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Como parte del servicio social propio de su nueva profesión de médico, Kohaku Takashi fue enviado a una apartada comunidad en lo alto de las montañas.

Estaba muy emocionado de poder ayudar a la gente, pero al llegar se encontró mayormente desconfianza. Lo veían tan joven, que les parecía inexperto.

-¿Crees que estará bien?-

-Ya es tiempo, si no; te aseguro que lo estará-


Tan solo un par de personas lo vieron con buenos ojos, y lo recibieron de la mejor forma posible, ya que llevaban meses sin un doctor en el pueblo. Así que lo acomodaron en una buena habitación en la gran casa de; a su parecer quien mandaba en el lugar y el esposo del pelirrojo heterocromo se encargaba de darle comida o cualquier otra cosa que necesitara.

Queriendo o no, finalmente todas las personas tuvieron que aceptarlo, después de todo ya conociéndolo y viendo su forma de ser, además de que no tenían nadie mas a quien recurrir.

A Kohaku se le veía ir y venir a pie a veces a altas horas de la noche, para atender a algún enfermo en su propia casa; Akashi, el que de hecho si era algo así como el gobernador, le dijo que con gusto le cedia uno de sus caballos, pero además de que nunca había cabalgado, prefería el ejercicio de caminar.

Había siempre alguien que lo acompañaba, un joven de apellido Kuroko, muy buen amigo suyo desde el primer día en que piso el lugar, callado pero tranquilo y con tan poca presencia que le asustaba cada que podía.

-Oi, Kouki. ¿Donde esta Tetsuya?-

-Perdón...¿Quien Kohaku-kun?-

-Tetsuya, me voy donde los Reiga, a ver al abuelo y curar sus heridas, pero Tetsuya no aparece, el bastardo dice que nunca me vaya sin el, pero ahora no aparce-

-No se de quién me hablas Kohaku-kun-

Aunque el pueblo era pequeño nadie quería que se perdiera

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Aunque el pueblo era pequeño nadie quería que se perdiera.

Una madrugada, escuchó el ladrar de los perros y fue a ver de qué se trataba.

Kohaku ignoro el dicho del esposo del pelirrojo; de que escuchará lo que escuchará no saliera por las noches, cuando pregunto este solo le respondió que era mejor que no lo supiera.

«Los citadinos nunca lo entienden» había dicho

Distinguió en medio de la oscuridad alejándose una figura masculina, y encontró en el suelo un rastro de sangre.

Asustado le rogaba que se detuviera, identificándose como médico y ofreciendole ayuda, sin embargo el hombre solo caminaba y caminaba pareciendo ido, caminaba hacia el frente con la cabeza agachada.

Los rígidos y lentos movimientos con los que se desplazaba, hicieron pensar a Kohaku que se encontraba muy mal herido, así que corrió para darle alcance.

Fictober AoKaga (Terminado)Where stories live. Discover now