I - Invernalia

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Dicen que lo que el Rey sueña, la Mano lo construye o, como el pueblo ha decidido decir: el Rey caga y la Mano limpia la mierda

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Dicen que lo que el Rey sueña, la Mano lo construye o, como el pueblo ha decidido decir: el Rey caga y la Mano limpia la mierda.
Ese era el propósito del Rey Robert Baratheon: un viaje atravesando todo el Reino hasta llegar a la fría Invernalia y encargar a su mejor amigo —hermano—, Eddard Stark, el puesto del recién difunto Jon Arryn, anterior Mano del Rey.

Miles de hombres, caballos, carruajes, soldados, caballeros y criados se desplazaron al Norte y junto a Robert, su mujer e hijos, de los cuales el segundo de ellos y primer varón, Joffrey Baratheon, estaba comprometido a la hija mayor de Ned y Catelyn, Sansa Stark. Mayleen, sin embargo, la mayor de los descendientes Lannister-Baratheon, era una chica de lo más parecido a Cersei: cabellera rubia dorada, ojos azulados con reflejos verdes al relucir con el sol. Tenía una actitud altiva, mirando todo por encima del hombro, una competitividad arrolladora y un increíble sentido del saber estar. Nunca sabían qué pasaba por su cabeza, pero el matrimonio con un príncipe de una casa de reconocido prestigio era inminente.

—Odio el frío—. Sentenciaba la chiquilla tapándose con una capa escarlata que colgaba del carruaje. Aún así volvió a asomar la cabeza al ventanuco. Puede que odiara la temperatura, pero el aire era de lo más limpio y el paisaje era realmente impresionante.

—Mayleen, serán unos días. No creas que es de mi gusto desplazarme al Norte para visitar al amigo de vuestro padre—. Cersei miraba a cada uno de sus hijos. La más mayor simplemente cerró los ojos para conciliar sueño. Joffrey, el primogénito, sonreía y buscaba con ansia las puertas del castillo. Myrcella continuaba soñando con las fantasías que la Septa les contaba, mientras que él pequeño Tommen se entretenía con un juguete.

En el exterior, Robert parecía el más animado. Hacía años que no viajaba ni veía a los Stark y tras días de largo viaje, los muros de Invernalia se dejaban ver, tan oscuros y fríos como el propio Norte. Los cuatro crios aún sentían ilusión ante la nieve debido a que el largo verano impedía las nevadas en el Sur. La carroza paró en lo que parecía la plaza central del castillo. Era momento de la diplomacia. Su padre saludaba a cada miembro con tal aire de familiaridad que a Mayleen le pareció incluso descortés. Ella sabía los nombres de todos los Stark y a menudo en la Corte escuchaba los comentarios de sus amigas sobre el joven Robb Stark, heredero de Invernalia. Todas hablaban de la elegancia y hermosura del chico. Mayleen oyó tanto esas historias que, finalmente, el príncipe le pareció que no hacía justicia a las anécdotas; sin embargo, Myrcella no paró de mirar.

 Mayleen oyó tanto esas historias que, finalmente, el príncipe le pareció que no hacía justicia a las anécdotas; sin embargo, Myrcella no paró de mirar

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Lannister || Juego de TronosWhere stories live. Discover now