CAPÍTULO 45: SABRINA

215 26 30
                                    

- Concéntrate.

- Estoy muy concentrada.

- No, no lo estás.

Nastia llevaba entrenándola toda la mañana sentadas bajo el Pino de Thalía y acompañadas únicamente por el viento, el Vellocino de Oro y el dragón Peleo dormitando y observándolas con un solo ojo abierto.

- Cierra los ojos. No pienses en nada. - le ordenó por décima vez en el día.

Cada vez que intentaba vaciar su mente, Leo aparecía de nuevo en sus pensamientos sacándola de sus casillas y haciéndola regresar a esa marea de sentimientos que le prohibían concentrarse.

- ¡No puedo! - gritó exasperada mientras abría los ojos, descruzaba las piernas y se ponía en pie de un salto.

Nastia suspiró y se masajeó las sienes con una de sus manos; la otra estaba ocupada con una larga vara de metal completamente negro.

- Mientras no te concentres no avanzarás. - le dijo con una mirada cargada de severidad.

- De todas formas no sé qué estamos haciendo...

Llevaban horas haciendo ejercicios de respiración. Al principio pensó que querría entrenar su control en los vientos, pero por lo que podía recordar, si le estaba haciendo pensar en el vacío sólo podía significar una cosa.

- Sabes que cada vez que intentamos desarrollar este tipo de poderes no sacamos ninguna conclusión fructífera, - le recordó Sabrina resoplando.

Nastia negó con un cabeceo lento.

- Esta vez creo que ya sé lo que estoy buscando, y de verdad creo que estoy a punto de descifrar qué significa tu comunicación especial. - dijo haciendo referencia a sus dotes psíquicas a lo Charles Xavier de los X-men. - Pero, hasta que no ordenes tus pensamientos no podremos continuar. Lo que significará que no lograremos ganarle terreno a Valerie y que perderemos la guerra de forma inminente.

La telepatía se había estado manifestando desde que volvió de la muerte con una inquietante frecuencia. Ese "hallazgo" había logrado mantener en vela a su maestra durante noches completas.

- ¿Has vuelto a hablar con él? - le preguntó Nastia observándola con esos ojos tan antiguos y sabios.

No. No necesitaba volver a hablar con él para saber que todo había terminado. Al principio no quiso creerle, con sólo pensar en todo lo que le dijo cuando se reencontraron en ese callejón de Nueva York...

'Yo también te quiero, nena.' - le había dicho Leo abrazándola contra su pecho. - 'Te quiero, te quiero, te quiero...'

El recuerdo de su voz le ocasionaba tantísimo dolor... Sus mentiras, sus palabras, esas la hacían sangrar.

- Desde anoche no hemos vuelto a hablar, - contestó Sabrina con un tono de voz monótono que no revelara ningún tipo de emoción.

- Sólo estás huyendo de tus problemas, dulce cervatillo.

Sabrina alzó la vista al cielo.

- Oh, vamos. Déjame en paz de una vez, bruja.

Nastia la observó con sus ojos negros brillando con diversión, analizándola minuciosamente como acostumbraba a hacer. Abrió la boca a punto de decir algo más al respecto, pero de inmediato fue interrumpida.

- ¿Mal de amores, querida Sabrina?

Anteros se había apoyado bajo el Pino de Thalia, escondiendo su esculpido rostro entre las sombras. Sabrina nunca se habría atrevido a admitirlo en voz alta, pero Anteros posiblemente era uno de los dioses más atractivos del Olimpo: su ojos color ámbar podían ser igual de fríos que de amables si se lo proponía, su cabello rubio ceniza cortado a la moda y sus anchos hombros enfundados en la ropa de cuero sujetando esas esponjosas alas blancas con brillos en plata lo propinaban a su forma una imagen regia mucho más hermosa que la de su hermano Eros.

LA HEROÍNA; HÉROES DEL OLIMPO ▪Leo Valdez▪(N°3)Where stories live. Discover now