IX. Desde el fondo del mar

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"El mar es la gran reserva de la naturaleza.

El mundo, por así decirlo, comenzó en el mar,

y quién sabe si no terminará en él."

-Julio Verne "Veinte mil leguas de viaje submarino"


Normalmente, los partos en las sirenas eran suaves, el agua creaba un parto indoloro.

Pero Chione no sentía nada de calma, podía sentir como si se quemara. Como si sus huesos se rompieran en miles de pedazos.

La parte inferior de las sirenas, la que no era natural en ellas, las piernas y los órganos, solamente surgían por una razón: Procreación.

Tal vez en las sirenas de los demás lugares servían para mezclarse en el mundo humano, pero las sirenas del lago Nasser no las usaban para más que tener relaciones y dar a luz.

—Esto es extraño, Thema —dijo la partera a la Reina de las sirenas. La mujer miraba con firmeza a su hija mayor—. La bebé tiene dificultades para nacer, eso nunca había pasado en nosotras.

—Para todo hay una primera vez —contestó Thema, seria y fría—. Así como esta niña es totalmente inusual, debido al error de su madre, también lo será su nacimiento.

Chione trató de hacer oídos sordos a su madre, aunque no era muy difícil por el dolor. Estaba asustada por su niña, por lo que la bruja le pudo haber hecho. Chione había tenido pesadillas durante su embarazo, sueños en los que la muerte y la sangre eran los protagonistas.

Sangre, muerte, y una chica de largo cabello castaño y ojos amarillos junto a un muchacho pelirrojo, cuyo ojos rojos y colmillos brillaban.

Ambos la miraban, como unos espantos harían en una película de terror.

Y Chione sabía que todo eso que la bruja hacía estaba mal, pero ella no podía decir nada, no podía hacer nada, porque su madre la obligaba.

Chione era una vergüenza, una desgracia para toda su manada.

—¡Puja más fuerte! —exclamó la partera.

Chione pujó soltando un grito, podía sentir como el dolor se acumulaba en su pelvis

Luego, como si sintiera una liberación, una ligera calma mientras trataba de tomar una respiración.

Su bebé... esperaba que estuviera bien...

—Es una niña —dijo la partera, aunque era obvio. El trabajo de dar varones no era suyo. Chione intentó estirar su mano para alcanzarla, pero la partera se la llevó, sin duda a revisarla.

—Quiero verla —pidió. Su voz estaba ronca, la garganta le dolía.

Las sirenas nacían sanas, pero su bebé era una híbrida, y si tuvo dificultades para nacer, también posiblemente para respirar.

—Buen trabajo, Chione —dijo su madre a su lado, con sus brazos cruzados sobre su pecho—, esa niña nos traerá el honor que tú nos quitaste —Chione apretó los labios—. Espero que Caillic esté satisfecha con ella, que sea la elegida —Chione prefirió no decir nada, a la Reina no se le podía contradecir.

La partera regresó con la pequeña niña en brazos.

—No tiene dificultades para respirar bajo el agua —dijo la mujer entregándole la pequeña a Chione. Ésta, entusiasmada, cargó a su hija... tan solo para que su sonrisa se borrara.

Dama de la noche [Los traidores #2] «TERMINADA»Où les histoires vivent. Découvrez maintenant