04

2.6K 257 74
                                    


Hace media hora que su clase había terminado y este seguía sentado en el pupitre, pensativo, miraba el techo mientras su mente navegaba por otro lado.

Una semana atrás se había besado con el irken y después de esto el menor no se volvió a presentar por la escuela, o bueno, si lo hizo, pero cuando Dib trato de acercarse este prácticamente huyó del lugar.

Era claro que no lo quería ver.

— Tonto.

Tomo sus cosas y salió del lugar.

Miro el cielo, las nubes cubrían gran parte de este, avisando que llovería en cualquier momento.

Camino hacia su hogar. Pero se detuvo cuando vio la casa del alienígena a un costado de el.

— Soy un idiota.

Suspiro con pesadez.

Derrotado, miro la casa del menor.

Quería hablar con el, quería saber que pensaba después de lo que había pasado entre ambos, sabía que era incómodo, pero por alguna razón quería saber lo que Zim pensaba y con suerte, correspondería su amor.

Se acerco con lentitud hacia el lugar y con cuidado camino entre lo gnomos para no pisar alguna trampa.

Vio por unos minutos aquella puerta y. . . trataba de tomar el valor suficiente para poder tocarla.

Pero se quedó ahí por un buen rato.

Ni siquiera supo por cuánto tiempo.

Después de tanto la puerta se abrió, sorprendiendo al azabache.

— Llevas ahí más de una hora, pareces un maldito pervertido. — habló enojado. — ¿Qué es lo que buscas?

No dijo nada, sus labios no se movían. Trataba de decir algo pero no podía.

Tenia miedo.

— Habla de una vez o te voy a cerrar la puerta en toda la cara Dib mono.

¿Qué se supone que debía decir?

¿Me gustas?

Su mente empezó a dar vueltas y sus manos empezaron a sudar. El poco valor que había tomado se había esfumado tan rápido.

Solo le quedó sonreír nervioso ante el contrario pidiéndole a las estrellas no quedar como un tonto delante del irken.

— Q-quería. . . — habló por fin, aún que fue como un pequeño susurro. — Yo quería saber cómo estabas. . .

— ¿Te paras enfrente de mi casa por más de una hora solo para preguntarme cómo estoy? — arqueo una ceja.

— ¡Si! Digo, no. — quería desaparecer en ese momento. — necesito hablar contigo por lo de aquella vez.

Abrió los ojos, no estaba preparado para tocar ese tema.

Le hacía sentir raro.

— Zim no tiene nada de que hablar. — retrocedió un poco.

— Tu sabes que si.

— ¡Mientes!

Quiso cerrar la puerta de su casa pero el mayor se lo impidió, pues uno de sus pies no dejaba que la puerta se cerrará.

Eso hizo que el menor se pusiera nervioso.

No quería hablar de eso.

Era muy incómodo.

𝙽𝚘 𝙼𝚎 𝙳𝚎𝚓𝚎𝚜 [𝖹𝖠𝖣𝖱] Where stories live. Discover now