~ŇÅHŮİ~

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Conforme pasan los días, me envuelvo en una agradable rutina: Me despierto y desayuno con mi hermano y los suyos mientras hablamos de política, voy a la iglesia de la ciudad (más bien para parecer una buena cristiana), como junto a Tomás para lueg...

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Conforme pasan los días, me envuelvo en una agradable rutina: Me despierto y desayuno con mi hermano y los suyos mientras hablamos de política, voy a la iglesia de la ciudad (más bien para parecer una buena cristiana), como junto a Tomás para luego dar un paseo; y, por último, ceno a solas con mi hermano y compartimos nuestro día entre nosotros.

La verdad es que había tenido mucha suerte de que, al viajar en el tiempo, hubiera acabado en una familia noble como la Cortés; no me gustaría imaginar como hubiera sido si me hubiese cambiado de lugar con algunos de los pobres a los que ofrecía dinero y comida todas las tardes.

En fin, como decía, los días pasaban amenamente hasta que Hernán me contó algo que me heló la sangre...

Os cuento.

Pues, a mi "hermano" se le había ocurrido la brillante idea de casarme con el hijo del virrey.

—¿No lo entiendes, Blanca? ¡Tendrías nuestro futuro asegurado permanentemente! —él decía; y también argumentaba que:

—Mi querida hermana, por mucho que me cueste decírtelo, estás envejeciendo y vas a tener que asegurar tu legado antes de que Dios no te permita ser fértil; y la mejor forma de eso es contrayendo nupcias.

Me hacía gracia porque consideraba que tener 26 años era estar vieja. Wow... Quería a mi hermano, pero no hasta el punto de casarme con una persona que no conocía de nada para el bien de la familia Cortés.

Debo añadir que en los momentos de estrés que sentía cuando Hernán, o incluso Tomás, me hablan sobre la importancia del matrimonio; Quauhtli se encargaba de transmitirme una sensación de paz y serenidad por todo mi cuerpo. Mi guía espiritual se había ganado el cielo por sus habilidades de Wikipedia y de antiestresante.

También, todas las noches, preguntaba a mi guía sobre cuánto tiempo me quedaba para disfrutar de este lugar; Y siempre me decía:

《"Pronto, pequeña; más pronto de lo que crees..."》

Y así pasó un mes, hasta que un día mi tan preciada rutina se rompió de repente

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Y así pasó un mes, hasta que un día mi tan preciada rutina se rompió de repente.

Era un sábado por la tarde mientras estaba descansando en mis aposentos, ya que Tomás y yo no paseábamos los sábados (y hace bien poco había vuelto a tener una "pelea" con Hernán sobre mi futuro), cuando tuve la sensación de que el tiempo se paraba de golpe al notar que el "jaleo" que se oía siempre en la casa frenó de repente.

Atrapada en... ¿El Imperio azteca?Where stories live. Discover now