Cerrando ciclos

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Una semana perdidos, sin celular, sin cámaras, sin tabletas, sin nada tecnológico cerca. Solos los tres disfrutando de la naturaleza y la tranquilidad.

Era justo y necesario, después de tantos altibajos lo que necesitábamos era... relajarnos.

A la finquita solo habíamos subido una que otra vez a supervisar los trabajos y el trasteo pero no nos habíamos quedado a dormir todavía.

Llegamos temprano le mostramos a Pilar las modificaciones y quedó encantada, sobre todo con la bañera. Era exactamente lo que quería, poderse acostar de noche con agua tibia a relajarse y ver las estrella a través del traga luz.

Al menos tres semanas estuvo cerrada y la capa de polvo era notoria. Abrimos puertas y ventanas para que circular el aire.

Nos cambiamos para estar mas cómodos: tenis, sudadera, camiseta. Pilar y yo nos amarramos de a pañoleta en la cabeza.

Cambiamos sabanas, colchas, hicimos aseo completo con escoba, trapeadora y sacudidor en mano. Thomas se anticipó al frío de la noche y se dedicó a partir algunos troncos con el hacha para poner al lado de la chimenea.

Nosotras con escoba y trapeadora nos paramos en la puerta para verlo en semejante, sudando, sin camisa, cuando levantaba el hacha se le marcaban todos los músculos del torso y las brazos. Volteó a mirarnos jadeando, nosotras nos hacíamos las locas moviendo los palos de un lado a otro, mirando para el techo y silbando.

- ¿Muy desocupaditas?
- Al revés, estamos muy muuuyyy ocupadas -contesté-
- Exacto, alimentando el ojo -me siguió la cuerda Pilar-
- Cuidado y les alimentan el ojo del fundillo

Pilar y yo nos miramos muertas de la risa, dimos media vuelta y nos bajamos la sudadera. Nos inclinamos hacia adelante y abriendo las nalgas le mostramos el asterisco.

Se escuchó que dejó caer el hacha y se vino corriendo. Nos subimos la sudadera y entramos a toda prisa a la habitación. Le dábamos vueltas por detrás de la cama y el nos trataba de agarrar, se tiraba por el medio de un lado a otro y corríamos coma niñas chiquitas muertas de la risa.

La altitud de Santa Elena me pegó fuerte y ya no tenía aire para seguir corriendo. Me alcanzó y me llevó cargada de la cintura a la parte de atrás de la cama, levantó el madero me metió la cabeza las dos muñecas y colocó los seguros.

Pilar tomaba aire en la piecera pero la risa no la dejaba recomponerse. Thomas la miró con hambre, empezaron caminando despacio, cuando el iba para la derecha, ella lo hacia para la izquierda, corrían, paraban se reían y volvían a hacerlo a toda velocidad.

Le daban vueltas a la cama, cuando Pilar pasaba me bajaba de a pocos la sudadera y luego pasaba Thomas y plasf su palmada. La risa le quitó la fuerza y antes de que la alcanzara se volteo para levantar sus manos y recibirlo de frente. Thomas entre cruzo sus dedos contra los de ella y la tiró en la cama dándole algunos besos entre carcajadas.

- Amor, soltame
- Oigan a esta tan ilusa

Le tiró las manos por encima de la cabeza agarrándolas con una mano en las muñecas y con la otra la desnudo.

- ¿Muy necias o qué? -le preguntó Pilar-

Ni le contestó, la levantó de las muñecas y la hizo poner de rodillas. La empujó hacia atrás hasta que su culo quedó en mi cara, le soltó las manos y la dejó en cuatro.

Por encima de ella pasó sus manos acariciando su espalda hasta sus nalgas, la abrió de par en par y me miró con perversión. Llené de saliva su asterisco y comencé a chuparlo. Pilar le bajó la sudadera gris donde ya so podía ver el relieve y se encontró con su miembro, agarrándolo con una mano y llevándolo a su boca con hambre.

Mi vida real oculta a la sociedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora