28- El elegido

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Nicholas cayó con fuerza sobre un suelo en el que, aunque tenía los ojos cerrados, notó que había pasto. No los abrió, no se sentía capaz, el miedo que corría por sus venas, el sonido de su corazón en sus oídos, lo débil que se sentía... solo quería que todo terminara.

-Nick, ¿estás bien?-preguntó la voz de Cedric, a su lado.

Abrió los ojos de a poco, y el lugar donde estaban lo dejó con la boca abierta. A su alrededor, se podía ver un tenebroso cementerio, oscuro, cubierto de niebla, lleno de millones y millones de distintos tipos de lápidas, desde las normales que Nicholas tan bien conocía (por vivir toda su vida cerca de un cementerio) hasta grandes estatuas con los nombres de los muertos. El chico miró al rededor y sintió como un escalofrío recorría su cuerpo.

¿Qué estaban haciendo allí?

-¿No es genial?-dijo Cedric, que ya estaba de pie y comenzaba a caminar por el cementerio, observando las lápidas como un explorador que busca una pista.

-¿Genial?-repitió Nicholas, desconcertado. No entendía demasiado lo que estaba pasando a su alrededor, y no sabía si se debía a lo mal que se sentía o al hecho de que estar en un cementerio no tenía sentido.

-¡Claro!-continuó Cedric-¡la copa era un traslador! ¡Debía traernos aquí! La cosa que... algo...-se agachó-tenemos...-se levantó y miró detrás de la siguiente lápida-que buscar.

-No creo... no creo que debamos estar aquí-dijo Nicholas, levantándose con mucho esfuerzo y haciendo casi omiso al sonido de su corazón en sus oídos.

Bum bum bum

-¿Entonces cómo llegamos aquí?-preguntó Cedric, acercándose a la copa y estudiándola con la mirada-¿Por qué estamos aquí?

Nicholas comenzó a caminar hacia Cedric, que estaba junto a la copa, con toda la fuerza que tenía, pero era como si sus piernas no le respondieran. Cayó de rodillas con fuerza y fue a parar de cara al suelo. Escuchó el sonido de Cedric dándose vuelta para mirarlo.

-¿Nick...

Pero de pronto otro sonido, que no tenía nada que ver con Cedric, llamó la atención de Nicholas, que levantó la cabeza un poco, con el labio sangrando por el impacto que había tenido contra el suelo. Una persona con una capucha se acercaba a ellos desde la oscuridad, con lo que parecía ser un bebé en sus brazos. El chico frunció el ceño y susurró:

-Cedric... ten cuidado...

Cedric levantó su varita y apuntó a la figura encapuchada, que se detuvo a unos metros de ellos, junto a una tumba de mármol. Nicholas comenzó a hacer el esfuerzo de levantarse nuevamente, pero de pronto, el dolor general que sentía, el sonido de su corazón en sus oídos, que lo molestaba profundamente, fue reemplazado por el dolor de pecho más fuerte que había sentido en su vida.

Fue como si su corazón se partiera dentro de su pecho. Por primera vez en su vida podía sentir al órgano dentro de él, sentirlo en su totalidad, al punto de poder verlo con claridad, como si estuviera frente a él... y podía verlo partiéndose.

Cayó al suelo con todavía mas fuerza, sin importar que se golpeara con aún más fuerza, esta vez en la nariz. No sentía más que dolor, no conocía otra cosa que no fuera dolor.

Y ese dolor le hizo entender todo.

-¡CEDRIC!, ¡CORRE!-gritó, utilizando toda la fuerza y adrenalina que el dolor le había dado.

De pronto el ambiente se llenó por una voz que Nicholas conocía muy bien, una voz que lo había torturado muchas veces en sus sueños.

-Mata al que sobra.

Nicholas Riggs y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now