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Cuando abrió los ojos, soltó un largo suspiro y se estiro con pereza, sus huesos sonando por la nueva rigidez de la que debía acostumbrarse su cuerpo. Se froto un poco la cara para luego sentarse en la suave cama, dándole un vistazo a la habitación que reconocía un poco por el tipo de decoración.


Llego un ángel que con otros tenía el trabajo de encargarse de ese tipo de pensión de ángeles exiliados, encargándose de ayudarlos y dar informes de como enfrentaron esas vidas más terrenales.


Como esta era su tercera o cuarta vez siendo castigado de esa manera, termino rápido la conversación de bienvenida y explicación de que tipos de ayuda recibiría y que debía intentar conseguir como "humano", algo que si necesito escuchar ya que nunca había recibido un castigo tan largo, tan solo del tipo temporal, de un mes a unos pocos años.


Con paciencia dejo preparado su cuarto que tendría hasta que se adaptara a la sociedad y encontrara otro lugar. Estaba jodidamente enojado aun por la decisión tan extrema de Seungcheol, pero tuvo que controlar su ira para no descargarse con el alegre Seokmin que era el encargado de esa pensión.


Cuando este sintió que Jeonghan no sería un problema y podía dejarlo solo, se fue a ver como estaba Jihoon y Hoshi, otros ángeles exiliados que habían acabado ahí porque pasaron a llevar a otros ángeles y hasta humanos entre sus disputas y juegos. El ahora pelinegro al fin dejo de fingir para demostrar su cara de fastidio y cansancio, pero aliviado de que al fin podía ir a hacer algo que tanto deseaba al volverse más humano que ángel.


Luego de una larga caminata, llego a su destino: un bar. Odiaba como eso solía corromper a los humanos, pero no podía culparlos, pues era una buena forma de distraerse. En el cielo solo había vino, por lo que era un gusto probar toda la variedad que tenían los humanos.


Necesitaba calmar un poco su rabia y estrés con buen alcohol, o al menos esperaba que sirviera.


Sabiendo que su cuerpo podría resistir al estar la condición de no poder quitarse su propia vida, empezó a probar distintos tipos de alcohol, decidiéndose luego por seguir tomando uno en específico. Ignoraba como le coqueteaban distintos humanos tanto mujeres como hombres, concentrándose más en esa sensación de ardor en su garganta por el alcohol, disfrutando levemente de aquello.


Fueron unas largas horas donde bebió, intentando pensar en que estaría haciendo Dios ahora, en si el maldito de Seungcheol termino llorando con el final del libro, o... ¿Cómo estaría Joshua? Esa pregunta se la repitió muchas veces, preguntando si en esas horas sufrió algo en lo que no pudo ser salvado por su ángel guardián.


¿Realmente Seungcheol lo dejaría a su suerte? Eso era como dejarlo morir, considerando la mala suerte que tenía ese humano.


Al darse cuenta que pensaba en Joshua, se perdía de nuevo bebiendo, ¡Debía tomarse esto como unas vacaciones! No torturarse pensando en el origen de su estrés y molestia.


Con una relajada sonrisa fue a pagar todo lo que bebió, considerando si vagar un poco por la ciudad al antes nunca poder prestarle atención más allá de donde podía ser peligroso para su humano. Sin embargo, su cuerpo respondía de forma muy torpe, se sentía adormilo y sonriente.

Un trabajo difícil (JIHAN)Where stories live. Discover now