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Los gemidos recorrían cada esquina de la habitación, gemidos agudos ahogados y gruñidos gruesos.

Toda la habitación estaba a oscuras, la decisión fue por parte de la chica, quería intentar hacer algo nuevo con su daddy y su primera idea fue probar un ¿Saborizante? No tenía exactamente claro para qué había comprado eso, solo lo puso sobre el pene del chico y comenzó a lamer, succionar y darle un poco de placer.

El miembro, caliente y palpitante, hacía que en su boca se formarán miles de sensaciones, en su estómago y en su boca todo era un caos. El sabor a cerezas dentro de su boca, impregnado más en el miembro, hacía que su boca se amoldara al intruso en su boca, provocando más sensaciones en él.

El chico era la segunda vez que se corría, se había masturbado mientras la menor le bailaba, y la última había sido mientras la menor lo masturbaba y besaba, además de dale completo pase a manosear su cuerpo; en su boca el líquido pasaba por su garganta, SunHe disfrutaba poder darle placer a quien hace unas semanas solo se dedicaba a ella.

En su estómago, con cada movimiento, había un cosquilleo agradable, como si disfrutara de eso, y no lo negaba, lo hacía. El simple hecho de poder experimentar cosas nuevas sin ser juzgada, siendo tomada sin pudores y hablar tan sucio que no tenía vergüenza de lo que su mente obligara a su boca a decir. No se conocían, hacia todo mucho mejor.

El chico empujó más a fondo su pene dentro de la garganta de la chica, por poco y se ahoga, lo sintió demasiado dentro. Aun así, continuó con su trabajo, abrazando el musculo con su garganta y pasando su lengua por toda la longitud. No era la primera vez que experimentaba la garganta profunda con Mk.

A la tercera corrida en su boca pudo descansar, se dejó caer en el piso desnuda, cansada y con pequeños rastros de semen por las comisuras de su labio.

Ante los ojos del mayor, jamás había visto algo más sexy.

Bajó por completo sus pantalones tirándolos por alguna parte de la habitación, se acercó lentamente a la chica, gateando hasta llegar donde ella. Ella suspiró por última vez dejándose hacer por él, cayó completamente en el piso.

Mientras que su respiración intentaba calmarse, sintió como algo grande y palpitante rosaba su entrada, ésta hace rato estaba palpitante a la espera de sentir a su acompañante dentro.

Al ver que aún no estaba lista, solo bajó de manera rápida a la entrepierna de ella, lamió sin pudor la entrada, pasando su lengua por dentro de esta y simulando estocadas simples, las expresiones faciales de la menor hacía que todo fuera más satisfactorio.

Con sus manos intentaba alejar al chico de ahí, más este se negaba y continuaba, abriendo más sus piernas para que le dejara el paso a su intimidad, ella subía y bajaba sus caderas inconscientemente.

Cuando vio cómo su entrada estaba lo suficientemente mojada, y vio cómo su esencia salía por ahí a pequeños hilos, no dudó en hacer lo que tanto quería: follar. Su pene pareció bastante contento con ello, dándole una fuerte palpitación.

Antes de hacer cualquier cosa, se puso su condón.

Metió sin aviso su pene en la entrada de la chica, sintiéndose en las nubes con lo apretada que estaba, sin duda le gustaba estar dentro de ella, se sentía bien. Ella movía sus caderas, aunque doliera tenerlo dentro, ella quería más profundidad, necesitaba más.

El chico acercó más sus caderas a él, las tomo con fuerza y las fue moviendo, dando el mismo las estocadas, cuando ella empezó a dar vueltas en el piso se puso en mejor posición.

Arrodillado aún con su pene en la chica, metiéndolo más a fondo, faltaba poco para que entrara por completo, de verdad que amaba esto. La chica estaba hecha un atado de gemidos, ni los intentaba controlar, al contrario, los soltaba como si nada. Rasguñaba los brazos de su acompañante sin querer, puesto que necesitaba de donde aferrarse.

Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1Where stories live. Discover now