CAPÍTULO 54: SABRINA

156 18 16
                                    

Tres semanas más tarde

- Una vez más, niña mía.

Sabía que cuando se levantara a la mañana siguiente tendría una jaqueca digna de titanes, pero cualquiera le cuestionaba sus medidas a una de las diosas más antiguas y temidas del panteón olímpico. Por lo que, apretando los dientes, repitió el ejercicio: agarró esa mente imaginaria que Mnemósine le había colocado como muñeco de prueba y se imaginó como dos grandes manos la apresaban y la aislaban de todo lo demás. Cuando abrió los ojos tenía entre las manos un colgante con una gran cristal incoloro, como una especie de diamante, engarzado en hilos de oro.

- ¿Qué es esto? – preguntó Sabrina mirando a la diosa.

- Un regalo para mi pupila favorita – le dijo sonriéndola con amabilidad.

- No tienes más alumnas que yo – la replicó Sabrina cruzándose de brazos.

A pesar de ser una diosa imponente y sabia como el destino mismo, durante alguna de sus visitas nocturnas la había encontrado haciendo una broma camuflada o utilizando el sarcasmo para obligarla a prestar atención.

Mnemóside retuvo una carcajada que parecía querer aflorar con una medio sonrisa en forma de mueca.

- Llévalo siempre contigo, Elegida de Apolo. Así podrás recordarme cuanto no me veas más.

Sabrina la miró desconcertada.

- ¿Cuándo no te vea más? ¿Qué ocurre?

- Has terminado tu entrenamiento. Puedes enfrentarte a tu enemiga y salir victoriosa airadamente. – la dijo con un gesto amable. – No os queda mucho tiempo. Unos días quizás, unas horas si tomáis la delantera.

Horas. Días. Pronto pondrían las cartas sobre la mesa, sus jugadas finales. Si lograban acabar con Valerie, aún tendrían que enfrentarse a un terrible ejército liderado por el Triunvirato. Perderían vidas, perderían muchas. Pero, si no cerraban ese capítulo de la historia los que murieran serían muchos más.

- Mnemóside yo...

- Ha sido un placer, Sabrina Walker – la frenó la diosa. – Nos veremos pronto.

Despertó con la respiración agitada, los brazos de Leo rodeándola la cintura y el reloj de la mesilla marcando las cuatro de la madrugada.

Valerie. Pronto se enfrentarían en un mortal combate en el que sólo una de ellas podría salir con vida de ello.

- ¿Ocurre algo nena? – dijo Leo con un tono de voz ronco, incorporándose entre las sábanas, las únicas responsables de cubrir sus cuerpos desnudos. – ¿Una pesadilla?

- No cariño, - le dijo Sabrina acariciando su mejilla y recostándose en su pecho desnudo. – Sólo quiero que me abraces. Por favor.

Leo obedeció y la rodeó con más fuerza, enroscando sus piernas en las de ella y aprovechando la cercanía para besar el nacimiento del pelo.

- Te amo Leo – le dijo Sabrina escuchando el dulce latido de corazón de Leo. Un latido fuerte, sano. Vivo.

- Yo también te amo, Sabrina.

Así durmieron la que podría ser la última noche de sus vidas, abrazados y enamorados con más locura de la que uno estaría acostumbrado a ver en dos almas tan jóvenes como las suyas.

-♣️♥️♦️♠️-

Armas a punto. Los soldados en sus posiciones, con sus lanzas en alto y sus escudos de bronce brillando con orgullo bajo la luz del sol. Magos protegiéndose con hechizos, enviando palabras de alivio a aquellos que irían en la primera línea de defensa. Hordas de dragones con sus jinetes en sus lomos, listos para cabalgar a lomos de bestias aladas. Pegasos constituyendo su caballería tanto en el cielo como en la tierra.

LA HEROÍNA; HÉROES DEL OLIMPO ▪Leo Valdez▪(N°3)Where stories live. Discover now