Epílogo

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Coconut Grove, Miami.

El clima era frío, a sabiendas de lo tropical que era Miami. Solo necesitaban unos abrigos y estarían bien, pero Peter -al ser todo un dramático- quiso ponerse guantes, gorro y bufanda.

Iban en el carro de Dinah hacia la casa de los padres de Lauren. La Polinesia les había prestado su carro con la condición de que _____ le enseñara andar en motocicleta. Aceptó, pero no le enseñaría nada. La ojiverde se lo había prohibido.

-¿A dónde vamos? -preguntó el pequeño desde el asiento trasero, jugando con sus nuevos muñecos de Spiderman.

Lauren volteó a verlo. -A la casa de mis padres, cariño.

-¿Y por qué?

-Porque tienen que conocerte, y también a _____ -sonrió.

-¿Les caeremos bien? -cuestionó preocupado.

Rió. -Pero claro que sí, tú más que nada, eres encantador.

-Lauren, deja de alabarlo -regañó la pelinegra con la vista al frente.

-Tú deja de ser tan aguafiestas -gruñó la más baja, volteando al frente.

-Pongan música, me aburro aquí atrás, ¿saben? -Peter dejo sus juguetes de lado.

La más alta colocó la radio, arrepintiéndose al instante. Gangnam Style resonó fuerte. No odiaba la canción, pero en aquella época donde sonaba por todas partes la había exasperado.

-¡Ehhhhhh sexy lady! -Peter daba pequeños brincos en su asiento bailando y levantando las manos, mientras la ojiverde reía con ganas.

_____ no tuvo otra opción que resistirse y volver a escuchar esa canción. Al paso que avanzaban las canciones variaban de ritmos. El pequeño bailaba y cantaba algunas canciones, y cuando no se las sabía hacía a sus muñecos bailar, hasta que finalmente se quedó dormido.

-Ya casi llegaremos -anunció Lauren emocionada, haciendo que los nervios de la pelinegra fueran aún más evidentes. -Estarás bien, confía en mi.

-No lo sé, ojos lindos -suspiró. -La última vez que mi pareja le dijo a su padre que teníamos una relación trató de matarme. Literalmente.

-Pero yo no soy ella, _____. Todo saldrá bien -sonrió. La pelinegra le devolvió la sonrisa, bajando una de sus manos al muslo de la más baja, acariciándolo con ternura.

¿Cómo no podría estar nerviosa? Por supuesto que quería conocer a los padres de la muñeca de porcelana, pero tenía miedo de que se molestaran al ver que su hija era homosexual y que estaba comprometida. Y a eso había que sumarle que técnicamente tenían un hijo de 6 años.

El resto del camino la pelinegra trató de ingeniar una buena conversión en su mente para ponerla en práctica con la familia de Lauren.

-Es aquí, esa casa blanca con la pequeña fuente -la ojiverde apuntó una mediana casa, con un espléndido jardín y tres coches en el garage. Estacionó al otro lado de la casa.

Soltó el volante suspirando. Volteó a la más baja que la veía con empatía. -¿Lista?

Rió. -La pregunta es si tú estás lista, chica ruda.

Bring Me Home (Lauren Jauregui y tú)Where stories live. Discover now