7 ENFERMEDAD

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Era una maldita enfermedad.

Si, una maldita enfermedad. De eso estaba seguro. Un maldito virus, asqueroso, repugnante una cosa venida del espacio seguro.

Su propio rostro rojo, los latidos de su corazón acelerados, la estupidez mental al momento de ver... A el.

Si. En definitiva una enfermedad.

Kagami Taiga no podía g-g-gu...gustar... de... ese...

Aghhhh... nada más de pensarlo le daba náuseas.

Y no era por el hecho de que fuera un hombre. No.

Kagami pensaba firmemente que el amor era amor... Ya fuera una pareja del mismo sexo o no.

El problema era el tipo.

Si, ese idiota egocéntrico, mal hablado, orgulloso, amante de los pechos grandes y por obviedad de las mujeres, un bastardo obsesivo con la victoria, guapo, alto, de ojos fieros, músculos bien formados y esa sonrisa que...

¡No!

No debía pensar a sí de el, era un caso perdido.

Pero no podía evitarlo, ahí estaba en la banca del parque sentado, escondiendo la cabeza entre sus brazos mientras se apoya a en la mesa, sin dejar de mirar como el peliazul driblaba magistralmente.

-Deberias decirle que te gusta Kagami-kun-

Del susto Kagami salto en la banca, golpeando sus rodillas con la mesa, asustado pero enrojecido de la vergüenza, llamando la atención del moreno.

-Estas loco Kuroko- le dijo ignorando el susto sustituida por el dolor - Jamás... No tengo oportunidad, antes me fracturo que algo como eso-

-No digas eso Kagami-kun, deberías tener más confianza-

Habían pasado más de dos semanas de esa charla, las cosas estaban normales hasta que el gran Kagami Taiga se enfermo

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Habían pasado más de dos semanas de esa charla, las cosas estaban normales hasta que el gran Kagami Taiga se enfermo. Y
no, no era esa estúpida alegoría de enfermedad amorosa, era una de verdad.

-Me muero Kuroko... Dile al mundo que fui un buen jugador de Basket-

-No exageres Kagami-kun, solo tienes gripa-

-Tu no lo entiendes, esto es la muerte...-

Y así Kagami se la paso quejándose hasta que su sombra tubo que marcharse por lo tarde que era.

Kagami estuvo dormitando hasta que medio escuchó la puerta de su departamento abrirse, pensó que era su amigo y no le dio importancia.

Llevaba ya tres días con esa horrible gripa, así que solo estaba hecho bolita entre las sábanas de su cama, el dolor de cuerpo y cabeza no menguaba, la fiebre; a pesar de los medicamentos, no bajaba así que solo debía descansar.

La puerta de su habitación fue abierta y aunque le daba la espalda no hizo amago por moverse.

Sintió un peso a su lado y unas manos frescas acariciar sus rojas mejillas, sus ojos cerrados, picar un poco sus cejas, algo que le molestó un poco y por último su cabello.

La caricia le pareció tan cálida que de alguna manera sé sintió querido.

-¿Se te olvidó algo Kuroko?- le dijo con voz rasposa

Fue fuertemente volteado boca arriba, haciéndole abrir los ojos del susto, es decir; Kuroko no podría tener tal fuerza, era un hombre y todo pero... Era Kuroko.

-Asi que Tetsu te ha estado cuidando cual buena esposa-

Mierda... Su enfermedad primordial estaba ahí... No... Eso era otra de sus alucinaciones. Así que no le prestó mucha atención a sus palabras.

-Ohhh... Aomine estás aqui, ¿De que va ir el sueño esta vez? ¿Me dirás qué me amas y me follaras contra alguna superficie de la casa? Sabes, me estoy cansando de esos sueños... luego me da por chillar-

La cosa se puso extraña cuando en lugar de seguir el hilo de alguno de sus locos sueños, la alucinación le hablo.

-Asi que lloras porque piensas que solo es un sueño... Me gustaría hacerte llorar si, pero no de ese modo-

-Mmmm...- respondió Kagami medio adormilado de nuevo -Quiero curarme de ti- le dijo al final ya sollozando

-¿Así que soy una enfermedad? Verás cuando despiertes mañana que me quedaré aquí... Contigo-

El moreno le arropó y cuido el resto de la noche, algunas veces Kagami despertaba de nuevo y decía alguna tontería incomprensible, pero Aomine supo controlar la situacion.

Estaba aliviado y en deuda con Kuroko cuando este le dijo lo que sucedía.

Que Kagami gustaba de él y que tenía pensado olvidarlo. No pudo quedarse de brazos cruzados ante ello. Aomine pensaba decírselo a su tiempo, enamorarlo, encontrar la manera de que; confiara que no le rompería el corazón, escuchar que lloraba después de soñarle no le gusto para nada.

A la mañana siguiente, cuando Kagami despertó y vio la cabellera azul a su lado cayó de la cama asustado, quería esconderse en algún hueco y no salir jamás. Recordaba plenamente cada estupidez salida de su boca, pero todo quedó olvidado cuando el moreno le besó, le dijo que le amaba y le llevó a la cama. Y no para tener sexo, no; le cuido y protegió como nunca hubiera creído.

Kagami no sabía si estaba curado de su enfermedad o había empeorado.

La sensación en su estómago de un millar de mariposas había cambiado a un millar de avispas embravecidas.

Aomine le quería.

Fictober AoKaga (Terminado)Where stories live. Discover now