Cap:1

195 16 3
                                    

-cariño no es buena idea...

- hazme caso, por favor. confía en mí.

despertó grácias a aquel semi-molesto murmullo, creado al otro lado de la puerta entornada de su habitación.

-pero...

- está todo controlado. Cielo no tengas miedo. De verdad, todo está bien.

se removió con demasiada pereza y rebuscó por la mesita de noche su teléfono, para revisar la hora y darse cuenta de que ya eran las ocho de la mañana.

si fuera un día normal y corriente habría caído de la cama por el susto, agarrado su ropa, mochila y apurado la tostada que le habría preparado su madre de camino al instituto. Pero no era un día normal.

era verano.

bendito verano.

las voces de sus padres - si es que en ese caso "padres" en plural estaba bien dicho- ya se escuchaba lejana, difusa por el pasillo, lo que significaba que habían marchado de allí, dirección al salón para seguir aquella discusión - si es que también a aquello se le podía llamar discusión- la cual no estaba aún zanjada.

con los diecisiete- recién cumplidos hacía una semana- Izuku Midoriya, en pleno verano tenía poco más a hacer que no fuera morirse de asco dentro de casa.

Bueno, si. Era verdad. Últimamente se lo estaba pasando genial holgazaneando, paseando por los parques y haciendo la compra. Pero aquello no contaba.

así que ahí estaba él, saliendo de la cama como cualquier otro lunes de verano, calzándose de forma perezosa unas pantuflas color rosa - no diría de dónde las sacó -, vistiendo a duras penas los pantalones de pijama para así, salir al salón donde su madre descansaba sentada frente a la mesa, con expresión preocupada y también donde su padrastro canturreaba una canción bailando de forma patosa, sirviendo un huevo frito sobre un plato frente a Inko.

-buenos días- saludó Izuku aún adormilado, tallándose los ojos a la vez que se acercaba a su madre para darle un beso en lo alto de la cabeza.

- buena mañana, joven- saludó de vuelta Toshinori, sirviendo también a él un huevo frito. Aquella mañana se veía muy alegre.

Toshinori Yagi no era su padre de sangre, pero si era lo más cercano que tenía de uno.

hasta donde su memoria alcanzaba, su real padre nunca estuvo en casa - Kacchan lo molestaba siempre diciéndole que había marchado a por tabaco- nunca lo vio y tampoco escuchó hablar demasiado de él. Sabía que los abandonó a él y a su madre cuando apenas nació, ya que Izuku era producto de una noche loca y una gomita pinchada - cosa con la que Kacchan también lo molestaba- dejando así, aquel hombre, como única pertenencia su apellido, Midoriya.

pero Inko salió adelante sola, era una mujer fuerte y hasta hacía relativamente poco sólo fueron ellos dos. Izuku e Inko. pero ahora las cosas habían cambiado.

Yagi Toshinori apareció de la nada, convirtiéndose en todo.

Inko se enamoró, como nunca antes lo había hecho, y aún que a un Izuku de unos diez años no le hizo mucha gracia que el amor de su madre fuera acaparado, aquel hombre se convirtió en su pilar. En su padre.

y bueno, ahí estaba abrazándolo de forma efusiva para darle los buenos días, con el delantal rosa pastel de su madre el cual le iba ridículamente pequeño.

- joven Midoriya, hoy tenemos los mejores planes de todo el verano- anunció el adulto, soltandolo para mostrarle una cegadora sonrisa- vas a pasártelo genial.

solos bajo el firmamentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora