21. Los que se ocultan en las sombras | Parte 2

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Arkieeli se asomó a la puerta de la cocina mientras él abría la tapa de la cafetera

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Arkieeli se asomó a la puerta de la cocina mientras él abría la tapa de la cafetera. Le estaba acercando su móvil, que había quedado en la sala y ahora vibraba por una llamada entrante. Los dos hombres se contemplaron durante lo que le llevó aceptar la llamada y llevarse el aparato al oído.

—Sara —saludó—. ¿Ocurre algo?

—Siento la hora —comenzó ella—. No quise llamarte a las... Mierda, casi cuatro de la madrugada, lo siento.

Dejó la cafetera a un lado y se apoyó contra la pared. Podía percibir la ansiedad de Sara y estaba seguro de que Arkieeli, con sus cejas tensas en preocupación, también lo hacía.

—Tranquila, estaba despierto. ¿Te sientes bien?

—Sí, es solo el cansancio. Quería hablarte de algo que me preocupa.

—¿Dónde estás ahora?

—En casa, llegué hace media hora. Llegué a la ciudad antes, pero no pude venir hasta ahora.

—Dime qué puedo hacer por ti.

—Necesito comunicarme con Perttu lo antes posible para terminar de redactar algunas cuestiones del divorcio. Quiero saber qué piensa de ciertos puntos para tener todo listo cuando él llegue, así no tiene que pasar por estos dolores de cabeza, pero no responde mis llamadas. Tampoco las de sus hijos, por lo que sé, y si está evitándolos por la separación, con más urgencia necesito hablar con él. ¿Tú has tenido contacto con Perttu durante estos días?

Ensio suspiró. Inhaló profundo una vez antes de responder, con la mirada de Arkieeli pendiente de sus palabras. Lo veía negar con descontento.

—Siento decírtelo porque noto que te preocupa, pero no, no he hablado con Perttu. Puedo ponerme en contacto con los demás...

—Ya llamé a todos, tampoco funciona. O cuelgan o están fuera de línea. Se me ocurrió que tú podías conocer más gente del círculo que pueda decirnos al menos que no responde por una razón válida. Si está fuera de tu alcance, no te preocupes. Siento llamarte a esta hora por algo que podría haber esperado y que es posible que ni tú puedas solucionar.

—Sara, espera —la detuvo—. ¿Está todo en orden? ¿Has visto a Senna y a Jouko ya?

—Están durmiendo. Los veré en el desayuno, ¿por qué preguntas?

—Porque ellos podrían haber hablado con Perttu sin que lo supiéramos y podrían darte algo de tranquilidad. ¿Qué es lo que te tiene tan preocupada?

La oyó hiperventilar. Se separó de la pared, su cuerpo se tensó. Arkieeli respondía a cada uno de sus movimientos con una emoción similar.

—Nada, es solo que siento que desapareció de la nada y... Olvídalo, tengo encima el estrés de la situación y debería intentar dormir. Siento haberte molestado.

Sara colgó antes de que él pudiera responderle. Ensio guardó el aparato en un bolsillo.

—Senna duerme, así que puedes estar tranquilo. Hablaré con ella durante el día —anunció en voz baja.

—¿Cómo está Sara? —Arkieeli tosió. Siempre había sido sensible a las cortezas de quemar.

—Cansada y preocupada porque Perttu no aparece. Llamaré a Jouko para saber si está intentando contactarlo y guiarlo si es necesario. Tú harías bien en volver a tu jaula y hacer tu reporte —añadió con desdén.

Arkieeli asintió y se despidió con prisa. Cuando su mano se cerró en torno al picaporte, Ensio se asomó desde la cocina y lo llamó.

—O me echas o me retienes. Elige rápido.

—No, no es eso. Es que... Siento lo de tu aikap. Me hubiera gustado saberlo.

Comprendía que el modo de vida de Arkieeli se basaba en cuidar con recelo cada uno de sus secretos, en proteger lo poco que tenía de las manos que podían arrebatárselo sin piedad, y no lo culpaba por desconfiar de él.

—¿Para entregarlo como la abominación que crees que es?

Arkieeli no lo miraba. Ensio supo que no estaba dispuesto a oírlo.

—Para saber que alguna vez confiaste en mí así como estoy confiando en ti ahora.

Se sentía vulnerable y ansiaba ser tenido en cuenta. Culpaba al polvo de dasja, aunque era consciente de que su desinhibición solo dejaba salir de sus labios lo que el orgullo no le permitiría demostrar en otro contexto. Era él, con la inseguridad de nunca haber sido un buen amigo y el temor a conseguir lo que en verdad merecía, quien hablaba escondiéndose tras una droga.

—No hagas que esto sea sobre ti, Ensio. Mi historia no te pertenece.

Abrió la puerta y salió en un suspiro, envuelto en la capa que lo protegía del frío y de las miradas, con pasos ligeros y sin darle ningún alivio. Cuando Ensio se acercó para cerrar la puerta, supo que su mente no lo dejaría dormir lo que quedaba de la noche. No había solucionado el motivo de su llamada y se había descubierto ante alguien que siempre había sabido quién era él, que jamás le habría confiado un secreto.

Merecía no haber sido la última persona en ver a Perttu antes de su viaje y se alegró al recordar que Sara jamás había establecido un vínculo con Arkieeli, si es que lo había conocido. De lo contrario, podía asegurar que no lo habría llamado a él esa noche.

Encendió la cafetera y se mesó el cabello mientras oía cómo se filtraba el café. Arkieeli no se había equivocado esta vez; solo se involucraba con situaciones que lo tocaran en lo personal. Solo sabía ocuparse de lo que lo afectara, pero ahora tampoco se creía a la altura de lo que se esperaba de él.

Tomó su móvil y llamó a Senna. Su aigam rechazó la llamada. Lo intentó una vez más.

—Senna está durmiendo —respondió una voz en un susurro—. Llame por la mañana.

—¿Quién habla?

—Una amiga. Estamos cansadas, es de madrugada y nadie en esta casa está de humor. Duerma y llame por la mañana.

La joven colgó. Ensio arrojó el móvil contra la pared.

Tenía que ver a Senna cuanto antes, sin importar si ella deseaba responder ante él o no. Y, mientras se servía el último café de la madrugada, pensó que también tenía que evitar que su aigam y el aikap de Arkieeli se conocieran si quería mantener a los fanáticos de su padre en su sitio. Sin embargo, el regreso de Perttu podía convertirse en el vínculo entre ambos si hablara con su hija de la realidad de su amigo, el que debe vivir aislado de toda civilización, y las manos de Ensio comenzaron a temblar cuando sus pensamientos se hilaron en una última idea.

Si ellos mismos no guiaban su destino, alguien en un mundo, este o el otro, tenía planes para él. Y cualquiera de los caminos que tomara podía conducirlo a su fin.

 Y cualquiera de los caminos que tomara podía conducirlo a su fin

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Susurro de fuego y sombras (Legados de Alkaham #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora