Capítulo 17

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... Un testamento.

—Es irreal, ¿no? Parece una mentira, pero no. 

—Pero a los seis años...

—Es muy pronto, ¿no?

Y Tomás Novak tenía cuarenta años. 

—¿Quién firma un documento así a los cuarenta años?

—Y para que tu hija de seis... 

—Hoy en día casi nadie hace un testimonio, ¿no?

—Testamento. 

—Pero fue una sorpresa cuando la fiscalía lo encontró, entre los últimos archivos, dicen. Como que nadie lo podía creer. Lo sacaron a relucir ahora.

—Pensaron que era trucho.

—¡Toda la herencia! 

—Casi toda la herencia. Creo que no se puede dejar todo a un hijo. 

—¿Y por qué no? —Por las leyes, creo. Algo así. 

—Dos tercios de la herencia, o sea, diez millones de pesos destinados solo a una nena. 

—Todo parece tener más coherencia ahora, ¿no? El brazo enyesado...

—Exactamente. Una pelea entre hermanas. Una se lleva diez millones de pesos mientras la otra solo se queda con un par de muebles. 

—Horrible. 

—¿Pero qué habrá hecho la nena para que el papá haga eso?

—¿Qué pasará por la cabeza de una persona así?

—Vanidad. Egoísmo.

—Han ocurrido asesinatos por cosas mucho menores. 

—Eva López tiene cómo pagar la fianza. 

—¿Cuántos millonarios delincuentes hay?

—Miles. En este país, está repleto. 

—En este país desbordan.  



...


Cuando Valeria la encontró, Eva estaba abrazada a las piernas, sobre el inodoro. Había olor a papel mojado y a trapo sucio. Eva no lloraba, ni parpadeaba; en cambio miraba las paredes del baño con los ojos secos y las ojeras más negras que nunca.

—¿Por qué viniste? —preguntó.

Valeria quedó estática. No esperaba que de ese bulto inerte, pálido, huesudo y frío surgiera una voz.—¿Por qué no pensás que soy una asesina? —preguntó Eva, después de un silencio de un minuto.

—Porque no lo sos.

—¿Y qué te da esa seguridad?

Otro silencio. Ahora Valeria se agachó, acercó su nariz a la nariz de Eva y la miró, como si la respuesta fuera la cercanía; la idea de que si pensara que fuera una asesina de verdad, no se atrevería a acercarse así.

—Es verdad, no tengo ninguna garantía. —Valeria suspiró, y Eva alzó la cabeza hacia ella—. Solo tengo un título en medicina forense, siete años de experiencia con homicidas y la intuición de que si el mejor detective del país confía en vos, es por algo. —La agarró de los hombros y la alzó hasta que Eva se levantó por completo—. Vamos, que Clara nos va a matar. Esa sí que es un poco asesina. ¿Ya te mostré los muebles que me compré? Mirá...

Heridas sin CicatrizWhere stories live. Discover now