Vacaciones en la playa Parte IV

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Narrador Omnisciente

¡El pelirosa pecoso se había colado al viaje en la camioneta de Sorbet y Gelato sin que nadie se diera cuenta! Prosciutto sintió como se le regaba la bilis.

Vinegar al tener un cuerpo tan delgado y fino, además de poseer una descomunal elasticidad se escondió entre el montón de maletas que estaban en una esquina de la pick-up, durante todo el trayecto guardó silencio y cuando todos bajaron él también bajó y se paseó por todo el lugar pasando desapercibido. El jovencito de las pecas usaba unos shorts largos morados con estampado de ranas.

—Si bossu, sus inquilinos muertos de hambre si tienen dinero, donde tuvieron para un viaje a la playa.— aún seguía sosteniendo la chancla Gucci de Prosciutto a modo de teléfono.

—Pero... ¿Cómo diablos la consiguió? ¡Risotto, tu se la diste!— el rubio estaba rojísimo del coraje.

—Yo no fui, quien sabe como te la quitó, pero yo no se la di .— el de ojos rojos lo miraba confuso.

—Es la que se fue al mar, ¡Tú se la diste!

—Pros, entiende que no.

—¡Claro como el es más joven y sin hijos, ya no me quieres!— Prosciutto se indignó y llevó su mano hacia sus ojos que amenazaban con empaparse de lágrimas.

—Ya vas a empezar de dramático.— el peligris ya se sabía ese cuento.

—¡Tu, el altote pitudo! ¿Me puedes pasar el otro teléfono que tiene en el pie la rubia histérica? Este se quedó sin batería y le tengo que seguir llamando a mi querido bossu.— Doppio le entregó la chancla a Risotto y se acercó de manera tan atrevida a los fuertes pectorales del albino.

—¿A quién llamas rubia histérica, chamaco safado? ¿Y que le andas viendo a mi pitudo...digo, a mi esposo?— el rubio daba pasos largos hacia donde estaba el pecoso y con una habilidad casi de francotirador se sacó la chancla y la fue a estrellar en el rostro del pelirosa. —Aquí está tu otro teléfono.

—¡Diablos, Prosciutto!— todos se quedaron pasmados al ver como había reaccionado el de orbes azules, Vinegar se sostenía la nariz que le sangraba a ríos.

—Ay Pros, vete despidiendo del departamento.— Illuso lo miraba con pena.

—¿Como por qué o qué?— Prosciutto acomodaba sus lentes de sol, triunfando como siempre, sintiéndose orgulloso por dar justo en el blanco.

—El Doppio es el culito del arrendatario, si se entera que te lo madreaste nos va a correr.— agregó Formaggio.

—Entonces le diré que estaba de resbaloso con MI esposo, que calme a su pinche putita.

—Pros, dime ¿A quién le va a creer más? ¿A ti o a su sugar baby?— Ghiaccio trató de poner en órbita al rubio.

—Es más que obvio que al Doppios, mejor ve a pedirle una disculpa.— Melone se acercó a Pros y le entregó sus dos chanclas.

—Esta bien, pero lo hago por el bienestar de ustedes mis chamacos pendejos.— Prosciutto estaba rojo pero ahora de tanta vergüenza, cayó en cuenta del peligro que correría toda su familia si los llegasen a echar del departamento, todo por culpa de sus malditos celos, se puso las chanclas y caminó hacia donde Doppio.

—Hey, disculpame por el golpe.— la boca de Pros sabía amarga, pero tuvo que tragarse el orgullo.

—¡Idiota, me dolió hasta la puta madre!— Vinegar gritó soltando sus dedos de la nariz dejando caer un chorro de sangre, estaba dispuesto a atacar al rubio pero se detuvo al escuchar algo que otros no. —Tururururururu~

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