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Llevaban encerrados dos horas en el armario de escobas. Divino el destino que permitió que aquello pasara. Hablaban de todo y de nada. Quién pensaría que se llevarían tan bien. La conexión había sido instantánea, sin duda la química innegable. 

Aoi se sentía en el cielo. Había soñado con ese momento durante un año, un año que llevaba enamorado del mas bajo. Lo veía de lejos cada vez que podía, pero nunca se había atrevido a hablarle y ahora ahí estaba, encerrado con él; pasando uno de los mejores momentos de su vida.

Ruki era el hijo del director, el chico mas popular e inalcanzable de la universidad y esa posición era insoportable. Odiaba el ambiente en el que se veía obligado a moverse, toda aquella presión lo abrumaba, nunca estaba solo, siempre había gente a su alrededor, gente hipócrita a la que no les importaba un carajo el mas bajo, sino el sentirse poderosos y populares. Ruki necesitaba un descanso y solo lo había encontrado ocultándose en el armario donde termino encerrado con el pelinegro. �

—¿Qué harás mañana en la noche? —fue Ruki quien preguntó.

Aoi sintió sus mejillas encenderse—. Nada, en realidad —no mentía, carecía de vida social y su único amigo, saldría con su novio. 

—¿Te gustaría ir a mi fiesta de compromiso? —pregunto tímidamente.

El mundo se cayó en ese instante. Todas sus esperanzas se fueron a la basura y sintió un dolor en el pecho indescriptible—. Me encantaría —logró decir. Era obvio que no tenia ninguna oportunidad con el mas bajo. Al menos podrían ser amigos. 

—No lo hago por gusto —la sonrisa de Ruki se volvió amarga—. Lo hago por el bien de la universidad, te apuesto que si alguien apareciera con un mejor trato, mi papá cancelaría la boda de inmediato —negó con la cabeza sin poder creer su propia mala suerte.

—Eres muy valiente, yo no podría casarme sin amar a mi pareja.

Ruki lo miro fijamente, como si tratara de descifrar algo—. Si no tuviera que casarme, me hubiera encantado ser tu pareja —le dio un beso en la mejilla y Aoi casi se desmaya—. Desearía que fueras millonario para impedir mi boda —rió ante la ocurrencia. 

Y Aoi lo deseaba en verdad lo deseaba. 

-x- 


Su suerte no podía ser peor. Era un don nadie en la universidad, el chico del que estaba enamorado era totalmente imposible y cuando por fin había logrado un avance, resultaba que el otro iba a casarse. Mas irónica no podía ser su vida.

Se sonrojó al recordar la escena de aquella mañana, las palabras de Ruki y aquel beso en su mejilla. Suspiró mientras caminaba de vuelta a su departamento. Vivía solo desde que era universitario, pero el camino no le gustaba en lo absoluto, tenia que pasar siempre por terrenos abandonados y a falta de un vehículo para transportarse, tenía que atravesarlo a pie.

Sin embargo ese día era diferente, gracias a Ruki todo parecía color de rosa, iba tan distraído que no notó la botella con la que resbaló al minuto siguiente. Cayó estrepitosamente al piso, lastimándose de sobremanera el brazo. 

—Carajo —maldijo por la caída. Estaba tirado en el suelo entre toda aquella basura tirada en el terreno.

Miró con ira a la causante de su caída, una botella de vidrio de color morado, se preguntó por que la botella no se había roto al pisarla. Se levantó con esfuerzo, sintiendo un dolor insoportable en el brazo, lo que le faltaba, tal vez estaba roto. Tomó la botella con furia, dispuesto a lanzarla contra la pared mas cercana, sin embargo algo del objeto llamó su atención; letras que parecían una inscripción. Por alguna razón ajena a su control, decidió llevarse la botella a casa, sería un bonito adorno. Estúpido objeto que le había roto su brazo. 

Llegó al departamento a duras penas, el dolor en el brazo no lo dejaba ni pensar; sin duda debía ir al medico. Con todo el dolor de su corazón, dejó la botella sobre la mesita de la sala y se dirigió a su habitación por algo de dinero. Lo que le faltaba, gastar dinero que no tenía.

Caminó hacia la puerta, pero antes de irse, aquella botella volvió a llamar su atención. Quería saber lo que decía antes de irse, así que con la mano sana tomo la botella por el cuello y la frotó contra su pantalón. De nuevo, se acercó el objeto para leer lo que decía, pero fue imposible.

En menos de un minuto la botella comenzó a temblar en su mano, asustado soltó el objeto, el cual salió rodando por el piso. Ahora del cuello salía una especie de humo de color morado intenso. Aoi pensó que el dolor lo estaba haciendo alucinar. Todo el departamento se lleno de aquel humo morado, que para su sorpresa tenia aroma a vainilla. Y así como llegó, se fue, el humo desapareció dejando atrás una silueta.

Un chico alto, de cabello color castaño miel y ojos del mismo color estaba parado frente a él. No pudo evitar dirigir su mirada a las vestimentas del chico, una ligera playera negra de tirantes, un minúsculo short morado con ligueros del mismo color, unidos a unas largas botas violeta; sobre esto un chaleco morado largo. El chico era irresistible, hermoso, sus labios brillaban de una forma extraña, sin mencionar su forma peculiar.

El castaño al mirar a Aoi sonrió de inmediato. 

—¡AMO! —gritó emocionado lanzándose hacia el pelinegro y rodeando su cuello con sus brazos. Aoi se torció de dolor al sentir el peso sobre su brazo roto—. Amo te lastime, desea que tu brazo esté bien, rápido —dijo el chico preocupado sin dejar de abrazarlo.

Aoi lo miró como si estuviera loco, por supuesto que se estaba volviendo loco, juraba que aquel chico había salido de la botella. No era humanamente posible. 

—¿Quién eres? —preguntó entre asustado y sorprendido.

—Uruha —pronunció con delicadeza—. Soy el genio de la lámpara —anunció con orgullo—. Tu me liberaste y ahora yo cumpliré todos tus deseos —sonrió.

Aoi vio todo negro después de eso.

-x-

Despertó en su cama, el dolor en el brazo regresó de inmediato, se giró adolorido encontrándose con el mismo chico que había sido causa de su desmayo. El castaño lo miraba curioso, estaba hincado en la orilla de la cama mirando fijamente al pelinegro.

—¿Vas a matarme? —preguntó Aoi.

Uruha negó con la cabeza—. Eres mi amo, no puedo hacer eso —respondió de manera sencilla—. ¿Ya puedes desear que te cure el brazo? Se nota que te duele mucho —hizo un puchero y sus labios brillantes se asemejaron a los de un pato.

Aoi alzó una ceja. 

—Si eres un genio, entonces ¿tengo tres deseos? 

—No, tienes una cantidad ilimitada de deseos, siempre y cuando cumplas las reglas. Ahora te pertenezco —sonrió, parecía feliz al respecto.

—Bueno a ver, supongamos que te creo —Aoi se rindió, total ya se había vuelto loco—. Deseo que me cures el brazo —dijo incrédulo.

Uruha aplaudió con entusiasmo, chasqueó los dedos y de repente la molestia en su brazo desapareció. Por arte de magia. Miró al supuesto genio mas que sorprendido.

—¿En serio, deseos ilimitados? —repitió para estar seguro.

—Solo tienes que seguir las reglas —explicó el genio—. No puedo matar a nadie —se acomodó junto a Aoi en la cama—. No puedo hacer que alguien se enamore de otro alguien —se recostó a su lado—. No puedo revivir a los muertos —se acurrucó en su pecho—. Nadie puede saber que soy un genio —Aoi sintió la respiración de Uruha en su cuello—. No le puedes prestar a nadie la botella —sintió un beso en su piel—. Y sobre todas las cosas...No te puedes acostar conmigo —la voz sonó mas sensual de lo que hubiera querido—. De ahí en fuera, haré lo que quieras —rió.

Aoi lo alejó con los brazos. 

—¿Puedes hacerme millonario? —Ruki era el único pensamiento que tenia en ese momento.

I dream of Uruha [AOIHA-the GazettE]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin