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Aoi se despertó gracias a un agradable olor que ahora se introducía en su nariz. No podía estar seguro en ese momento que era, tocino o panques, miel o café, salado o dulce. Su mente resolvió que era una increíble y deliciosa mezcla de todo aquello.

Se revolvió en la cama, era sábado, no tenía por qué despertarse, pero aquel insistente olor no lo dejaba en paz. Terminó por levantarse de mala gana, no era una persona a la que le gustaran las mañanas; podía pasar todo el día de malas sino tomaba su café diario.

Se dejó guiar por el aroma hasta la cocina, sin entender realmente de dónde provenía. Casi se va para atrás al ver a un castaño sentado a la mesa, donde un enorme desayuno reposaba frente a él. Al principio no reconoció al chico, hasta que los recuerdos del día anterior regresaron de golpe. Entonces no había sido un sueño.

Uruha lucía aburrido mientras leía el periódico, la cabeza recargada en su mano, sin embargo al notar la presencia de Aoi, una gran sonrisa apareció en su rostro. 

—Buenos días, amo —saludó alegremente levantándose y abrazando al pelinegro.

—Buenos días —trató de deshacerse del abrazo, pero le fue imposible—. Oye, ¿podrías decirme Aoi? Eso de que me digas amo, me pone de sobremanera nervioso —se sentó y tomó una de las tantas tostadas que había en la mesa.

El genio se sentó frente a él—. Ya te dije que eres mi amo, nunca nadie se había quejado que le dijera de esa forma, pero si tu lo pides, tengo que hacerte caso —afirmó nuevamente sonriendo.

—¿No vas a comer? —Aoi desvió el tema señalando la comida.

Uruha alzó una ceja—. De verdad eres extraño. ¿Quieres que coma contigo? —preguntó claramente sin poder creerlo.

El pelinegro se limitó a asentir—. ¿Los genios comen? —ahora que lo pensaba no sabía nada del castaño.

Uruha asintió enérgicamente pues su boca estaba llena de panque—. Sí, pero nadie nunca me había pedido que comiera con ellos. Mis amos anteriores se limitaban a pedir deseos y a dejar que los atendiera —explicó una vez que tragó.

—Eso suena como si tus amos anteriores hubieran sido unos tiranos.

El genio alzó los hombros—. He tenido buenos y malos —siguió comiendo—. Aunque ahora tu eres mi favorito —sonrió.

Aoi bufó—. Eso se lo has de decir a todos —bromeó y no pudo evitar reír al ver la cara de enfado que se dibujo en el genio—. Estoy jugando no te ofendas —rió.

—Que seas mi favorito no te hace único —ni siquiera levantó la vista ante su afirmación. El pelinegro se sintió ofendido de inmediato aunque no supo muy bien por qué—. De verdad creí que pedirías algo mas original —hizo un sonido raro—. Todos piden ser millonarios, los humanos son tan predecibles —parecía harto al decir aquellas palabras.

Casi se atraganta al escuchar aquello—. No quiero ser millonario por avaro —aclaró bastante molesto, lo cual ocasionó que Uruha levantara la vista con autentico interés—. Tengo que ser millonario para poder impedir su boda —apretó los puños.

Uruha sonrió—. Mi amo está enamorado y para conseguir a su amor debe tener dinero —canturreó—. Dejá vu —chasqueó la lengua—. ¿No crees que si realmente fuera el amor de tu vida, abandonaría todo por ti? —preguntó incrédulo.

—Tu no sabes las razones por las que...—el sonido del timbre interrumpió tanto sus palabras como su enojo. Se levantó dedicándole una mirada severa al genio, quien parecía estarse burlando.

Abrió la puerta con desdén y de inmediato sintió un peso sobre él—. Kai me vas a tirar —sabía quien era sin haberlo visto.

El mencionado entró al departamento, seguido de un rubio con cara de enojo—. No entiendo por qué lo saludas así —dijo el rubio dándole una palmada a Aoi en la espalda.

I dream of Uruha [AOIHA-the GazettE]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora