Capítulo 9

34 6 0
                                    

Los días pasaban lentos mientras buscaba sin ningún resultado a la chica que me había quitado el sueño con solo aparecer delante de mis ojos por medio de una foto. No quise contarle nada a mis amigos, ni siquiera a Abi, pues quería que fuese una sorpresa. Aunque, en realidad, sentía en parte que de alguna forma el que guardase esas fotos hacía de todo esto algo intimo entra la jovencita de la fotografía y yo, como si contarlo a los demás fuese innecesario en verdad. ¿Que razón hallaría para contarles semejante hallazgo? Si ni siquiera yo estaba seguro de lo que me estaba pasando por la mente al tener esa imagen entre mis dedos y un deseo indescriptible por meterme en ella para revivir algo que había sido parte de un pasado que empezaba a sentir cada vez tan cercano como si fuera el propio presente.

En esos días mi rutina había cambiado de una forma muy agradable. Todos los días iba a la universidad contento de ver a Abi, de tenerla entre mis brazos en los recesos, de compartir horas de estudio a su lado, de mirarnos con cariño en clases y dedicarnos a disfrutar, aunque el estudio nos quitara tiempo. Luis no se cansaba de hacernos bromas sobre lo cursis que quedábamos al estar toda la mañana juntos y los tres disfrutábamos de todo lo que podíamos en esas horas. Luego cada uno volvía a su casa y por las tardes nos veíamos, aunque Luis en ocasiones no podía pues él tenía "sus propias citas" como nos decía cuando organizábamos para hacer algo. Nosotros no nos molestábamos mucho, estábamos contentos de que pudiera ir a verse con alguien y ambos teníamos nuestros momentos a solas donde nos dedicábamos a hacer muchas cosas, menos estudiar. Me estaba enamorando de esa joven de cabello rubio y ojos grises, estaba perdiendo la cabeza por ese amor al punto de comenzar a escribirle poemas solo para ella.

-Estoy aquí solo para ti
para ser quien cause tu sonrisa
para ser quien se gane tu mirada
para ser quien te haga soñar
para ser quien te acompañe
para convertirme en tu mejor historia
y ser quien bese tu dulce boca.

Le recite este poema en una de esas tantas "citas" y ella se emocionó tanto que apenas pudo evitar sonreír con un brillo cristalino en su mirada.

-Me encanta-dijo acercándose a mí, estábamos en su cama. Sus padres se habían ido por algunos días-en verdad me fascina.

-Es solo tuyo...-dije con pena acercándome también-por eso lo traje escrito. Es la única versión de este poema. Quise...

Me callo de un beso. Me deje llevar en una danza que solo nos hizo conocernos la piel con gran lentitud. Su cuerpo se pegaba al mío con una pasión que solo podía imitar. Nuestras manos investigaban territorios completamente nuevos, nuestros labios se besaban ya sin límites, la ropa nos molestaba y nos la sacamos sin pensar. No hace explicar lo que sucedió entre nosotros, pero fue tan íntimo y placentero que tampoco podría hacerlo. Ambos nos envolvimos en un sentimiento tan esplendido, podría incluso adelantarme a decir que en ese instante nos amamos, para luego, después de todo lo que sucedió, preguntarnos entre risas que acabábamos de hacer.

-No sé cómo podrías describirlo vos, señor poeta-estaba envuelta entre sábanas blancas, su piel resaltaba de forma sutil y sus curvas hacían bulto bajo estas, unas curvas que rozaba con mis dedos. Me miraba con alegría y esperanza, como si aquello fuera apenas un sueño a mi lado.

-Tengo miedo de decirlo...y que no sientas igual-estaba recostado a su lado, admirándola con lentitud.

-Pues no seas tan cobarde y dilo, que hace un momento atrás estar con tu carita entre mis piernas no te dio ningún miedo-me sonríe con picardía y le devuelvo el gesto.

-Entonces...siendo valiente-le digo acercándome a su boca otra vez-como amor, como ese misterioso sentimiento del que el mundo tanto habla y poco siente. Como el amor no puede describirse, no puedo describirte ni describir esto...-se mordió el labio inferior y me acerque más-solo decir que me tienes enamorado...atrapado en esos ojos grises y en tus labios carmesí-se acercó un poco más a mi boca-creo que en este tiempo todo eso has logrado.

- ¿Logre que este loco escritor se enamorara en poco más que un mes? –me pregunta divertida levantando una ceja.

-Al parecer antes de perder la memoria era muy difícil de enamorar.

-Eran otras las circunstancias.

-Seguro...pero ahora-le digo acercándome ya al punto de estar en contacto sus labios con los míos- ¿Cómo lo describiría usted?

-Estoy de acuerdo con sus palabras-mueve sus labios pegados a los míos y no quiero ceder a besarla antes de que termine de hablar, pero se me hace muy difícil-también me tiene enamorada, tendrá que disculpar que no sea tan poética para hablar.

-Lo sé, pero si me permites, quiero convertirte en la más hermosa poesía.

Desde aquel día, opte por abandonar la búsqueda de esa chica. En Abi encontré algo maravilloso que no podía explicar. Era su compañía, su esencia o algo de su interior que me producía estar conforme con perder mis recuerdos. Así que deje de buscar, opte por amarla y ser feliz, pues creo que no hubiera sido agradable si por otra mujer mi cuerpo se hubiera lanzado de esta forma de sentir hasta el punto de hacerme olvidar aquella sensación que una simple foto me provoco. Solo una cosa no pude dejar atrás y fue el diario que se encontraba junto a las cartas. Aquel no pude leerlo, no me animaba, pues con solo tocarlo el vértigo me inundaba dejándome con ganas de llorar. Simplemente decidí que quedaría dentro de mi mesa de luz hasta que superase aquella sensación o simplemente olvidara su existencia. Ese diario, de tapa marrón y envuelto por una cinta de color negro, me obsesiono durante la primera semana después de hacer el amor con Abigail. Luego de ello solo comencé a olvidarlo, los estudios, mi amante y el volver a escribir me tenían lo suficiente ocupado. Al menos por el momento, parecía que todo estaba bien encaminado.

JubitoOnde histórias criam vida. Descubra agora