajas de su habitación.

Observó por la ventana, distrayéndose con la arquitectura de la ciudad. Todos los edificios tenían una fachada antigua, ninguno con ascensor, como aprendió una vez que se vio forzada a subir todas sus cosas por tres escaleras, pero valía la pena si podían verse como lo hacían. Además, estaba a tan solo siete cuadras de la universidad y sabía que eso le vendría a mano para las clases de la mañana.

Una repentina emoción se apoderó de su cuerpo. Tal vez estuviera ansiosa por comenzar las clases, sobre todo si significaba hacer las paces con su pasado y retomar la vida que quería, una vida en la que no tuviera que luchar contra villanos y llorar la muerte de seres queridos. Además, mantener la fachada de héroe era agotador. No sabía como Steve podía hacerlo.

Mañana pasaría por la Universidad para hacer los papeleos necesarios para su inscripción y en su camino de vuelta no le vendría nada mal comprar un piano. Después de todo, no podía llegar al primer día con las manos vacías y siempre tuvo fascinación por ese instrumento, más que por el resto. Tan solo esperaba estar a la altura de sus compañeros.

Dejó escapar una sonrisa ante sus pensamientos. Era la primera vez en un tiempo largo que divergían de muertes y tragedias. Lo consideraba una batalla ganada, lo que la dejaba un paso más cerca de ganar la guerra. Irse no había sido tan malo, después de todo. Nunca podría sanar en el mismo lugar en el que sufrió tanto. El nuevo aire le vendría bien.

Warzone Legacy || Pietro MaximoffWhere stories live. Discover now