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Mangle.

Algo parecido al terror recorrió mi cuerpo. 
¿A quién pertenecía el número desconocido? y, ¿por qué me había escrito eso?
''Cuidamos tus pasos'' ¿Qué quiere decir?

Tuve la necesidad de responder, aunque, podía sentir la penetrante mirada de Joy sobre mí, así que inmediatamente suspendí el celular. Una amarga sensación me embargó. Volví a mirar hacía la diminuta ventana, admirando las nubes mientras qué ideas tormentosas se formaban en mi cabeza, como viles escenarios decididos a destruirme. 

−¿Por fin me dirás qué te sucede?−pregunté, queriendo romper el friolento silencio.
Era como una especie de ''ley del hielo''.

Joy aplano los labios, sin mirarme. ¿Qué le sucedía? no comprendía.
No contestó.

−Bien, no me digas.

Giré la cabeza hacía la ventana y lentamente fui cerrando los ojos...hasta que finalmente me quede dormida.


Ya estamos aquí, no puedes retroceder, Meg.
Repetí en mi cabeza. Cada paso qué daba se sentía tan pesado. Me odiaba por ser tan frágil, la vulnerabilidad era algo que detestaba, la gente no necesitaba verme de está manera. Era un tanto doloroso la forma en que Joy se empeñaba en alejarse de mí, como si mi presencia en estos momentos le repudiará o causará...¿miedo?

Aquel pensamiento me creo confusión. ¿Qué carajos sucedía con ella?
Finalmente salimos del aeropuerto, el frío aire de Kinston me recibió, como si tratará de decirme: Volviste a tu punto de inicio. Atente a las consecuencias. Y suspiré hondamente. Joy detuvo a un taxi y, sin musitar nada, entró, imité su acción. Le dijo la dirección al taxista, al parecer viviríamos en un edificio, nuevamente en departamentos...Kinston era tal y como lo recordaba. ¿Que sucedía si visitaba mi antigua casa? la qué una vez me ofreció protección y calidez, si la vuelvo a ver, me produciría desasosiego y enfado. Porqué en ella gané y perdí...pero terminé perdiendo más, qué ganando. Fue el punto perfecto para un demente.
Sigo preguntándome, ¿por qué sigo viva?
Si hubiese muerto con mi familia, me ahorraría tanto sufrimiento.

Y otra vez, con todos estos pensamientos. Desde la partida de Foxy parezco alguien depresiva que no sabe que hacer con su vida, parezco una persona totalmente ida y quizá si lo estoy...sola y pérdida, una triste realidad a la que debo acostumbrarme. Además, después de mi incidente sangriento con aquel espectador de ojos grises, algo dentro mío quebró. 
Definitivamente, ya no soy la misma. He cambiado y puedo asegurar qué no es para bien.
Ahora que lo recuerdo, ¿qué ocurrió con mi ropa ensangrentada?
Supongo que la tiré y no recuerdo cuando, pero seguramente la tiré o lavé deshaciéndome de aquella oscura evidencia. Después de varios minutos, el taxi se detuvo frente a un edificio que se notaba decente. Joy bajó y yo tardé unos segundos, de cierta manera me daba escalofríos volver a estar en está ciudad...caminé con lentitud hasta quedar frente a la puerta del edificio.

Escuché como fondo el sonido del taxi arrancar, luego, de rabillo, vi como Joy se colocaba a mi lado, entrando antes qué yo. Tragué saliva y me obligué a despejar mi mente de pensamientos crueles. Finalmente atravesé aquellas puertas, topándome con la típica recepción. Joy hablaba con la chica al otro lado del escritorio, cuando terminaron de intercambiar palabras, ella en tonó seco pronunció:

 −Nuestro departamento es el 603. Vamos.

¿Por qué tanta frialdad?
No comprendía. 

No respondí, debía admitir que la actitud negativa que empleaba hacía mi, era dolorosa. Quería gritarle entre sollozos lo mucho que se me dificultaba esto, qué a pesar de los años seguía siendo jodidamente débil, ocultándolo todo bajo ese falso caparazón de piedra. 
Más me contuve, como siempre lo hacía, almacene mis sentimientos y la seguí en silencio.

Nos adentramos al elevador, ella presionó nuestro piso y pronto, el elavador ascendió. Una melodía molesta que iba entrelazada a una especie de piano mal tocado, resonó por todo el diminuto lugar. De hecho, era una melodía normal de piano, pero le había dado una descripción así por todos los sentimientos negativos que comenzaba a acumular. El elevador se detuvo y con ello la melodía, Joy fue la primera en salir y caminar apresurada a la habitación seiscientos tres, fui tras de ella con pasos extremadamente lentos, menospreciando todo mi alrededor.
¡Repudiaba volver a Kinston! fui estúpida al decir qué sí.

Nunca iba a poder estar en paz en el lugar donde sucedió el asesinato de mi familia...
Estaría peor si estuviéramos frente a mi antigua casa. Sacudí la cabeza tratando de ahuyentar una vez mis pensamientos perjudiciales.
Idiota, eres una idiota Mangle. Esa frase danzó en mi mente, dejándome claro que no iba a poder ahuyentar esos pensamientos.

−Escoge el cuarto que quieras, Mangle. Tomaré un baño−fue lo que pronunció Joy antes de desaparecer por una puerta. 

Fui a revisar los únicos dos cuartos que había. Uno tenía la cama centrada, mientras qué el otro tenía la cama al lado de la ventana, que fue el que escogí. Me tiré sobre el colchón que se veía un poco desgastado, miré fijamente al piso y comencé a viajar entre mis recuerdos pasados...una sonrisa tonta pintó mi cara, era el efecto que tenían aquellos recuerdos sobre mí.
Me sentía fatal pero no pude evitar sonreír por esos buenos momentos.

Al lado de él. 
El maldito tiempo donde perdí la memoria, me ayudó a darme cuenta lo mucho que quería a Foxy. ¡Yo no tenía síndrome de Estocolmo! no tuve la valentía de admitirlo en el momento, pero antes de que él me secuestrará, yo ya había desarrollado sentimientos por él. La gente no sabía todo eso, solo argumentaba cosas ilógicas. Enterré mi rostro en el colchón.
Buscaría una forma de romper todo esto. Mis sentimientos por él, los recuerdos malos y buenos, volvería a empezar y...dejaría de huir.
No puedo ser tan frágil.
No cuando mis manos están manchadas de sangre...










Obsesión »FxM«Where stories live. Discover now