6. Punto y final

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Aviso IMPORTANTE: En esta parte se relata sin profundidad la enfermedad y muerte de un personaje terciario sin demasiada relevancia en la trama y la consecuente reacción de uno de los protagonistas. Es por ello que, aunque este capítulo iba a ser el último, he decidido dividirlo en dos partes. Si no te sientes cómodx leyendo este tipo de contenido, puedes pasar al siguiente sin ningún tipo de problema, pues se contextualizará en el capítulo. Gracias y perdón por las posibles molestias <3

13 de mayo

6:13 am

El sol que empezaba a colarse por la ventana se reflejaba en la piel blanquecina de la espalda del catalán, dándole un aspecto bronceado que recordaba que el verano se estaba acercando.

Agoney se despertó una hora y media antes de lo habitual sin saber muy bien por qué pero, al ver el rostro relajado de su novio a su lado, volvió a dejarse caer sobre la almohada y cerró los ojos en busca de esa hora de sueño que sabía que necesitaba.

Pero fue imposible.

Así pues, con un suspiro profundo y tras depositar un beso en la cabeza del catalán antes de volver a arroparlo, se levantó directo a la cocina en busca de un café lo más cargado posible, agarrando su móvil por el camino para poder entretenerse mientras desayunaba sin Raoul.

Dio un largo sorbo a su bebida cuando la hubo servido en la que ya se había convertido en su taza mientras esperaba a que la tostada saltara del tostador amarillo chillón que rompía con el equilibrio de la cocina. La noche aún inundaba la calle que se veía a través del gran ventanal, al igual que su mente, que seguía durmiendo, como negándose a despertar, al contrario que su cuerpo, pues su estómago había empezado a revolverse sin motivo aparente.

Estaba nervioso. Eran las seis de la mañana y estaba nervioso. Y eso no podía significar nada bueno.

Agoney siempre había sido de las personas cuyos presentimientos se acababan cumpliendo en la mayoría de ocasiones. Tenía claro que su intuición era uno de sus fuertes, pues, aunque no siempre descubriera cosas buenas, nadie tenía que decirle "te lo dije", porque él ya lo sabía. Se había ahorrado muchas hostias así, poniéndose la venda antes de dejarse herir, siendo él mismo la única persona sobre la que se permitía llorar.

Por ello, desde el primer momento en que dejó pulsado el botón que encendía el móvil, supo que aquel día no iba a ser bueno. Sin embargo, cuando finalmente la pantalla se iluminó y las tres notificaciones aparecieron en su pantalla de bloqueo, la taza se cayó de sus manos, convirtiéndose en mil pedazos, irreparable, tal y como pensó que sería su corazón en aquel momento.

"Agoney. Es difícil tener que decirte esto, pero... ella no está bien. Lo siento".

El remitente del mensaje era Christian. La primera lágrima rebelde que se deslizó por su mejilla lo obligó a preguntar que a quién se refería, cómo si no lo supiera ya. Cómo si le importara alguien más en aquel país.

Cayó al suelo de rodillas cuando recibió la más que obvia respuesta. Sus ojos se convirtieron en un mar revuelto por el aire y sus mejillas en arena, en polvo de rocas que, de alguna manera, era el material del que estaba hecho o, al menos, del que su coraza se formó cuando regresó de Nueva Zelanda.

Él ya lo sabía. Sabía que iba a pasar, pues Lucy ya lo había advertido un año antes. Había seguido todo el proceso a su lado, la había acompañado a todo aquel lugar que estaba a su alcance y se había mantenido aparentemente feliz, fingiendo una dicha que se acabó transformando en coraza. Del mismo modo, la había visto sonreír con un gran sobre en la mano, abrazándolo mientras que gritaba "estoy bien, Agoney, ya sí".

Aunque tú no lo sepasWhere stories live. Discover now