XIX. Aquellos que se amaron

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Amor mío...

Sé parte de mi cuerpo.

Amor mío...

Sé parte de mi alma.

Amor mío...

Sé parte de mi ser.

Vivimos juntos, moriremos juntos...

Y hasta en la otra vida, juntos habremos de renacer.


Normalmente, había una curandera por manada o clan. Dicha curandera, cuando había decidido pedir la liberación, entrenaba a un discípulo para que su clan o manada no quedara sin servicios.

Con pocas guerras desatadas, no habían visto la necesidad de tener dos o tres. Con una sola bastaba, que curara a los heridos y atendiera a los partos.

Por eso, en la operación que Sammy realizó, no pudo quitar curanderos de otros clanes o manadas para darlos a los que lo necesitaban. Ellos ya debían encargarse de entrenarlos, los hechiceros no podían arreglar todos sus problemas.

Miriam había entrenado como nunca luego de la batalla. Había tomado todos los libros de curación de la casa de Maggie antes de que ésta fuese habitada nuevamente, los había leído minuciosamente y entrenado en casa de los Miyazaki.

No era una experta, pero ya había aprendido las cosas más importantes.

Pero el caso de Naomi era extremo.

Los rasguños de la cara eran curables, pero la pérdida de sangre y la herida abierta de su costado, eran cosa seria. Miriam admiró de que la vampiresa siguiera viva.

No fue fácil ver a la persona que más amaba con lágrimas en los ojos, suplicantes, con su hermana casi muerta en brazos. Miriam tuvo que dejar todo sentimentalismo.

Tomó un papel activo, profesional, y le pidió a Tenshi salir de la habitación. Él solo estropearía todo. Miriam lo comprendía, pero esos momentos no eran los indicados.

—Por favor, quédate con él —Le pidió a Alex mientras le entregaba las hierbas que servirían para cerrar la herida de Naomi. El chico le dió una mirada, como diciéndole que jamás iba dejar solo a Tenshi.

Y Miriam por supuesto que lo creía, pero le sonrió en agradecimiento y cerró la puerta.

Se dirigió donde Naomi y comenzó con desgarrarle el vestido para poder observar bien la herida. Naomi estaba más pálida de lo normal, había marcas de garras en su cuello y rasguños en su piel.

Miriam limpió la herida del costado, aún sangraba, aunque poco. Había carne quemada por el cuchillo bendito alrededor de la herida.

Miriam no había visto la herida de Matthew, pero estaba segura que debió haberse visto parecida a ésta. Revisó si de pronto había quedado algo del cuchillo en la herida, no permitiría una curación completa.

Mientras limpiaba y revisaba, Miriam aún podía escuchar a lo lejos el corazón de Naomi latiendo. Aunque estaba perdiendo fuerzas, aún luchaba por mantenerse.

Miriam, mientras buscaba e inspeccionaba la herida, seguía limpiando y presionando para que no saliera más sangre.

La pelirroja intentó ver si podía hacer que Naomi fuera consciente, que recuperara un poco de fuerzas para al menos abrir los ojos, así que dejó salir sus colmillos para morder su muñeca. Hizo un gesto de dolor cuando los colmillos penetraron en su piel y pronto pudo sentir la sangre en su lengua. Apartó su herida y la colocó sobre la boca de Naomi.

Dama de la noche [Los traidores #2] «TERMINADA»Where stories live. Discover now