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Ambos bajo el árbol, sonriendo a la nada mientras estaban abrazados; habían pasado más o menos medio año desde que él no había dado señales de vida, habían sido los días más largos de su vida. Ahora que lo tenía de vuelta se sentía bien, se sentía protegida.

Mientras tanto, un joven miraba desde la puerta como esos dos no se separaban, lleno de rabia entró a los baños. Dejándose caer ene l suelo con sus rodillas al pecho, tomó sus mejillas entre sus manos.

–No... –se decía mientras soltaba una que otra lágrima– No caigas de nuevo, imbécil... –tomaba entre sus manos sus cabellos, tirando un poco de ellos, no llegando al límite del dolor– Recuerda lo que pasó en el pasado... –susurró– ¡No caigas de nuevo en esto! ¡No seas imbécil! –Gritó, golpeando con sus puños el suelo– No... No quiero volver a eso... –se puso de pie lentamente, se miró al espejo y sonrió débilmente– Te pareces tanto a ella.... –suspiró y dejó el baño, con su mochila al hombro listo para dar las dos evaluaciones consiguientes.

Mientras tanto, los dos chicos estaban ya caminando por los pasillos, sonrientes.

– ¿Y qué tal Norte América? –preguntó la menor.

–No visité toda américa, pequeña –rió, aun sabiendo a que se refería la chica– Pero Canadá estuvo bastante bien –sonrió.

– ¿Si? ¿Qué tanto? ¿Qué era más impresionante? –el brillo en los ojos de la menor era simplemente hermoso.

–Mm –se quedó un momento pensando, tratando de no dejar que el brillo le hipnotizara– El café al lado del departamento –bromeó, recibiendo un golpe de parte de la menor.

–Estúpido –infló sus mejillas, sin duda su amigo era el único que podía sacar ese lado ¿Dulce? que guarda muy dentro.

–Yah, solo juego –acarició el dorso de la mano que estaba entrelazada con la suya– Lo mejor de todo lo que estuve haciendo allá fue... –volvió a quedarse en silencio pensando– Creo que fue el instituto, los diferentes parques y visitar unos lugares que en estos minutos no recuerdo como se llamaban –sonrió algo apenado–.

– ¿Enserio? –lo miró– ¿Qué era mejor?

–Me gustó bastante un mirador bien alto que fuimos a ver con MinHo –confesó– Pero el muy cobarde no me acompañó a la tirolesa –bufó.

–Déjalo, sabes cómo es –ambos rieron recordando aquella vez que fueron a hacer cánopy los tres y solo ella y Bang terminaron haciendo eso.

–Bueno ¿Y qué tal vas con todos los estudios?

–Bastante bien, en unos... –Miró la hora en su teléfono– Diez minutos debo ir a rendir una evaluación y luego de esa debo rendir un test de resistencia, luego ya estoy completamente libre –sonrió.

–Bueno, pues después de todo ello iremos a comer algo, yo invito –le guiñó, sonriendo con dulzura.

–Me parece –sonrió.

Caminaron por los pasillos casi vacíos del lugar, hablando de temas triviales como lo fue la relación entre sus padres y ella, o de cómo estaba MinHo.

La chica volvía a sonreír una vez más, sus mejillas ligeramente rosadas por el calor y por el momento, todo esto jamás imaginó que llegaría, según Bang iba a volver dentro de dos meses más, pero al parecer no era así.

Preguntó por ello, pero lo que recibió de respuesta solo hizo que su puño diera con el hombro del chico.

–Que despistada, eras la única que no sabía ¡Dios! –rió a carcajadas, más todo pasó cuando su hombro le dolió.

–Imbécil –se soltó de su mano y camino delante a modo de juego.

– ¡Hey! –corrió detrás de ella, siendo evitado mientras que ella corría de igual manera.

Al llegar al comedor, tomar unos refrescos y agradecer la comida, continuaron hablando, solo faltaban cuatro minutos, pero el aula a la que debía ir a rendir estaba frente a ellos. Cruzando el césped.

– ¿Y dónde está MinHo ahora? –preguntó algo sorprendida de no verle por acá.

–Ah, está en el hotel, llegó algo agotado y como se va mañana por la noche quiere descansar algo más.

– ¿Cómo es eso? ¿Tan pronto se va? –ladeó la cabeza mientras seguía tomando del agua que su amigo le compró.

–Sí, sus padres deben viajar a Italia en unas semanas y él debe cuidar de su hermana pequeña, recuerda que a May no le gustan las niñeras –rió mientras rodaba los ojos.

–Si... –imitó el gesto– Es tierna, pero todo deja de ser bonito en ella cuando se pone caprichosa –bufó.

–Lo sé, amiga –revolvió sus cabellos.

El silencio perduró unos minutos, solo se miraban y con ello decían todo, el cariño y cuanto se extrañaban, no hacía falta tener que decirlo. La alarma de su teléfono sonó, dándole a entender que era hora.

–Bueno, debí ir –comentó apagando la alarma– ¿Me vas a dejar? –hizo ojitos.

Él asintió: – Vamos, pequeña –se puso de pie y tomo la mano de la chica entre la suya, ambos caminaron al mismo tiempo.

Al llegar, el joven le deseó suerte antes de darse la media vuelta.

–Espérame en el árbol de antes ¿Si? –el chico asintió.

–Ahí te veo –guiñó. Alegándose de la menor, yendo donde había pedido.

Entró al aula, dejo sus cosas y se sentó a la espera del profesor, quien no tardó en llegar.

[. . .]

Sus amigos habían terminado mucho antes que ella, estos ya estaban en el árbol con Bang, conversando animadamente.

–Hey –llamó la atención de los que están ahí– ¿Vamos a caminar? Quiero ir a la fuente –acomodó su mochila, los chicos le hicieron caso y caminaron a la fuente a paso lento.

– ¿De dónde eres? –preguntó Jae, al ver sus rasgos nada coreanos.

–Australia –comentó sonriendo– ¿Por qué? –preguntó con sus manos en los bolsillos.

–Lo digo por tus facciones –si había alguien que no teme en decir lo que piensas ese era JaeMin.

–Ah, eso –rascó su nuca algo avergonzado, le incomodaba ese tema.

– ¡Jae! –le llamó Kim, sobresaltando al chico– ¿Por qué le dices eso? Es hermoso, así como es –dijo mirando con una sonrisa a Bang, quien se sonrojó levemente por aquello.

–No lo niego –se encogió de hombros.

SunHe, quien se había quedado atrás botando un papel al basurero, caminó a paso rápido a Bang y lo tomo del hombro.

–Es mío, perra –bromeó con Kim.

–Ya veremos quién gana –se agarró del otro brazo.

–Oh JaeMin, que guapo eres –se decía a sí mismo– Ya lo sé, chiquita –sonrió galán– Tienes cita conmigo a las trece de la noche –alzó las cejas divertido.

Las chicas estallaron en risas.

–Ya que nadie me coquetea –sonrió con una mueca, con un dedo hizo como si una lágrima cayera por su mejilla, logrando más risas.










Lo siento si quedo algo caca :(
¡Se vienen los especiales para todas mis novelas por Halloween




Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1Where stories live. Discover now