Capítulo 36 - Tenerife

2.2K 187 349
                                    

Nunca le han gustado los aviones. Y sí, es consciente de que es la vía más rápida y económica de viajar a su tierra, pero a veces los seres humanos somos irracionales y el haber visto más de mil veces la primera película de Destino Final no ayuda nada. Raoul parece notar la incomodidad de su acompañante, así que posa la mano en el muslo contrario para empezar a dejar suaves caricias en la zona.

-En nada llegamos, verás que ni te enteras -lo intenta calmar Raoul

-Me encuentro fatal -confiesa Agoney cerrando los ojos en un intento en vano por césar su mareo

-¿Ya has hablado con tu abuela? -pregunta Raoul con el pretexto de cambiar el foco de atención de la conversación

-Ayer -responde con un asentimiento de cabeza el canario- le dije que iba a pasar el fin de semana allí y que llevaría a alguien especial

-¿Especial en qué sentido? -alza una ceja Raoul

-En el peor posible -bromea el moreno antes de sentir un nuevo pinchazo en la boca del estómago y hacer una mueca de disgusto

-De verdad, no entiendo por qué dices esas cosas -ironiza el rubio poniéndose bizco y haciendo reír a carcajadas a Agoney, consiguiendo que el chico disipe cualquier mal augurio de su mente

-Gracias -suelta de golpe el más mayor

-¿Gracias por qué? -pregunta sonriendo el rubio

-Por ser tú

Agoney deja un tierno beso en la mejilla de Raoul y se recuesta en el asiento con la intención de dormirse durante el trayecto. Propósito que acaba consiguiendo cuando Raoul opta por llevar su mano a los rizos de Agoney y empieza a hundir sus dedos en el pelo del canario.

***

Hace tanto tiempo que no visita su casa que Agoney no sabe ni cómo recuerda a la perfección el camino desde el aeropuerto, pero poco más de una hora después, ahí están los dos chicos frente a la puerta de la casa en la que ahora solo residen sus abuelos. Con más timidez que miedo, pues nunca podría tenerle miedo a ese sitio, llama al timbre.

Cuando ve los labios de su abuela adornados por las arrugas y curvados hacia arriba nada más abrir la puerta, deja caer su mochila al suelo y se abalanza sobre la mujer, que no tarda ni un segundo en cubrirle la mejilla de besos cálidos, besos que abrazan... besos de abuela.

-¡Pero que mayor estás, mi niño! -afirma emocionada la mujer- y pensar que hace nada me cabías en los brazos...

-Bueno, quien dice hace nada dice dieciséis años -ríe Agoney dando un nuevo beso a su abuela

-Tonterías... -niega con la cabeza la mujer haciendo reír a Raoul y percatándose así de su presencia- uy, hola

-Hola -saluda el rubio a la mujer rojo como un tomate

-¿Este es ese alguien especial? -pregunta la abuela con curiosidad y sin dejar de observar con atención al catalán

-Sí, abu él es Raoul -lo presenta Agoney posando una mano en su hombro- mi novio

-Pues qué buen gusto, hijo -exclama la mujer sacándole aún más los colores al rubio y haciendo reír a su nieto- encantada, yo soy María

-Mucho gusto -la saluda con dos besos

-Uy que educado, me gusta me gusta -asiente con la cabeza la mujer

Agoney, que no da crédito a lo que está pasando, decide preguntar aquello que le ronda la mente desde que le ha presentado a Raoul y su abuela.

WHAT'S UP? (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora