Capítulo 3

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// Yo les dire cuando le den play al video :) //

El teléfono repiqueteó una, dos, tres, cuatro veces. Miré el reloj exasperadamente, dando pisoteos con mi pie izquierdo, cubierto con un Converse negro bien amarrado. No podía creer que en verdad iba a hacer esto.

-¿Hola? -dijo una voz aguda, agitada. Como si acabase de correr cien millas.
-¿Jenn? -grité, apretando el teléfono inalámbrico negro tanto hasta que me dolieron los dedos. Había mucho ruido en la otra línea. Como una mezcla de gritos, risas, y música a todo volumen. Era como si ella se hubiera metido en un gallinero humano para contestar el teléfono. -¡Jenn! -grité cuando no obtuve respuesta.
-¿No vas a venir? ¡Esto está putamente bueno! -gritó con voz alegre, mientras reía. ¿"Putamente"? ¿Desde cuándo coño Jenna se atrevía a hablar así? Se suponía que ella era una artista empedernida que no soportaba vulgaridades y yo la respondona que soltaba groserías siempre que podía.
-¿En dónde estás? -grité, mirando hacia mi puerta fuertemente cerrada. Lo menos que quería era despertar a Byron y a mi madre. Sólo escuché la frágil risa de Amy entre un montón de gritos y chillidos masculinos y música. ¿En donde se había metido Jenna? ¿En un prostíbulo a domicilio?
-¡Jenn! ¿Estás bien? ¿Dónde estás? -volví a gritar. Pero tan sólo escuché risas, gritos, y luego, nada más. Miré la pantalla digital del teléfono negro.
-Mierda -susurré, con el corazón estallando dentro de mi pecho. La sangre palpitaba en mis oídos, y mis manos se habían puesto frías. Seguidamente, escuché el motor de una motocicleta rugir indomablemente, y eché a correr, bajando las escaleras en espiral. Mis pasos resonaban en las escaleras tan fuertemente, que parecían los pasos de Gozilla. Abrí la puerta de la entrada, sintiendo el ramalazo de viento golpear mi rostro de lleno, y volví a cerrarla con suavidad.

Caminé hacia Justin, quien agarraba el manubrio de la moto fuertemente. Una hermosa sonrisa se extendía por su rostro, y señaló con la cabeza el asiento trasero, en el cual subí desesperadamente, sin rechistar.

-Juro que voy a matarte si algo le pasó a Jenna -espeté, apretándome la chaqueta de jean en el centro, y rodeando mis brazos alrededor de Justin.
-Espera -me cortó, y yo lo miré con el ceño fruncido.
-¿Qué pasa? -grazné.
-Estás acalorándome -se quejó en voz demasiado... mierda. -No puedo conducir si aprietas mi chaqueta.

Desenredé mis brazos, arrugando el entrecejo, y él se levantó la chaqueta... y también la camisa. Mis ojos revolotearon a su fabulosa espalda fornida, y rodeé mis brazos en su torso desnudo, trasteando con mis dedos su piel suave y la dureza de su abdomen. Él se acomodó en la moto, y arrancó el motor.

***

Recordé la vieja casa abandonada en la que había estado cuando... cuando comenzó todo, hacía casi tres años enteros. Era una locura que después de tanto tiempo yo estuviera allí otra vez, y que estuviera precisamente con Justin.

El lugar era una locura. Había un montón de motos y autos brillantes aparcados a un lado del estacionamiento desolado. Botellas de licor de todos los tamaños se extendían por el suelo, y divisé luces intermitentes y brillantes dentro de la casa. Cuando me bajé de la motocicleta, unas chicas apenas vestidas se paseaban alrededor de la puerta con botellas de cerveza en sus manos. Miré a Justin, pero su mirada estaba perdida en otra parte. Pfff. Como si eso me importara...

-¿Por qué me has traído? -reclamé en voz baja, vigilando que Jenn no estuviera con esas chicas bailando sobre la mesa, o jugando a follar sobre los muebles, o besando al perro. En el estéreo gigante de una esquina junto a la mesa una canción de Bon Jovi se extendía por la habitación, y el lugar olía a sudor, alcohol y, curiosamente, dinero.
-Yo creí que querías ver a tu amiga -se rió entre dientes. A lo lejos, divisé a una chica delgada y espigada tomando de una botella verde de manos de un grandulón de cabello castaño. Tropezando con un mueble torpemente, corrí hacia ella y jalé de su brazo, haciendo que parte del licor se derramara por el suelo.
-¿Por qué mierda has venido? -espeté.
-¡____! -se rió, y me dio un abrazo de oso, tambaleándose. -Qué bien que viniste -sonrió, emocionada.
-Tenemos que irnos -murmuré.
-¡Ay, no! ¿Por qué? -gritó. Un muchacho castaño que reconocí de inmediato colgó su brazo alrededor de los hombros de mi amiga. Sus ojos color miel se achicaron cuando me vio. Chaz.
-No seas aguafiestas, ___ -me guiñó un ojo, y plantó un beso en la mejilla de Jenna, quien rió tontamente. -Quédate a divertirte un rato.

LOST | 2da TEMPORADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora