Parte Treinta y tres; "Oportunidad"

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Muy temprano en la mañana ambos jóvenes se despertaron, muy contentos de amanecer en los brazos del otro, sin embargo, sabían que aquella felicidad les duraría muy poco, pues John tenia que irse antes de que Jim despertara y pudiera verlos.

— No quiero que te vayas – dice el pelinegro medio adormilado al ver que John tenia intenciones de levantarse sin que él despertara.

El castaño suspira al ver que Paul esta despierto y suelta una pequeña risita al sentir como este intenta mantenerlo junto a él rodeando sus brazos alrededor de su cintura y estrechando ambos cuerpos lo más juntos posible.

— Me tengo que ir bebé Paul, no quieres que tu padre me vea aquí ¿Verdad?

Paul niega y de mala gana deja ir a John quien apenas se levanta de la cama comienza a buscar su ropa y posteriormente a vestirse lo más silenciosamente que pude, mientras Paul le ve recostado en la cama, admirando el cuerpo del castaño.

— ¿Qué miras? – dice John riendo.

Paul ríe y admite avergonzado mientras coloca sus manos en su rostro, en un intento de esconder su sonrojo:

— Lo siento, tienes un cuerpo muy lindo y nunca me había fijado en eso.

La verdad es que Paul, a pesar de todos los años que habían pasado juntos, en lo que menos se había fijado era en el cuerpo de John, si sabía que el castaño con los años se había convertido en un muchacho bastante guapo, pero nunca se había detenido a mirar el cuerpo de este, mucho menos semidesnudo y ahora que había comenzado a admirarlo, no estaba seguro de querer parar en algún minuto.

Ante el comentario del menor, John siente sus mejillas enrojecer mientras sonríe avergonzado y termina de colocarse sus pantalones.

Luego de unos segundos Paul quita las manos de su rostro y con algo de vergüenza vuelve a mirar a John.

En ningún momento Paul paró de mirar a John mientras este se vestía y John al principio se había sentido ligeramente incomodo y avergonzado de su cuerpo, pero los cumplidos y la amorosa mirada de Paul le dieron confianza suficiente como para ignorar por unos momentos a los prejuicios que se tiene a si mismo.

Apenas termina de vestirse, John toma sus cosas preparando para irse. Paul se levanta de la cama, se acerca al castaño y enreda sus brazos alrededor del cuello de este, quien en respuesta coloca sus manos en la cintura del menor.

Se quedan así unos minutos hasta que finalmente proceden a despedirse con un casto beso el cual cortaron al escuchar en el cuarto de Jim la estruendosa alarma que indicaba que el padre del pelinegro estaba por levantarse y que si John no se apresuraba en irse los descubrirían.

el castaño de inmediato procede a  retirase del hogar de su compañero, saliendo cuidadosamente por la ventana, para luego comenzar a bajar con aún más cuidado, todo esto bajo la atenta mirada del menor de los dos, quien una vez se asegura de que John ha llegado sano y salvo al piso, comienza a vestirse y arreglarse para ir a la escuela.


Paul guardaba tranquilamente sus cosas en su casillero mientras hablaba animadamente con George. Su amistad con el chico de grandes colmillos había durado a pesar de los años y de hecho ahora eran grandes amigos, casi inseparables.

La tranquila conversación fue interrumpida por un chico de un curso mayor a ambos jóvenes,  quien empujó intencionalmente a Paul, haciéndolo chocar con fuerza contra el casillero, lastimándose un poco en el acto, el chico rió y siguió caminando con su grupo de amigos, quienes también reían y hacían comentarios al respecto.

     — ¿Estás bien? - pregunta George

El pelinegro asiente mientras soba con cuidado la parte de su rostro golpeada.

     — Paul, no te lo tomes a mal pero creo que deberías aprender a defenderte – dice George – no puedes seguir dejando que ellos pasen por sobre ti, yo sé que John te defiende pero eso solo motiva más a esos idiotas a seguir molestándote cada que puedan.

      — Lo sé, George, pero aunque aprendiera, ellos son más que yo. Y además ¿Quién me podría enseñar? Yo no le agrado a nadie aquí, solo a ti y a John.

     — Ahí esta la respuesta ¿Por qué no le pides a John que te enseñe?

     — Lo he pensado, pero no creo que lo haga, hace mucho tiempo dijo que lo haría y no lo hizo... aunque yo tampoco lo presioné para que lo hiciera.

     — ¿Ves? Tal vez ya cambió de opinión y te enseñe.

Ambos chicos terminaron de recoger sus cosas y comenzaron a caminar hacia su salón.

     — No lo sé, siento que John no me enseñará, él no me ve golpeando a alguien más, y ciertamente yo tampoco.

     — ¡Ya tienes quince años! Puedes defenderte. – dice el George rodando los ojos. – Ahg, como sea, mira conozco a alguien que te puede enseñar a defenderte

     — ¿Ah si? ¿Quién? – pregunta Paul, muy interesado.

     — Se llama Richard, pero le gusta que le digan Ringo.

     — ¿Ringo? Honestamente no suena como alguien que pueda enseñarme a defenderme. – dice Paul, haciendo reír a George.

Ambos chicos apenas llegan a su salón se sientan en sus respectivos asientos, los cuales para su suerte estaban uno al lado del otro.

     — Tranquilo, al principio yo tampoco le creí que supiera pelear, porque es un tipo de lo más simpático y se ve tranquilo, pero su padre es dueño de un gimnasio y él va a practicar todos los días boxeo.

     — ¿Crees que este dispuesto a enseñarme?

     —¡Claro! Él es muy amigable. Mañana lo invitaré a mi casa y le diré si puede hacerlo, ven tu también, para que se conozcan.

     — No lo sé, George, no estoy seguro.

     — Vamos Paul, es tu oportunidad para dejar de ser molestado por esos inútiles.

Paul suspiró y levanto su mirada para así encontrarse con su peor enemigo. Peter, un chico de su curso que se dedicaba a molestarlo cuanto podía y no solo lo hacia con comentarios ofensivos, también con empujones y golpes.

     — ¿Qué pasa, niñita? ¿Qué me ves? ¿Acaso te enamoraste de mi?

Se escuchan risas en el salón por parte de todo el grupo de amigos de Peter, haciendo que Paul suspire y fije su mirada en George.

     — ¿Mañana a que hora?

Poor Paul [Mclennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora