Capítulo 22

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Estaba a punto de quedarme dormida cuando sentí el cuerpo pesado de Justin removerse sobre el colchón con incomodidad. Abrí los ojos de golpe, y un suspiro de alivio salió desde el fondo de mis pulmones al observar que se estaba frotando los ojos, retorciéndose sobre la cama. Me levanté de un salto, agitándome los cabellos, y aproximándome hacia la mesita de noche, sacando una pastilla de una caja de color naranja con las manos temblorosas y agarrando el vaso de agua con fuerza.

Corrí sobre el suelo de madera, sintiendo el frío del mismo helar las plantas de mis pies descalzos, y me dejé caer en el extremo del lado de Justin, mientras él se agarraba la cabeza fuertemente con ambas manos, gruñendo. Abrió los ojos con dificultad, parpadeando repetidas veces, y me miró con los ojos cristalizados.

-¿____? –masculló, respirando entrecortadamente. Dejé el vaso y la píldora sobre la mesita, y situé mi mano en su mejilla, asintiendo.
-¿Cómo te sientes? –le pregunté. Él gruñó.
-Agh, me duele la cabeza –se quejó amargamente. -¿Me he emborrachado?
Fruncí el ceño. –No. Tú… Te desmayaste –le dije, como si fuera obvio. –Estábamos comprando ropa y…
-¿Eh? –frunció el ceño, sentándose pesadamente sobre la cama, apoyando su espalda sobre el espaldar de la misma.
-Sí –asentí lentamente. –Tuviste un colapso y te caíste –le expliqué. -¿No te acuerdas?
Negó con la cabeza. –No.

Fruncí el ceño, y suspiré, alargando ambas manos hacia la mesita. Seguidamente, le extendí la píldora, y él sacó la lengua. Sonreí y la puse encima. Seguidamente, me quitó el vaso suavemente, y apretó los párpados mientras el líquido corría a través de su manzana de Adán, la cual subía y bajaba constantemente, hasta que el vaso quedó vacío. Se detuvo jadeando, y puso el vaso sobre la mesita de noche, frotándose los ojos por segunda vez.

Al captar mi mirada extrañada puesta sobre él, chasqueó la lengua e intentó levantarse de la cama. Lo detuve, poniendo mi mano sobre su pecho y empujándolo hacia atrás. Él paró, y volvió a colocarse donde estaba, sacudiendo la cabeza y emitiendo una mueca de dolor.

-¿Cómo te sientes? –le pregunté, y él sólo negó con la cabeza, con la palma de su mano puesta sobre uno de sus ojos, ejerciendo presión. Cuando la apartó, a gruñidos, suspiró.
-Como si hubiera dormido por un mes –respondió. -¿Cómo me desmayé?
Arrugué la frente. ¿Era esto una especie de broma o algo? Porque no era nada gracioso. –Es que, ¿de verdad no te acuerdas? Me llevaste a comprar ropa interior –hice una mueca. –Luego, por alguna razón, te sentiste mal y te desmayaste. Chaz y Ryan vinieron y te llevamos al hospital. El doctor dijo que era normal debido al accidente, y…
-¿Accidente? –me interrumpió. -¿Qué accidente?
-Justin –le dije duramente. De acuerdo. Esto estaba fuera de control. –Me sacaste a pasear una noche con tu auto. Chocamos. Casi nos morimos. Tú perdiste la memoria.

Click. Una pieza encajó en mi cerebro. Claro. Las personas que pierden la memoria a corto plazo suelen tener dolores constantes de cabeza cuando los recuerdos comienzan a fluir por su cerebro de nuevo, y normalmente no recuerdan lo que ocurrió durante su amnesia. Significaba que…

-¡Justin! –grité, sonriendo, con ganas de llorar de la emoción. -¡Has vuelto! –grité, sollozando de emoción, tumbándome sobre él, y besándolo repetidas veces en la mejilla. Confundido, me rodeó con sus brazos y sonrió.
-Vale. No sé qué mierda esté pasando conmigo. Pero si vas a tratarme así, prefiero quedarme donde estoy –dijo, estrechándome fuertemente entre sus brazos. Me senté sobre él, colocando mis piernas a cada lado de sus caderas, y arranqué mi iPhone de las sábanas, donde lo había dejado, y comencé a marcar el teléfono que ya me sabía de memoria, sorbiendo las lágrimas.
-¡Oh, por Dios! ¡Tengo que decirle a Mari…! –me corté, y miré el teléfono, separándolo de mi oreja. La sonrisa en mi rostro se borró, y sentí un bajón notable de energía. Justin acarició mis caderas, y yo continué mirando el teléfono con la frente arrugada. Estaba repicando. Y se mantendría haciéndolo. Porque ella no contestaría nunca.
-¿Nena? ¿Qué pasa? –masculló, un toque de preocupación en sus ojos. Colgué la llamada, y tiré el teléfono sobre la cama, dejándome caer también. Me acerqué al cuerpo cálido de Justin, y abracé su abdomen con mi brazo, suspirando profundamente.
-Necesito dormir. Es todo –dije suavemente, mirándolo y sonriendo levemente. Pero cuando bajé la cabeza de nuevo, las lágrimas de tristeza amenazaron con brotar de mis ojos. Tragué saliva, bostezando artificialmente hasta que logré que uno de verdad saliera de mi garganta. Mis ojos se aguaron, e inmediatamente sentí los dedos de Justin hacer círculos sobre mi cuero cabelludo, masajeando.

LOST | 2da TEMPORADAحيث تعيش القصص. اكتشف الآن