CAPITULO XI

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CAPÍTULO XI.- SÓLO UN POLVO Y NADA MÁS

22:16 horas.

Existen muchos tipos de reuniones familiares, la típica cena que transcurre entre risas y el tiempo vuela porqué verdaderamente nos encontramos ante la genuina presencia de vínculos afectivos fortalecidos por la confianza y la comunicación; También tenemos esas cenas a las que se acude por compromiso y se mira el reloj constantemente, la incomodidad está presente y se mantiene latente la fantasía catastrófica de recibir alguna pregunta en relación con algún tema que se pretende evadir; Por otro lado, son muy comunes esas reuniones en las que dentro del grupo de comensales se forman subgrupos, ya sea por la proximidad en los lazos sanguíneos, por la contemporaneidad, por los intereses comunes o simplemente por el género.

Las mujeres intercambian tips de belleza y los hombres se juntan para hablar de fútbol.

La realidad es que la mayoría de las reuniones pasan por todas las situaciones anteriormente mencionadas, ya que siempre existirán aquellos instantes de complicidad que tanto se atesoran cuando se está lejos, pero también estará el típico integrante indiscreto que se proponga revelar intimidades ajenas sin el más mínimo pudor o lanzar preguntas comprometedoras que rompan con los buenos momentos.

Habrá ocasiones en las que la amena charla y el positivo acogimiento hacia una buena copa de vino por parte del cuerpo, prolongue la extensión de dichas cenas y otras tantas en las que uno se la pasa cavilando un pretexto creíble para salir huyendo tan pronto como se termine de servir la cena.

Y la cena en casa de Paco y Marina no fue la excepción a la regla, en un principio, Pepa solamente buscaba internamente una excusa para cenar y retirarse sin que su hermano Paco, ni su cuñada Marina se sintiesen ofendidos;

Sara y Lucas se encontraban en las mismas.

La última vez que habían estado todos juntos compartiendo la misma mesa, había sido unos seis meses antes, en la cena de Navidad, pero como ya es sabido, Pepa tiene conflictos severos con esta época del año, así que durante la última reunión había desplegado una actitud de completo ensimismamiento y hostilidad hacia la interacción con la familia.

Después de aquello, pocas ganas le quedaban de volver a casa de su hermano, pero se lo había prometido a Marina en retribución a todos las atenciones que la Comandante Salgado había tenido con ella durante la última semana.

El ambiente era de cordialidad, aunque un poco tenso, Marina conociendo un secreto que destrozaría la vida de Paco, Lucas avergonzado porqué en su momento, fue Marina quien lo metió en el CNI y la que promovió su viaje a Estados Unidos unos cuantos años atrás para entrenarlo con la CIA, y Sara que le costaba sostenerle la mirada a la mujer de su padre por todas las razones anteriores;

Pepa siempre se ha distinguido por su cinismo y desfachatez, ella más que vergüenza hacia Marina había profesado odio, por alguna estúpida razón se pensaba que su cuñada le iba a aplaudir y a ovacionar por ser una joven emprendedora que partiendo de cero y en muy poco tiempo había hecho una gran fortuna con su pequeño negocio en vías de expansión internacional.

Pero de alguna manera ese par de mujeres orgullosas y con carácter fuerte se habían dado una tregua, y entonces Pepa realmente no estaba preocupada por Marina, es más, su mente ni siquiera estaba en esa mesa con su familia, vagaba lejos de allí, rumbo a la Comisaría de San Antonio donde una pelirroja adicta al trabajo y a la auto flagelación espiritual se encontraba buscando razones para huir, para rechazar a la morena, para auto convencerse de que todo eso que comenzaba a sentir era un error.

Y no era que Silvia se lo hubiese dicho, simplemente Pepa lo sabía, y por alguna razón se sentía inquieta, ansiosa...Angustiada tal vez...

¿La razón? ¡No tenía ni puta idea!

ARDER CONTIGO EN EL INFIERNO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora