20. El susurro de Vanihèn | Parte 1

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Podría ser esta la noche. Su última noche.

Podría descubrir su fuego ante ojos enemigos y poner en alerta a los grupos de alkyren que aún buscaban derrocar al padre de Ensio.

Podría poner en peligro a Tanja y perderla, ser la causante de que los captores de su padre se hagan con quien él espera que lo salve.

Podría perder a Emma en cada sentido posible por haberla arrastrado bajo la excusa de su amistad a un destino atroz.

El borde de la piedra siguió la línea de su mandíbula. Con sus ojos entreabiertos notó la mirada de Tanja en el espejo retrovisor.

Podría no llegar a tiempo a su hogar, no desayunar con su madre al día siguiente.

El nudo brillaba entre sus dedos con un fulgor que comenzaba a sincronizarse con los latidos de su corazón y las ondulaciones de su alité. El hormigueo en su espalda se había intensificado.

Podría arruinar la imagen de su familia a ojos de los giakyren y quitarle a su padre la posibilidad de regresar a Alkaham por legítimo derecho si renunciaba a su vida en la Tierra. Mientras no pudiera expresar con palabras lo que ocurría en su cuerpo, la opción de mantener a su familia en Helsinki era la mejor para ganar tiempo.

Tiempo.

Su móvil, en manos de Emma, emitió un pitido para avisarle que habían pasado noventa segundos. Emma no tardó ni uno en reiniciarlo. Senna deslizó la piedra hacia su cuello.

No eran dueñas del tiempo y el reloj parecía acecharlas desde un rincón al que no podrían acceder sin importar cuántas veces voltearan ni en qué dirección. Sospechaban que habían descubierto el camino con una prisa estremecedora, aunque Senna creía que habían tardado demasiado en hilar los cabos. La naturaleza de Jaakko había estado siempre allí, sonriéndole ante sus menciones inocentes que delataban sus raíces. Los objetos que lo conectaban a Tanja habían esperado en su hogar durante, al menos, un año entero. El kiimtabar podría haber sido el espacio de toda una vida. La organización metódica y precisa del libro que habían hallado les facilitaba dar con las secciones que necesitaban revisar según el momento. Desde el descubrimiento del relicario hasta la llegada de Minz, cada hecho había cumplido con un ciclo. Tanja estaba cumpliendo un ciclo. Ella misma, aunque no tuviera ni las herramientas ni el conocimiento para explicarlo, también iniciaba el suyo. Y sentía, mientras susurraba su entrega a Vanihèn para que la protegiera de las sombras de aquella noche, que su ciclo y el de su amiga dependían de un detonante en común. A pesar de que deseaba dejar de creer en el destino, le resultaba absurdo descartar que dedos expertos habían hilado el entramado.

Noventa segundos.

Deslizó el nudo hacia su escote. Llevaba un arnés de cuero, uno de sus preferidos para subir al escenario cuando su padre la invitaba a colaborar con alguna canción que ella hubiera escrito para Sapphire Fire, porque tenía un aro de metal cuyo centro coincidía con el sitio aproximado donde se encontraba el akmieele. Ajustó allí la piedra, clavando un vértice afilado en su piel. Si tenía suerte, el nudo mantendría un contacto suave y constante con su sangre sin marearla en exceso ni afectar su capacidad.

Inspiró profundo y hundió el pecho al exhalar. Movió los hombros y el tórax para verificar que el nudo estuviera asegurado. Abrió los ojos y se inclinó hacia delante.

—Gracias. —Extendió una mano hacia Emma y recibió su móvil. Cerró el temporizador.

—¿Podemos detenernos un momento? —pidió Emma.

Tanja dudó. Su mirada expresaba desconfianza y temor a partes iguales. Se apartó del carril principal y apagó el motor. Senna notó el detalle con sorpresa y comprendió que dejarlo encendido habría funcionado como un reloj; Emma sentiría que sus palabras retrasaban un evento importante. Tanja y Senna habían acordado, sin mencionarlo en voz alta, solo con un intercambio de miradas, que no permitirían que corriera para Emma el cronómetro que las perseguía a ellas. Si su amiga había aceptado dar algunos pasos en su dirección, no la arrastrarían a su carrera.

—¿Qué ocurre? —preguntó Senna.

—Tengo el presentimiento de que sabemos cuál es el próximo paso, pero que no vemos el panorama. Necesito saber con qué nos encontraremos y por qué estamos aquí. Algo no encaja y siento que todo podría cambiar en minutos sin que nos demos cuenta. ¿Por qué nuestra mejor opción es ir a Lohja?

Senna estiró un brazo hacia ella. Colocó una mano en su hombro con suavidad.

—La reserva energética de los nudos es mayor mientras más reciente fue su caída. El ritmo al que se descargan es lo bastante lento como para que pueda subsistir por medio año con lo que tengo en casa, pero esos estuvieron un año sin ser cuidados y la diferencia con el que caerá esta noche es que el nuevo podría darme tranquilidad por dos años, incluso tres. No es su mejor opción buscarlo, la mía lo es. Era el plan original, ir sola a Lohja, tomar el nudo y regresar.

—No iba a dejarte sola —replicó Tanja—. Incluso aunque no pueda hacer demasiado por ayudarte, puedo estar pendiente por si algo pasa y te excedes de nuevo. Si ellos están ahí y se hacen contigo, todos la pasaremos mal.

—Asumimos que ellos estarán ahí porque tenemos que prepararnos para el peor panorama posible, pero no creo que hayan dado con todos los secretos de Jaakko —indicó Emma—. De ser así, sabrían que tu padre habla contigo y te buscarían a ti, no a un sucesor que podría ser cualquiera. No se tragarían que ese heredero soy yo como pasó la otra noche.

—La precaución nos da tranquilidad. —Tanja apoyó sus dedos en el volante con un movimiento suave y ligero—. Y si pensamos en el peor panorama, podrían estar allí, esperándome. Podrían haber llevado a mi padre para que tome el nudo si llegara a ser peligroso.

—No lo es —interrumpió Senna—. No para él, al menos. Jaakko podría sacarle provecho. Si es así, no lo expondrían al nudo.

—Aun así...

—¿Crees que él no estará?

—Existe la posibilidad de que los elekiená que lo tienen sepan de la caída del nudo y lo busquen. Existe también la posibilidad de que sepan o intuyan que la persona que se comunica con Jaakko está pendiente del nudo también y lo buscará. Podría ocurrir que estén elaborando una trampa o que solo vayan a observar para descubrir la identidad de este sucesor y que no interfieran.

—¿Lo ves posible? —Tanja dudaba. No parecía dispuesta a creer que podían dejarlas ir sin más.

Senna señaló con sutileza el nudo que escondía bajo la blusa.

—Saldremos de allí como sea.

Emma regresó la vista al frente y Tanja lo tomó como una indicación para continuar el viaje. Sin embargo, no había mencionado aún su inquietud más persistente.

—No estamos hablando de esto como deberíamos. Ninguna conoce los peligros reales y no estamos listas para actuar si a alguna le ocurriera lo peor.

—Mi familia conserva la tradición de Asakem para los funerales y Jouko sabe qué hacer. Quienes necesitan estar en paz con la idea de «lo peor» son ustedes.

Tanja se incorporó al carril principal. Senna tomó conciencia de que Emma no había nombrado la muerte como lo peor, y aunque estaba de acuerdo con ella, no quería admitir que había mencionado su funeral porque morir era el menor de sus temores.

Ni siquiera Jouko podría imaginar qué era para Senna lo peor que podía ocurrir.

Ni siquiera Jouko podría imaginar qué era para Senna lo peor que podía ocurrir

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Susurro de fuego y sombras (Legados de Alkaham #1)Where stories live. Discover now