No siempre sale como planeas

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Dos

Tenía tantos planes para ese día..

Pensé en darle una segunda oportunidad a John. Por un momento imaginé que estaba exagerando, que era completamente normal que un hombre bebiera cervezas y se comportara como un patán. Y no, no estaba cubriendo lo que hacía conmigo. Estaba muy mal, pero últimamente había parado. Quién sabe, quizás estaba arrepentido.

El alcohol en la sangre puede jugarte muy sucio aveces.

Regrese a la mesa con dos platos. Uno con poca fruta y otro con huevos revueltos y salchichas enrolladas con tocino. La resaca en él lo ameritaba. Regresé a la cocina por mi plato, cereal con leche.

—¿Como te sientes? —pregunte amablemente

—La cabeza me estalla. Sirveme un poco de jugo.

Asentí y me levanté obediente hacía el refrigerador sacando la jarra

—Aquí tienes.

—Tendré que ir a trabajar.

—¿Hoy sábado?

—Si, parece que esos idiotas no pudieron mover la máquina.

Me quedé en silencio esperando que mencionara algo de la fiesta a la que iría. Pero no lo hizo, solo comía en silencio.

—Entonces irás por mí, ¿verdad?

—¿Ir por ti a dónde?

Lo había olvidado.

—La comida en el centro comercial, Claire, Mi compañera de clase —dije.

—Había olvidado esa estupidez. Claro, te avisaré cuando salga. Aunque no te lo aseguro, el auto no está marchando tan bien.

—Esta bien —me levanté tomando el plato vacío y colocarlo en la cocina.

—Un momento jovencita —se levantó

Deseaba tanto correr, que alguien tocara el timbre, cualquier mierda que hiciera que no se me acercara. Pero, ¿quién me entiende? En un momento sentí que tendría una vida perfecta después de cumplir los dieciocho años. Pero aquí estoy, viviendo lo mismo a diario. Había momentos pero muy pocos en donde me armaba de valor y quería contar todo a mis profesores, tal y como lo hice el día anterior, pero no me creían. Una ridícula forma de llamar la atención, no?

—Tengo que cambiarme. En un momento bajó a limpiar esto.

—Dije que esperarás.

Hizo que me volteara, hizo que me detuviera. Mire que sacaba algo de su bolsillo del pantalón. Su cartera, luego saco un billete perfectamente doblado para entregármelo. Cuando vi que eran cien dólares volví a mirarlo con incredulidad

—¿Ésto que es? —pregunte sin saber la razón de su amabilidad

—Deberías comprarte algo. Ya sabes, algo de ropa. En el centro comercial puedes ver algo que te guste.

—Gracias.

—Te veré en la tarde entonces. Y recuerda, nada de alcohol, nada de drogas ilegales.

Puse los ojos en blanco y asentí subiendo finalmente a mi habitación y cambiarme para ese día. No tenía el clásico armario con ropa linda y cara haciéndome sentir más miserable. Solo eran un par de cajones de mi cama donde tenía mis prendas. ¿Maquillaje? claro que no. Solo tenía un pequeño rubor que tuve la oportunidad de comprar hace poco.
Quise vestirme con algo lindo pero sin llamar la atención. ¿Eso importa? Cómo siempre, mi inseguridad y tontas desiciones me traicionaron al hacer vestirme como siempre. En fin, ese no es el punto importante en esta historia.

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