Capítulo 7

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Pasan tres semanas en las que a Alba no le ocurre ninguna desgracia. Al menos, el Consejo no la pilla y eso ya es mucho decir. Aitana consigue dejar el tete con mucha menos dificultad de la que esperaba. Empieza a ir al colegio y, esfumando de un plumazo los miedos de su madre, llega a casa contando mil aventuras que vive con sus compañeros.

La bruja de agua comenzará a trabajar en el instituto a la mañana siguiente. Los lunes tendrá dos clases, ambas de primero de la ESO. Espera que, por ser los alumnos más pequeños, tengan un respeto que se va perdiendo con la edad.

Los días de Rocío, sin embargo, son muy ajetreados. La primera semana transcurre redactando las condiciones del divorcio. Las pocas veces que se pone en contacto con Miguel, este accede a todo lo que ella propone: separación de bienes, custodia compartida (en la que la niña estará con su padre de viernes a domingo), manutención para su hija...

Gracias a esto, todo se resuelve en un juicio rápido y su vida sigue como puede. El problema es que no solamente lleva su propio caso y ponerse al día en el trabajo le agota más de lo que pensaba física y mentalmente.

A pesar de esto, intenta prestarle más atención a Nerea, jugar un ratito con ella cada día y, sobre todo, reeducarla sin gritos ni palabrotas. En un par de semanas es imposible hacerlo del todo, pero considera que está haciendo grandes progresos. El ambiente en casa se ha relajado. Ya no existe esa tensión que convivía con ella y con Miguel.

Nerea empieza las clases el mismo día que Aitana. Ya acostumbrada a ese ambiente, no le cuesta nada adaptarse a la rutina. Rocío habla casi todos los días con Alba y sabe que a Aitana también le va bien.

Es con la pelirrosa con quien se está mensajeando cuando suena el timbre. Deja el móvil en el sofá y camina hacia la puerta. Cuando la abre, intenta sonreír sabiendo que es su hija la que está al otro lado, pero se queda en un intento.

Nerea agarra la mano de su padre, pero su aspecto deja mucho que desear. Sigue vestida exactamente igual que cuando Miguel se la llevó hace dos días. Incluso los moñitos que Rocío le hizo siguen en su cabeza, aunque la mayoría de la melena rubia ya está suelta.

-Hola, cariño.- Dice intentando que la niña no note su enfado.

-Hola, mami.- Responde soltándose de Miguel para agarrarse a las piernas de su madre.

-Bueno, aquí te la dejo.- Suelta él sin más. Deja caer la bolsa de viaje de Nerea en el suelo y se gira dispuesto a irse.

-¡Espera!- Lo frena Rocío.- Nere, ¿vas al salón a recoger los juguetes que has llevado?- La pequeña asiente y se va corriendo con su mochilita a la espalda.- ¿A ti te parece normal cómo la traes?- Espeta en voz baja, pero con el ceño fruncido.

-¿Cómo la traigo?- Deja escapar una risotada que a Rocío le hierve la sangre.

-Miguel, no la has bañado. Ni siquiera le has cambiado de ropa, ni la has peinado, por Dios. ¿A ti te parece normal cuidar así a una cría de tres años?

-Ay, he estado muy ocupado, Rocío.

-Miguel, no me jodas. Me la pela si tienes que hacer cosas o no. Es tu hija. No puedes tratarla como a un perro.

-Que sí, que sí.- Es tal su nivel de pasotismo que la rubia no puede contenerse más.

-No vengas el viernes a por ella. Voy a pedir la custodia completa. Aunque, bueno, no creo que te importe mucho.- La sonrisa victoriosa de su exmarido la altera más, si cabe.

-Me has quitado un peso de encima, la verdad.

-Largo de aquí.- Miguel asiente y da media vuelta aún con la sonrisa plasmada en la cara.

ibiza ; albocíoWhere stories live. Discover now