30. Las promesas que creyeron | Parte 2

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Senna entró al cuarto de su hermano con el corazón en una mano y su akmieele palpitante en la otra

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Senna entró al cuarto de su hermano con el corazón en una mano y su akmieele palpitante en la otra. La puerta estaba abierta y aun así sentía que no era bienvenida, que había perdido su oportunidad. Ni Tanja ni Emma se habían comunicado con ella y Jouko no era capaz de aceptar que Kilian no debía entrar en la casa, que no debía estar allí. No le importaba que Sara tuviera un buen concepto de él, ella era capaz de ver en su mirada la perdición de su familia y se había propuesto mantenerlo lejos de los suyos. Al menos, mientras pudiera.

Su hermano la esperaba sentado sobre la cama, con la cabeza hacia adelante y los codos apoyados sobre las rodillas. Senna jamás había visto a Jouko tan vencido y cerró la puerta con prisa para ocultar su caída. Parpadeó para alejar el ardor de sus ojos. No iba a sumar una preocupación a su lista.

—Entonces... —comenzó—. ¿Hablaste con Nott?

Jouko suspiró. Lo hacía a menudo, tanto que comenzaba a molestarle.

—Tenías razón, Senna. Tenía que darle una oportunidad y acercarme a ella.

¿Y si daba un paso más allá? Veía los límites difusos. El hombre que había dejado el desayuno a medio terminar y se había encerrado en su habitación para no oírla no se parecía en nada al hermano abatido que había encontrado allí.

—¿Tuve razón en algo más?

—También te equivocaste en más de lo que piensas. Te sigues equivocando, Senna.

—Me incomoda su presencia aquí. Es un peligro, Jouko. Mi akmieele me alerta cada vez que está cerca como si fuera una amenaza.

—Porque es lo que tu akmieele cree, pero no es así. —Volvió a suspirar. Se mesó el cabello y esta vez la miró. Tenía los ojos enrojecidos y Senna afirmó su espalda contra la madera de la puerta para no correr hacia él—. Habla con él. Te dará las respuestas que buscas, te dirá todo lo que sabe. Kilian conoce tu nueva naturaleza mejor que nadie.

Porque él también la tenía. Porque él también era un nihateiéh y había sido maldito, pero para Senna esta era su segunda maldición. Ni Kilian ni nadie tendría las respuestas que ella buscaba.

No pudo sostenerle la mirada por más tiempo. Dejó caer su cabeza y cerró los ojos.

—También yo me equivoqué —admitió Jouko—. Cuando hablaste de papá buscando la forma de llegar a Alkaham, no te creí. Pero ahora... Senna, creo que tenías razón. No puedo dar con él y la única explicación posible es el Sivoja.

Un escalofrío la recorrió. Levantó la mirada hacia su hermano con el pánico en sus ojos azules.

—Lo intenté toda la mañana, pero no puedo dar con él. Me estoy dando por vencido, Senna. Si yo no puedo encontrarlo, nadie puede. No hablé con Ensio de esta posibilidad, pero él me dijo que tampoco tiene cómo contactarse. No hay nada más que pueda hacer.

Susurro de fuego y sombras (Legados de Alkaham #1)Where stories live. Discover now