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—Se dará inicio a un descanso.—dijo Dumbledore haciendo aparecer la comida en todas la mesas del gran comedor, algunos hablaban de los extraños acontecimientos que habían sucedido en las presentaciones e incluso sentían celos por no conocer a sus hijos.

La mesa de Slytherin estaba bastante animada con la llegada de Abraxas y Liliane que con solo su presencia hacía sentir una vibra diferente entren las serpientes.

—Tengo una duda.—dijo Tory un poco más calmada de su rabieta infantil— ¿Por qué son Griffindor? Ambos padres son fieles a Slytherin.

—No podemos decir nada de eso.—dijo Abraxas y los Slytherin's entendieron que aún no era el momento para saber más, aunque la curiosidad los mataba.

—Salgamos de aquí.—dijo Draco en cuanto terminaron sus alimentos y salieron del gran comedor para compartir un momento con sus hijos.

—No puedo creer que hasta Parkinson tenga una hija, si es una perra.—dijo una chica de Revenclaw cuando caminaban por los pasillos de Hogwarts.

—Nunca vuelvas a hablar mal de mi mamá.—dijo Liliane con varita en mano dispuesta a atacar.

Parecía que el insultar a su madre la hacía volver su carácter más frío, su mirada dulce había desaparecido en cuestión de segundos.

—Liliane, cálmate. No vale la pena.—trato de calmarla Abraxas pero fue en vano.

Un Griffindor salía del gran comedor cuando noto la escena de la hija de Parkinson y la chica de Revenclaw, algo en el le gritaba que fuera a detener la situación pero su cordura se lo negaba.

— ¿Estás bien?—pregunto el azabache acercándose rápidamente a la chica y con su voz la hizo volver a la realidad.

—Lo siento, pero no toleró que la gente hablé de ti.—dijo Liliane apenada y Pansy sonrió.

—No me importa lo que ellos piensen de mí, ahora solo me importa lo que tú pienses de mí.—dijo Pansy dedicándole una sonrisa a su hija.—Ahora puedes irte Potter.

—Claro, no es mi asunto Parkinson.—el azabache continuo su camino lejos de ambas chicas.

Abraxas y Draco decidieron dejar solas a ambas chicas y caminaron por los jardines de Hogwarts.

— ¿Por qué Astoria no es tu madre?—dijo Draco, no quería hacer esa pregunta delante de su amiga debido a que sabía los sentimientos que ella tenía hacía él.

—Porque ella encontró el amor en alguien más.—dijo sentándose en los jardines seguido por Draco.—Así que no te sientas mal.

— ¿Ella es?—dijo y Abraxas no entendió a quien se refería hasta que miró más allá y vió a la castaña perteneciente a la casa de Griffindor.

Sonrió y recargó su cabeza entre ambas manos pensando en que responder.

— ¿Te gustaría que fuera ella?—Abraxas sabía que realmente era lo que su padre anhelaba pero le daba miedo admitir.

—Ella merece algo mejor, no un mortifago.—susurró apenado ante su hijo por su presente. Decidió levantarse y volver al castillo dejando solo a su hijo.

—Y tú eres lo mejor para ella.—dijo Abraxas cuando su padre ya estaba bastante lejos de él.

Decidió volver también y noto que las presentaciones continuarían, así que optó por sentarse con su padre para seguir escuchando.

Una encapuchada avanzó lentamente hasta el centro del escenario y quitó la capa que cubría su cuerpo, era una pelirroja, de piel blanca, ojos verdes y pecas cubriendo su rostro. Ella sonrió a todos.

Rompiendo TradicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora