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Nosotros aprendimos a vivir.

Nuestra libertad viene a un final.

Nosotros hemos derribado esa pared.

Es mentira eso de una larga juventud en la vida.

Mira dentro de mis ojos.

En sus marcas, listos, fuera. Es momento de correr.

El cielo está cambiando, nosotros somos uno.

Juntos podemos hacerlo aún cuando el mundo se derrumba.

No mires hacia atrás.

Tokio Hotel – Ready, set, go.


* * *

      El joven de corto cabello castaño procedió a bajar el cierre poco notable que se situaba al lado delantero de la túnica que llevaba puesta.

-¿Qué haces? – Quiso saber Aurora con urgencia, le era insoportable saber que ahora no tenían escapatoria alguna, que solamente le restaban segundos antes de ser asesinados y a todas estas a Alexander solo se le ocurriera despojarse de su vestimenta.

      Los pasos se escuchaban cerca, por suerte habían tomado ventaja y todavía los tenían a distancia; aunque por muy poco tiempo. El joven colocó la pesada prenda oscura alrededor de su novia, cubriéndole la espalda y los costados. Quedándose vestido con un conocido pantalón de mezclilla azúl, una negra camisa de manga larga de botones en frente y sus botas militares. Otra mirada le hizo entender a Aurora que algo se proponía, aquella mirada oscura y brillante. No tardaron más de tres segundos hasta que volvieron a escucharse los pasos acercándose y a lo lejos aquellas personas asomarse, levantando sus armas. Alexander alzó su novia en brazos, hecha un ovillo acurrucándola contra su pecho y arrojándose hacia el cristal sin pensarlo más, antes que alguna bala diera con ellos.

      Alexander cerró los ojos con fuerza, bajando la barbilla lo más que pudo, exponiendo su cráneo al golpe mientras Aurora sintió la presión en su espalda al chocar contra la superficie del cristal que conformaba la pared al final del pasillo. Su protector la sostenía con más fuerza aún. Era vida o muerte, no existía otra escapatoria posible. Los disparos se escucharon nuevamente al mismo tiempo que el estallido agudo del vidrio al hacerse pedazos y derribarse en añicos, mientras el par de jóvenes se arrojaban al vacío.

Te advierto no seguirme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora