Capítulo 7- Decir adiós

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-Kagome, despierta, es importante que hablemos ahora.

Kagome abrió los ojos y se encontró en medio de un lago. Estaba hasta la cintura en el agua más clara que había visto en su vida. Frente a ella había una mujer rubia con ojos azules casi claros.

-Hola, Kagome. Soy la vidente de todo. El pasado, el presente y el futuro. Te llamo aquí hoy para que hagas una elección. Una elección que debe hacerse.

-¿Qué es?

-Como sabes, la vida de Bankotsu vuelve a él, pero ¿sabes por qué?

-No, no sé por qué.

-Cuando fue revivido nuevamente para matarte, se formó un vínculo. Un vínculo que es cruel y misterioso. Tiene un lado bueno y uno malo. Como el cielo y el infierno. ¿Entiendes?

-Sí, pero ¿por qué se formó?

-A veces, cuando dos personas están destinadas a hacer grandes y buenas cosas, los malvados presagios trabajan en su contra. Yo misma sufrí el destino de este vínculo y es por eso que estoy aquí ahora contigo. El último vínculo como este fue hace más de mil años. Ellos lo confunden raramente, pero cuando lo hacen, es la elección de los que están en condiciones de servirse para bien o para siempre. ¿Debo mostrarles qué deben elegir?

-Sí, por favor muéstrame.

Pov kagome

Primera visión:

La mujer empujó su mano a través del agua y Kagome la miró.

Podía verse acostada dentro de la cabaña de Kaede. Su fragmento había desaparecido y por un lado sostenía la mano de Inuyasha y la de Bankotsu por el otro.

Todos sus otros amigos estaban reunidos alrededor de las lágrimas en sus ojos. Kagome también pudo ver que Bankotsu ya no tenía un fragmento. -Él está realmente vivo- Se vio a sí misma cerrar los ojos y sonreír.

-Me alegra entrar en el más allá con esta imagen de todos ustedes en mi mente. Me alegrará tenerlos impresos en mi mente por toda la eternidad.

Las lágrimas comenzaron a fluir de los ojos de Inuyasha y luego de todos los demás. -No llores por mí y Bankotsu no se te sientas culpable. Recuerda que esta fue mi elección.

Ella dejó de hablar y la imagen cambió.

Segunda visión:

Bankotsu tenía sangre sobre él y Naraku yacía muerto en el suelo. Kikyo estaba viva otra vez y Kagome sabía que eso significaba que ese era el deseo hecho en la perla.

-Ves Kagome- comenzó la mujer,
-Puedes dar tu vida para detener al mal para siempre y darle a Bankotsu una segunda oportunidad, pero hay otra opción.

Tercera visión:

La mujer volvió a pasar la mano por el agua y Kagome volvió a mirar hacia abajo.

La cabaña de Kaede estaba en llamas al igual que el resto del pueblo. La gente gritaba y la miraba como ella ahora era ella misma. Con los ojos rojos brillando, el fragmento en su pecho brillaba negro. Ella tenía su espada en el cuello de Bankotsu y él no hizo ningún movimiento para detenerla.

-Te amo, mi querida Kagome.
Dijo cerrando los ojos.

-Amor no significa nada, es simplemente una palabra lanzada. No siento amor por ti ni por ningún otro- Ella bajó la espada y luego se echó a reír. La imagen cambió de nuevo. Ella y Naraku estaban juntos esparciendo temor por el mundo. Observó, mientras ella misma, mataba a todas y cada una de las personas que apreciaba.

El Dolor de una sacerdotizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora