━ one: can you see me?

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•° CAPÍTULO UNO. °•

•── ¿PUEDES VERME? ──• 

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•── ¿PUEDES VERME? ──• 


Los días se habían vuelto más cortos y las noches más largas, los vientos soplaban fríos y las lluvias regaban los campos. El invierno había llegado y junto a él cierto travieso y alegre espíritu de cabellos blancos como la nieve y ojos azules como el cielo.

Jack Frost saltaba de tejado en tejado, de farola en farola, mientras reía y llevaba la nieve a cada rincón de una pequeña ciudad escocesa. Una ciudad escocesa que rara vez se veía teñida de blanco. Décadas habían pasado desde la última vez que había habido una nevada y era por eso que Jack la había escogido, pues seguramente sus habitantes se sorprenderían como nadie.

No se tardaron en escuchar las exclamaciones de sorpresa y entusiasmo, y Jack, colgando de una farola, pudo ver como los rostros de las personas que paseaban por la calle se llenaban de alegría. Sonrió satisfecho y orgulloso de sí mismo, y siguió volando por el lugar buscando algo divertido que hacer.

Unos niños embutidos en abrigos y cargando trineos aparecieron delante de él al cabo de un rato. Parecían muy entusiasmados y no paraban de alzar sus manos al cielo para coger algún copo de nieve.

—¿Habéis visto lo que he hecho? ¡Hice nevar! ¿A qué soy increíble? —inquirió con altanería mientras los seguía, pero, como era de esperarse, no recibió respuesta. Aquellos niños no podían oírle y muchos menos verle, pues no creían en él.

—¡No puedo creer que haya nevado! ¡Es genial! —dijo uno de los niños.

—¡¿Verdad?! Debe de ser un regalo adelantado de Navidad —señaló otro.

—¡Un regalo de Santa Claus! —exclamó el primero.

El ceño de Jack rápidamente se frunció ante la mención de Norte.

—¡Debe ser él quien ha hecho nevar! —indicó otro de niños.

—¡No! ¡No! —Intervino Jack con molestia mientras se colocaba delante de ellos para intentar hacerse notar—. No ha sido ese estúpido grandullón, ¡he sido yo! ¡El gran Jack Frost!

—Oh, ¿esa no es la hija de los Madden? —preguntó de repente un niño que, al igual que el resto, ignoró nuevamente la presencia del espíritu.

—Ah, sí, es ella —respondió el que estaba a su lado—. Qué raro que esté fuera de casa.

Jack dejó de lado su molestia debido a la curiosidad y siguió la mirada de los niños hasta una casa que se encontraba a su derecha. A tan solo diez metros, en la puerta de entrada, se encontraba una niña de llamativos y largos cabellos rojizos mirando la nieve caer con completa fascinación. Ante sus ojos aquellos blancos copos eran algo completamente increíble y mágico, ya que jamás había visto algo igual. Por eso no podía parar de sonreír y sonreía de una forma tan amplia y alegre que Jack al darse cuenta no pudo evitar sonreír también al pensar que a ella debía de gustarle mucho la nieve que había traído consigo.

Believe ➳ Jack FrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora