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Segundos, minutos o tal vez horas de silencio, momento en el que trataba de entender las palabras que acababa de escuchar. No tomó más tiempo. Uruha le soltó una cachetada tan fuerte que resonó en toda la habitación.

—Eres un maldito bastardo —le dijo con lagrimas acumuladas en los ojos que se rehusaban a salir—. Si no me amabas. ¿Por qué seguir con la maldita farsa? Solo querías hacer esas cosas conmigo —apretó lo puños—. Tu jamás ibas a amarme, pero querías disfrutarme, ¿no? ¿Por qué no lo pudiste dejar así? ¿Por qué no me dejaste ser tu genio nada mas? ¿Por qué tenías que desearme? Eres igual que todos, solo deseas cosas de mi, nunca pensaste en otra persona que no fueras tu, y yo fui el estúpido que cayó en la trampa, eres igual que Satoshi, solo que esta vez me entregué sin pensar que tu jamás me amarías. Todos los humanos son iguales, egoístas y aburridos, endemoniadamente predecibles, debí saber que tu eras igual. Te odio Aoi —una sola lágrima resbaló por sus ojos. Se giró para darle la espalda al pelinegro—. Me voy, me largo, no te quiero volver a ver —dijo secamente caminando hacia la puerta.

—No, espera Uruha, no te vayas —Aoi comenzó a desesperarse, lo había dicho, le había dicho que no lo amaba pero ahora que el genio parecía querer irse, el arrepentimiento llegó de golpe. En último intento al ver que Uruha casi salía del cuarto, le gritó—. Deseo que no te vayas —seguro que eso lo detendría.

El genio paró en seco, un segundo, dos y siguió su camino, abrió la puerta y salió de ahí. Probablemente también había salido del departamento. Aoi se quedó estático se suponía que Uruha estaba obligado a cumplir todos sus deseos. ¿Cómo era posible que no hubiera podido cumplir el ultimo? Salió disparado hacia la sala, importándole poco que Ruki aun estuviera ahí sin entender lo que pasaba.

—¿Qué le hiciste? —demandó el mas bajo.

—Esto no es tu asunto, Ruki —buscaba algo, era su ultima esperanza. ¿Dónde la había dejado?

—Claro que es mi asunto. ¿Crees que no me doy cuenta como tratas a Uruha? Él se la vive atendiéndote y tu solo lo usas para tus caprichos —sonaba resentido de alguna forma. Quería confrontarlo, sacarle la verdad de lo que había hecho con Uruha, tal vez si obtenía una confesión podía salvar a Uruha de las garras de su secuestrador.

Aoi lo miró confundido. ¿Tan notorio era? ¿Tan obvio era que la relación entre él y el genio no era reciproca? ¿Cuándo se había vuelto tan egoísta? Tal vez se debía a que la decepción con Ruki lo había vuelto temeroso de perder a alguien mas, por eso había tratado de no encariñarse mucho con Uruha, por eso había tratado de aprovecharlo y ahora era un revoltijo de sensaciones, quería a su genio de vuelta.

Encontró la botella morada esperanzado en poder llamar a Uruha, la frotó pero no pasó nada. Ahora en sus manos parecía una botella cualquiera, sin ningún chiste, la magia de su vida se había ido. Miró a Ruki como si el pudiera tener alguna respuesta, el mas bajo se limitó a verlo como si estuviera loco.

—Voy a salir —anunció el pelinegro.

—Déjalo en paz —Ruki lo detuvo por el brazo.

—No voy por él —admitió. Simplemente no quería estar ahí, le dolía el darse cuenta que Uruha no volvería, lo había arruinado. Le permitió el paso y Aoi salió del departamento rumbo a casa de Kai y Reita.

Ruki se quedó ahí sin comprender realmente lo que había sucedido, lo único que le quedaba claro es que Aoi y Uruha había tenido una fuerte pelea por su culpa, tal vez. Lo cual lo tranquilizaba de cierta manera, pues lo hacia sentir que Uruha probablemente no era el prisionero de Aoi. Ya no sabía ni que pensar, probablemente todos sus problemas lo estaban volviendo una clase de paranoico, psicópata, esquizofrénico...¿se podía ser todo eso?...Bueno, algo así.

I dream of Uruha [AOIHA-the GazettE]Where stories live. Discover now