Instante infinito

Capítulo 1

Tercera persona:
25 de octubre de 2004, Larenjeiras, Río de Janeiro, Brasil

— No, por favor, no dispares — dijo con ojos llorosos al ver como apuntaban a sus padres en la sien.

Los hombres vestidos de negro seguían con las armas en alto mientras uno de ellos se dirigió hacia ella y la sujetó con fuerza por el cabello dorado que le caía justo encima de los glúteos. Un disparo se escapó atravesando la cabeza de su padre, lágrimas y gritos escaparon de su boca, intentó soltarse pero la agarraron con más rudeza.

Apretó sus ojos llorosos con dolor al escuchar un segundo tiro que atravesó el corazón de su madre. El asesino de su padre se dirigió hacia ella escupiéndole y abofeteándole el rostro, mientras que el que la agarraba ejercía más presión.

En ese momento de agonía se escucharon las patrullas policiales, ella al ver que tenía una oportunidad de sobrevivir le lanzó una patada en la entrepierna al que tenía enfrente, lo que hizo que cayera al suelo. El sonido del exterior se hacía más fuerte, mas antes de lograr hacer otro movimiento el sujeto que la aguantaba le propinó una golpiza lanzándola al suelo. Antes de que su mirada se oscureciera logró ver como huían, no habían cruzado aún el umbral cuando el ejecutor de su madre , quien parecía estar cerca de los veinte años se volteó hacia ella:

— No será la última vez que nos veamos — fueron las palabras que captó antes de sentir el frío metal de una Beretta 92 rozar su corazón.

Los párpados se le cerraron y la noche fue testigo de la huida de los asesinos. La mansión quedó bañada en sangre y los cuerpos de los guardias de seguridad yacían inertes en el suelo.

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15 años después
11 de enero de 2019, París, Francia

La chica de cabellos de oro y ojos color cielo se apresura en tomar su abrigo y maleta, sale deprisa hacia el ascensor y marca el lobby del edificio. En la entrada la espera su amigo gay Max en su Aston Martin último modelo. Se dirigen con gran velocidad al aeropuerto, se estacionan y van a todo motor a la sala de espera:

— Pasajeros con destino a Río de Janeiro, hora de salida 5:30 PM, último aviso a los pasajeros con destino a Río de Janeiro — se escucha por los altavoces.

— ¡Ay por Dios! No creo que te vayas, no olvides llamarme todos los días y por favor, vas para Brasil, a ver si dejas ese estilo de ángel y te vuelves una perra loca que hechice a todos con su trasero.

— Veré que puedo hacer — le responde ella mientras se aleja.

-— Oyeeee — le grita Max a lo lejos —no olvides que este será siempre tu hogar.

Ella asiente y se dirige a su vuelo, el avión despega y con lágrimas amenazando salir se despide de la ciudad que la acogió con la certeza de que era lo mejor. El momento inevitable había llegado, no quiso regresar a Río durante diez años, estar alejada le impedía pensar en sus padres a cada segundo, pero a la realidad no se le puede huir para siempre.

Las horas transcurrieron, el reloj marcaba las 12:20 PM y el avión hizo su descenso en el aeropuerto Santos Dumont, tomó unas bocanadas de aire antes de salir, caminó al compás del resto de los pasajeros, encontrándose con una morena de cabello ensortijado y ojos pardos, era Katheryne, su mejor amiga, más que amiga, hermana. La morena era alta, pero no alcanzaba la estatura del hombre que le rodeaba la cintura, un varón robusto, con una barba bien arreglada que le realzaba sus ojos celestes, era Josué, su esposo.

La muchacha corrió a abrazarlos.

— Te eché de menos Rubí — dijo con alegría la morena.

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Beretta 92 : Pistola semiautomática con un calibre de 9 mm.

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