CAPITULO IV

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CAPITULO IV.- ¡OTRA VEZ ELLA!

24 de mayo del 2010. 8:57 horas

Esa Mañana hacía un día precioso en el barrio de San Antonio, el cielo estaba despejado y a diferencia del día anterior, había salido el Sol, pero aún así el viento soplaba en forma agradable e invitaba a dar un paseo por la Ciudad, al menos eso fue lo que pensó la pelirroja mientras estacionaba su Reanult Megane GT en el parking de comisaría. Estaba de muy buen humor y su semblante se veía transformado, era como si por arte de magia esa luz que irradiaban sus pupilas producto de la depresión crónica en que vivía, siguiera allí, pero a diferencia de los meses anteriores, era un brillo que reflejaba ilusión y deseos de aprovechar al máximo cada segundo, quizás consciente de que la vida le había dado una segunda oportunidad pero de que difícilmente habría una tercera.

Había roto con la monotonía y se levantó desde las 6:00 A.M., una hora antes de lo habitual, al igual que la noche anterior dejó llenando la tina mientras preparaba algo para desayunar.

Desempolvó una caja de harina de hot cakes que llevaba abandonada a saber cuánto tiempo en la alacena, al comprobar que aún no vencía la fecha de caducidad decidió preparar un par, los cuales acompañó después del baño con un poco mantequilla, mermelada de frutos rojos y un vaso con leche. No podía recordar cuando había sido la última vez que desayunó decentemente, pero lo había disfrutado, ni siquiera había echado de menos su estricta dosis diaria de cafeína que era lo que generalmente activaba sus neuronas. Pero esta vez no había sido necesaria porqué se encontraba más despierta que nunca.

Entró en Comisaría luciendo gafas obscuras que le cubrían gran parte del rostro y es que el pómulo había amanecido inflamado y con un aparatoso hematoma, se hubiera quedado a descansar en casa como le sugirió su padre, pero tuvo que ir a sabiendas de que tenía cosas por hacer, debía alterar levemente el informe de la autopsia de Juan Manuel Ochoa como había acordado con Pepa.

Por un instante sonrió sin saber Porqué, pero había sido justo después de recordar a aquella mujer, aunque decidió no prestar demasiada atención a la sensación placentera que experimentó al resonar ese nombre por su cabeza y continuó repasando los pendientes para ese día al tiempo que saludaba a unos cuantos de sus compañeros que se iba topando mientras subía las escaleras que la conducían hacia el Laboratorio.

Iba por el tercer escalón cuando escuchó una voz familiar que la llamaba y entonces detuvo su andar.

-Silvia- Era la voz de la Agente Rita Peláez de 36 años, quién se dirigía cariñosamente hacia ella.

-Hola Rita- Saludó Silvia con una sonrisa luego de que se girara para quedar frente a frente.

-Veo que amaneciste de muy buen humor- Le hizo notar Rita asomando sus prominentes encías y luciendo sus enormes y cuadrados dientes, para así corresponder a la sonrisa de Silvia.

La forense suspiró. -Supongo que la vida sigue- Intentaba conservar su actitud positiva pero por un momento se pudo apreciar un atisbo de tristeza en su mirada al pensar en que Gonzalo no volvería a aparecer con elegantes pasos y las manos llenas de documentos clasificados bajando por esas escaleras nunca más.

-Me dijo Don Lorenzo que subieras a su despacho en cuanto llegaras, está ahí esperándote con el Inspector Trujillo de Asuntos Internos- Le informó Rita.

Al escuchar "Asuntos Internos" supo que algo andaba mal. Demasiado mal para su gusto, pero estaba decidido y no había marcha atrás, no pensaba permitir que el miedo la paralizara una vez más en su vida.

-Vale Rita, gracias- Subió inmediatamente al despacho de su padre un tanto incómoda, imaginaba perfecto que Trujillo querría una recreación de los hechos, el problema era que si de pronto su historia se tornaba incoherente este tipo iba a cuestionarla y entonces podía llegar a sospechar algo, pero debía seguir con su coartada.

ARDER CONTIGO EN EL INFIERNO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora