Capítulo 8

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Después de recorrer toda la juguetería, se le iluminan los ojos: ha encontrado la sirena perfecta para su hija.

Nunca ha sido muy amiga de las muñecas de peluche, pero la colección de muñecas que se le presenta le parece adorable, y espera que la opinión de Nerea sea similar. Todas llevan dos coletas que a su vez parecen aletas del mismo color que sus colas, tienen los ojos grandes y la boca en forma de 3 tumbado.

Rocío elige una de pelo y cola morada y de piel oscura, deseosa de ver a Nerea durmiendo abrazada a ella. La invade un sentimiento de amor hacia su hija y, con él, otro de culpa. Lo que para ella han sido tres años con una responsabilidad de más en casa que enfrentaba la mayoría de las veces con pereza, para Nerea han sido los tres primeros años de su vida en una familia donde no ha recibido todo el cariño que una niña necesita. Intenta retener las lágrimas que amenazan con asomar pensando que esa situación ha tardado apenas unas semanas en cambiar. Ahora es una madre de verdad, aunque el remordimiento de los últimos años le diga lo contrario.

Paga la muñeca en la caja y sale a la calle tras meterla en la bolsa de la juguetería. Se pone las gafas de sol y, a los pocos metros recorridos, le suena el teléfono. Lo coge y sonríe, olvidándose de sus cavilaciones de unos minutos atrás, al ver en la pantalla uno de sus nombres favoritos últimamente.

-Pero bueno -dice cuando descuelga la llamada-. ¿No se supone que estás en el trabajo?

Escucha la risa de Alba y su sonrisa crece.

-Tengo hora libre, lista. Pero si quieres te cuelgo.

-No, no -contesta, a lo mejor demasiado apresuradamente, por lo que se sonroja-. ¿Qué pasó? ¿Qué tal?

-Muy bien. ¿Y tú?

-Pues ahí, tirando.

-A lo mejor te puedo ayudar a tirar.

-¿Tú crees?

-Han destinado a Jaime a Mallorca de forma definitiva.

Silencio.

-Y... ¿eso es bueno? -pregunta Rocío con cautela.

-Claro. Ahora estoy sola con Aitana en la casa y hay hueco para Nerea y para ti.

Rocío se queda callada. ¿Acaba de insinuar lo que acaba de insinuar? Así, de primeras, es una locura. Pero... ¿hasta qué punto es posible?

Su primer pensamiento es Nerea. A sus tres años, no supondría un gran cambio pasar de vivir en Alicante a vivir en Ibiza. Además, no ha tenido tiempo de encariñarse con nadie en el colegio, porque acaba de empezar. Si fuera al mismo colegio que Aitana, al menos ya tendría una amiga hecha y...

-¿Rocío? ¿Sigues ahí?

-Sí, sí -se apresura a contestar.

-Ah, vale. Entonces... ¿qué te parece?

La rubia suspira.

-Me lo estoy pensando. Es... difícil.

-Es lo que necesitas...

Rocío asiente en silencio.

-Tienes razón. Pero me lo tengo que pensar. En cualquier caso, muchísimas gracias, Alba. ¿No te cansas de solucionarme la vida?

-Eres una exagerada -ríe Alba-. Es algo que no me cuesta nada.

No se atreve a replicar, pero no está de acuerdo. En lo único que le beneficiaría a Alba tener a una casi desconocida en su casa sería en la ayuda que podría aportarle para pagar la casa.

-Gracias, de verdad -repite-. Déjame unos días para pensarlo, ¿vale?

-Claro, los que quieras. Tú me dices. Te dejo, que tengo cosas que hacer por aquí, ¿vale?

ibiza ; albocíoWhere stories live. Discover now